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Cocreador y docente de Ingeniería Industrial cede documentos personales para elaborar historia del Departamento

Cocreador y docente de Ingeniería Industrial cede documentos personales para elaborar historia del Departamento

El director del Departamento de Ingeniería Industrial, académicas (os) y funcionarias (os) recibieron a Arnoldo Arias Montenegro, cocreador de la unidad y de la carrera de Ingeniería Civil Industrial de nuestro Plantel. En la ocasión, el exprofesor relató los orígenes y anécdotas en sus años ligados a la Usach, los que marcaron el desarrollo de la unidad.

Igualmente, entregó una copia personal de la primera malla curricular del programa de estudios que data de 1972, y la réplica de una nota publicada en julio de 1991 en un medio institucional. “El Departamento debe registrar su historia”, señaló sobre los motivos de la cesión de archivos.  

Este camino, relata el también exdirector de la unidad, se inició “conversando en la calle” con el profesor Ernesto Bastías, entre otras barreras que se fueron superando hasta la instalación del Departamento y la apertura del plan de estudios.

Por su parte, el actual director, Dr. Miguel Alfaro Marchant, indicó que la visita de Arnoldo es relevante, puesto que “en un principio era un Departamento muy pequeño, con muchas dificultades y hoy somos una unidad líder a nivel interno y nacional. Por lo tanto, es muy importante para tener presente nuestra historia”.  

Del relato del profesor Arias, el egresado del Plantel destacó el hecho que desde un comienzo la unidad ha utilizado métodos innovadores para formar a las y los futuras (os) ingenieras (os). “La utilización de un actor como Tennyson Ferrada, entre otras iniciativas, ahora con ‘Industria complementa’, dan cuenta que desde sus comienzos el Departamento ha forjado un sello distintivo que lo diferencia y que es reconocido por otros directores de departamentos y decanos”, enfatizó.

Los documentos entregados por Arnoldo Arias Montenegro, serán próximamente publicados en medios de comunicación internos del Departamento de Ingeniería Industrial.   

 

Universidad de Santiago reconoce aporte y legado del académico y Premio Nacional de Historia 2016, Dr. Julio Pinto Vallejos

Universidad de Santiago reconoce aporte y legado del académico y Premio Nacional de Historia 2016, Dr. Julio Pinto Vallejos

 

Ante un Salón de Honor a su máxima capacidad, el académico y Premio Nacional de Historia 2016, Dr. Julio Pinto Vallejos, fue homenajeado por la comunidad universitaria en una emotiva ceremonia que contó con la presencia de familiares, amigas/os, colegas, estudiantes y exestudiantes.

 

En el acto el reconocido historiador, que se acogió a retiro tras 42 años de destacada trayectoria, recibió la medalla presidente Manuel Bulnes en su categoría dorada, por su aporte a la sociedad y a nuestra institución.

 

Además, en la oportunidad, se llevó a cabo la mesa redonda “Fisionomía historiográfica de la obra de Julio Pinto”, donde participó el Dr. Sergio González Miranda, Premio Nacional de Historia 2014; la Dra. Ana Gálvez Comandini, egresada del Doctorado en Historia Usach; y el Dr. Mario Garcés Durán, académico del Departamento de Historia del Plantel.

 

Logros y satisfacciones

 

“Hoy testimoniamos el gran compromiso del doctor Julio Pinto con la educación pública y el fortalecimiento de las universidades estatales”, afirmó el rector, Dr. Juan Manuel Zolezzi Cid, destacando que el profesor “pertenece a una generación de historiadores que han sido y son esenciales en el desarrollo de las ciencias sociales de nuestro país y estamos convencidos que su contribución seguirá presente por mucho tiempo”.

 

“Reciba nuestro agradecimiento como comunidad universitaria orgullosa de haber compartido sus saberes y por engrandecer nuestro quehacer. Usted ya es parte de la ilustre historia de la Universidad de Santiago de Chile”, agregó la máxima autoridad.

