Adultos mayores buscan aportar al país estudiando en la U. de Santiago

Asumir el desafío de contribuir a la sociedad y cumplir sus sueños, son las principales motivaciones que impulsan a los nuevos ingresos de nuestra Universidad que superan los 60 años de edad. Según datos de admisión, actualmente ocho personas cursan en el Plantel una Carrera de pregrado de más de cuatro años de duración, tanto en modalidad diurna como vespertina.
“Esta Universidad se caracteriza por la igualdad y la inclusión, y yo desde entonces tenía la idea de volver algún día. En este lugar se encuentra amistad, e integración al ser humano, y estoy fascinada con mi decisión”, Lidia Leyton Abarza

Un total de ocho personas de más de 60 años cursan actualmente un programa de estudios en la U. de Santiago en una carrera técnica o profesional de pregrado de más de cuatro años de duración en modalidad diurna o vespertina,.

Se trata de un grupo que decidió dejar sus miedos a los prejuicios y optó por cumplir el sueño de obtener un título profesional para poder desempeñarse en el área que siempre quisieron, y que por situaciones económicas, familiares o incluso políticas debieron postergar. Hoy, gracias a una serie de beneficios existentes de parte del Estado, el apoyo familiar y las ganas de seguir creciendo, asumieron el desafío en la U. de Santiago.

Según relatan los estudiantes, al tomar la decisión de comenzar estudios superiores no imaginaban cómo sería su estadía. Sin embargo, tras un tiempo en el Plantel resaltan el capital humano y académico.

 

Aprender para enseñar a otros adultos

 

Es el caso de Héctor Stuardo González (69), un tapicero de muebles de la comuna de Lo Prado, quien se ha convertido en uno de los casos icónicos de ésta casa de estudios. Contactado por la U. de Santiago tras obtener el cupo Ránking PSU, decidió cursar el Bachillerato de Ciencias y Humanidades durante 2016, y este año comenzó la Carrera de Educación General Básica.

“Me motiva llegar a servir en la educación para adultos. En mi escuela, en la noche, había un solo profesor. Encuentro que es poco, porque se trata de un colegio y muchas personas ni siquiera han terminado su enseñanza básica", explica.

Stuardo, que creció en Estación Central, por cuestiones económicas tuvo que empezar a trabajar a los 14 años. Cuenta orgulloso que logró sacar adelante a su familia y educar a sus tres hijos, uno de los cuales es ingeniero de nuestra Casa de Estudios. Además, ya es abuelo de 6 nietos.

Según cuenta, tras dar educación a sus hijos, decidió que era el momento de finalizar sus estudios. Fue así como terminó, motivado por un folleto que vio en un banco, ingresando a los 62 años a terminar la enseñanza básica y media en la Escuela Nº420 Poeta Vicente Huidobro de Lo Prado.

Sin embargo, el desafío continuó cuando fue contactado por la U. de Santiago. "La Universidad me dio la oportunidad, llamándome por teléfono, por el buen promedio de notas en la enseñanza media. Y aquí estoy, haciéndole empeño, porque la universidad es un desafío", comenta.

Para él, la U. de Santiago "tiene gente de esfuerzo y además da las oportunidades a gente de escasos recursos". Por eso espera retribuir a la sociedad en alguna escuela donde pueda enseñar a adultos.

Stuardo además fue beneficiario del programa de gratuidad del Gobierno, lo cual destaca para poder estudiar. “A veces pienso, ‘¿y por qué estoy ocupando este espacio siendo que se lo puedo dejar a alguien joven?’, pero creo que hay que aprovechar las oportunidades tras años de esfuerzos. Estudiar es la herramienta más poderosa que tiene la persona”, concluye.

 

El regreso después de la Dictadura

 

Otro de los ingresos destacados es el de Lidia Leyton Abarza, de la comuna de Conchalí, quien ahora que ya es parte de los adultos mayores del país, ingresó a primer año de Medicina, luego de ser exonerada del Plantel en el año 1973 tras el golpe militar. “Esta Universidad se caracteriza por la igualdad y la inclusión, y yo desde entonces tenía la idea de volver algún día. En este lugar se encuentra amistad, e integración al ser humano, y estoy fascinada con mi decisión”, afirma.