 

Acompañado de su esposa Verónica Valdivia y su hija Camila, el Dr. Pinto aseguró que, tras estos 42 años, quedan muchos logros, recuerdos y satisfacciones, pero agregó que “quienes nos dedicamos al estudio de la Historia, sabemos que todo proceso tiene su tiempo y no es sano, posible, ni sensato querer congelarlo”.

 

“Llega un momento en que las nuevas generaciones deben tomar el timón de los procesos tanto dentro del Departamento de Historia como en todas partes”, indicó el homenajeado. “Vivimos tiempos de muchos cambios, desafíos y dificultades, y la labor de estas generaciones es hacerse cargo. Ojalá que las herramientas que les hemos entregado sirvan para que asuman esa tarea con toda la fuerza y responsabilidad que implica”, insistió.

 

Verdadero maestro

 

La presidenta de la Junta Directiva, Dra. María Jesús Aguirre Quintana, destacó el merecido reconocimiento al Dr. Pinto, el primer Premio Nacional de la Universidad de Santiago de Chile. “Nos llena de orgullo y también nos apena este día en que se despide, pero a la vez nos deja un gran legado”, manifestó.

 

Por su parte, la decana de la Facultad de Humanidades, Dra. Cristina Moyano Barahona, subrayó que hoy se retira un colega admirado, respetado y un verdadero maestro. “La presencia de estudiantes de distintas generaciones en este acto le demuestran que será recordado como un buen profesor”, expresó.

 

“El reconocimiento de su aporte no solo radica en la rigurosidad de su investigación, sino que también por el fomento a un tipo de historiografía crítica, pública y que colabora a un proyecto de transformación social, donde la igualdad, justicia social, libertad y democracia fundamentaron siempre el sentido y pertinencia de su investigación”, puntualizó la Dra. Moyano.

 

El director del Departamento de Historia, Dr. Rolando Álvarez Vallejos, señaló que “despedimos a un amigo, colega e integrante del Departamento que aportó componentes fundamentales al ADN del Departamento”.

 

“Para nuestra Unidad no solo se retira un historiador reconocido nacional y regionalmente, sino que uno de los andamios más importantes sobre el cual se levantó el proyecto de nuestro Departamento”, sentenció.

 

En tanto, en representación de sus estudiantes, la candidata a doctora en Historia, Lorena Ubilla Espinoza, resaltó el aporte del Premio Nacional de Historia 2016. “Explicar el pasado  poniendo atención a la variable conflictiva de los procesos, sin idealizar a los sujetos ni mucho menos clausurar las aspiraciones de un futuro mejor, ha sido una contribución esencial para pensar las posibilidades transformadoras de la investigación, escritura y de un buen libro de historia”, dijo.

 

Sin embargo, agregó que “ese valor no tendría los mismos frutos si no fuera por la cercanía, disposición al diálogo y el buen humor que hacen del profesor un aporte, más que a la historia social, creo yo, a la labor formativa de quienes intentamos seguir ese camino”.

 

Otro exestudiante que quiso estar presente fue el historiador y doctor por la Universidad de Santiago, Fernando Pairican Padilla. “El profesor nos inculcó la inquietud, el conocimiento y las ganas de aprender, pero sobre todo, y lo digo como estudiante de él, enamorarnos de la historiografía”, indicó.

 

“El Dr. Pinto nos enseña que la historia le pertenece a las personas sin historia, y eso son las mujeres, los pueblos originarios, las trabajadoras y trabajadores, y un sinfín de personajes que están fuera de la historia oficial”, aseveró.

 

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Exministro Eyzaguirre afirma: “basta que el 1% más rico se meta la mano al bolsillo”, y se soluciona la crisis del país

Exministro Eyzaguirre afirma: “basta que el 1% más rico se meta la mano al bolsillo”, y se soluciona la crisis del país

En el contexto de la promoción del libro “Desigualdad. Raíces históricas y perspectivas de una crisis” (Debate, 2019), el economista y exministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre participó de La Hora del Museo, programa producido por el Museo Histórico Nacional y transmitido por nuestra emisora.

El texto compara el desarrollo económico-político latinoamericano con el caso chileno, haciendo un repaso histórico que va desde las ciudades-estado griegas, pasando por el descubrimiento del "Nuevo Mundo" a la travesía chilena durante los siglos XIX y XX. 

Durante la conversación con el periodista y conductor del espacio, Luis Cruz, el militante del PPD reconoció ser de una clase acomodada, pero que sus viajes a Concepción a visitar a su madre, Delfina Guzmán, y recorrer asambleas en distintas partes de la actual Región del Bío Bío en la década del 70, le hicieron entender que "el chancho estaba mal pela’o”, percepción que no ha variado. Por este motivo dedicó la obra a la reconocida actriz nacional, quien “le mostró el rostro de la injusticia”, afirmó.

Con respecto al argumento central del texto de 456 páginas, sostuvo que “la sociedad debe organizarse de modo que siempre esté a recaudo de los individuos que quieren excesivo poder, porque, de derecha o izquierda, si tú se lo permites, terminarán sojuzgando a otros, ya que he conocido gente de mi sector político que ha utilizado la política para ascender en la escala social y ostentar poder”, afirmó.

Crisis social

Si bien su visita a los estudios de nuestra emisora tenía un carácter promocional, fue inevitable abordar el momento actual que vive el país. 

Sobre el estallido social ocurrido el 18 de octubre, Eyzaguirre consideró que es homologable a la situación que se vivía a principios de la centuria pasada. “Las primeras décadas del siglo XX son muy parecidas a lo que pasa ahora y siempre es el mismo síndrome. Una oligarquía pequeña que tiene concentrado todo el medio de producción, que no paga impuestos y que los estados-gobiernos frente a la presión social, caen en políticas que no son financiables”, aseguró. 

Para el economista con los US 25 mil percápita que tiene Chile, se podría solucionar la crisis social que vive el país. “Bastaría que el 1% más rico se meta la mano al bolsillo”.

Sin embargo, han aparecido voces que plantean la idea de que el Estado pida un préstamo internacional para resolver esta situación, iniciativa que no apoya, porque “es lo mismo que decirle a una persona: usted se va a endeudar va a tener un buen pasar, pero sus hijos van a pagar. Lo que hay que hacer es cobrar más impuesto”, sentenció.

Sobre el régimen presidencialista de nuestro país se mostró contrario, puesto que no promueve “acuerdos ni consensos”. En esa dirección espera que el nuevo documento normativo que direccione al país termine con el actual sistema.

“Espero que la nueva Carta Magna sea un régimen de colegiados, donde gobierne la mayoría y sin los vetos que tiene la actual constitución. Aquí está todo arreglado; así lo escribió Jaime Guzmán: “hice una Constitución para que nada pueda cambiar”, recordó.

La calle no ha firmado ningún acuerdo

La calle no ha firmado ningún acuerdo

Muchos han entendido que los acuerdos alcanzados en el Parlamento de Chile, en la madrugada del 15 de noviembre, constituyen una traición al pueblo y a sus movilizaciones. Pero, este juicio es equivocado. Los honorables parlamentarios han sido consecuentes con el mandato que las clases dominantes les han entregado (no en balde les financian sus campañas), en cuanto a darle continuidad al régimen político heredado de la dictadura y reafirmado por los sucesivos gobiernos civiles. Efectivamente, tras la masiva y radical movilización popular del 12 de noviembre el gobierno norteamericano, el empresariado, los mandos de las FFAA y la cúpula de la Iglesia Católica, le representaron al Gobierno y a la casta política (en diferentes tonos y con variados argumentos), la necesidad de contener definitivamente el alzamiento popular. El mandato fue claro, había que cerrar filas a objeto de impedir la caída del gobierno y, junto con ello, la del parlamento y el sistema político en su conjunto. No debe sorprender, en consecuencia, que pese a eventuales diferencias, desde la UDI hasta el Frente Amplio, hayan alcanzado el “histórico acuerdo” (nos van a repetir esta monserga hasta el hartazgo), de cambiar la Constitución Política del Estado, pero mantenido el requisito de quorum de 2/3 de los constituyentes y permitiendo la formación de la Convención con sujetos provenientes de los mismos partidos políticos que han administrado el sistema de dominación hasta la fecha. De hecho, da exactamente lo mismo el quórum que se exija al articulado que formará parte de la nueva Constitución, si quienes constituyen y luego legislen continuarán siendo los mismos testaferros del capital. No hay traición en esto; por el contrario, hay coherencia. Es más, se puede esperar en los próximos meses que estos acuerdos iniciales luego se traduzcan en acuerdos permanentes que permitan reforzar la estrategia represiva del Gobierno, ajustar la agenda social a los requerimientos de la reanimación de la economía y reducir al máximo la participación popular en una eventual Convención Constituyente.
 