Imparable y con horarios apretados para no perder clases, es el ritmo que lleva Lidia, quien tras finalizar sus estudios de Teología en la Universidad Católica, decidió regresar a su alma mater, la U. de Santiago, a estudiar una nueva carrera.

“Intenté por todos los medios ingresar a esta Universidad que adoro, porque yo estuve en el año 73’, y por razones de la época tuve que irme. En ese entonces, estudiaba Pedagogía en Matemática, Física y Química, y a su vez trabajaba en el Banco del Estado, en donde también fui desvinculada, por la cercanía de mi familia con Laura Allende”, relata.

Recuerda también la época de Víctor Jara en el Plantel. “Tuve el gusto de conocer a Víctor. Hacia recitales y también impartía clases de Artes, por lo que siempre lo veíamos”.

Si bien Lidia asegura que no ha perdido el ritmo tras estudiar en la Universidad Católica, asegura que el apoyo de su esposo ha sido fundamental, quien terminó de estudiar Derecho en enero de 2016.

También resalta la acogida que ha tenido de parte de los demás alumnos. “Son todos muy lolitos, pero muy acogedores. Me decían, “le puedo decir oye, y me envían mensajes por WhatsApp a cada rato, informando de las actividades”, cuenta.

Pese al largo recorrido que debe realizar cada día para llegar a la Universidad, asegura que todo esfuerzo es valioso. “Nunca es tarde para adquirir conocimiento, el conocimiento no tiene edad y hoy el progreso está en la educación. Sin ella, los países no pueden crecer. Claro que me gustaría ejercer al finalizar. No me interesa ganar dinero, pero si veo gente desvalida en los consultorios, que piden hora y le dan para dos o tres meses, por qué no tenderles la mano”, explica.

 

Optar por desarrollar la vocación

 

Distinto es el caso de Isabel Abarca Aravena (54), de la comuna de Maipú, quien este año espera terminar la Carrera de Pedagogía en Educación General Básica sin reprobar ramos, estudios que pudo financiar gracias a la beca Bicentenario.

Con dos hijos en la Universidad, el menor en 2° año de Ingeniería en Informática, y el mayor por egresar de Ingeniería en Telemática, Isabel decide dejar sus labores como jefa de hogar durante el año 2013 y optar por darse la oportunidad de hacer lo que le gustaba.

“Sabía que me iba a enfrentar a un mundo muy competitivo, pero no quería estar en un trabajo que no me gustara. Es cierto cuando dicen que en la vida uno debe jugársela. Hay etapas en que se deben asumir responsabilidades, pero hay otras en que uno sí debe atreverse a luchar por lo que quiere, vencer prejuicios”, sostiene.

Isabel fue secretaria ejecutiva en un banco, y previamente trabajaba en una Municipalidad en el área de beneficios, lugar donde pudo estudiar en vespertino un semestre de Pedagogía en la U. Silva Henríquez. Sin embargo, por carga familiar no pudo continuar.

Fue debido a su interés por el área, y al ver que sus hijos ya terminaban los estudios, que decidió retomar lo que le gustaba. “Tomé un preuniversitario en el liceo de hombres donde estudiaron mis hijos y me aceptaron. Durante un año me preparé, ahí pasé la primera barrera, porque era la única mayor entre puros niños y quedé seleccionada en la Universidad”, explica.

“La Universidad de Santiago fue mi única opción, tanto por cercanía como por su prestigio y oferta, ya que entrega dos especialidades: yo opté por Lenguaje e Historia. Además, mis padres vivieron cerca,  en calle Ecuador y mi ex marido es licenciado en física y matemáticas de esta Casa de Estudios. La verdad, hoy estoy muy contenta por la calidad de profesores que he conocido en la Universidad”, cuenta.

Actualmente, Isabel, se encuentra en su último año de Carrera. A la esperar de terminar después con la práctica profesional, ya piensa en su futuro. “Me veo haciendo clases. Me siento súper bien, me encanta mi Carrera. Las niñas me suelen preguntar la edad y compararme con sus madres, pero esas cosas son lindas, nadie me cuestiona, muy por el contrario: me valoran, y eso me ha hecho sentir muy bien. Por otra parte, podría haber estudiado leyes o psicología, pero la verdad, creo que pocas personas a estas alturas de la vida, y con apoyo de sus hijos, pueden hacer lo que les gusta”, concluye.

Autor: 
Soledad Fuentes Mansilla