Siendo así, el problema no radica en quienes representan o defienden el sistema y mucho menos en los porcentajes o quórums en que ello se exprese. El problema está instalado en quienes nos movilizamos a objeto de llevar a cabo las transformaciones profundas que la sociedad exige en las calles, y por las cuales ya muchos han entregado sus vidas, mientras que otros han sido detenidos, torturados, violados, mutilados o vejados. Es necesario, por lo tanto, instalar en las asambleas territoriales y sectoriales el debate sobre nuestro proyecto político, sobre las estrategias de lucha y respecto de nuestras formas de organización. Sólo ello garantiza alcanzar de forma autónoma aquellos objetivos que el pueblo ha trazado en las calles a través de sus movilizaciones y registrado profusamente en sus pancartas. No basta con marchar cientos de kilómetros, como ya lo hemos hecho hasta la fecha; ni siquiera es suficiente con enfrentarse violentamente contra la represión o recuperar desde supermercados y farmacias aquellos recursos que el capital nos niega. Estas manifestaciones han sido, hasta la fecha, sólo la expresión de un estado de ánimo de la población (descontento, rabia, repudio) y como tales no se han convertido en una estrategia de acumulación de fuerza social y política para el cambio. Por el contrario, se están ritualizando peligrosamente y, al hacerlo, corren el riesgo de desgastarse en el corto plazo.
 
Desde el año 2006 (Revolución Pingüina) el Programa del Pueblo se ha venido afinando. Es un programa anticapitalista que exige la nacionalización de las riquezas básicas y de la banca, el control obrero sobre los procesos productivos, una efectiva redistribución de la riqueza, la protección del medio ambiente y una creciente inversión de recursos públicos en educación, salud, pensiones y vivienda. Estos elementos han aparecido sistemáticamente en las movilizaciones de los trabajadores subcontratistas, forestales, pesqueros y portuarios, pero también en las demandas de los movimientos regionales (Aysén, Calama, Freirina, Punta Arenas, Caimanes), en las movilizaciones estudiantiles y en múltiples expresiones sectoriales.
Pero no habrá Programa del Pueblo si las organizaciones sociales y políticas populares no avanzan decididamente hacia la realización de una Gran Constituyente Popular, que coloque en el centro de la discusión y del rediseño institucional la construcción de una sociedad fundada en relaciones económicas y sociales solidarias. Las mismas que afloran en contextos de crisis, cuando el Estado abandona a los sectores populares y estos se autoconvocan y desarrollan de forma autogestada las estrategias paliativas que les permiten resistir y sobrevivir. La solidaridad está en la base de la cultura popular, precede al Estado y a su legislación social y ha sido la estrategia más socorrida por los pobres en contextos de precariedad. Es el momento, en consecuencia, de convertirla, además, en un precepto de rango constitucional.
 
Experiencias históricas al efecto tenemos y debemos mirar a ellas, no a objeto de replicarlas, pero sí de aprender de sus aciertos y también de sus derrotas. La asamblea constituyente de asalariados e intelectuales, realizada en Santiago a comienzos del mes de marzo de 1925, e impulsada por el Partido Comunista y por la Federación Obrera de Chile, estableció las bases de un régimen político federal y reivindicó los derechos sociales y políticos de trabajadores, mujeres y niños, en pleno contexto de crisis del régimen oligárquico. Cuarenta y cinco años después la experiencia de la Unidad Popular y en particular la construcción del poder popular desde la base, en centros industriales y barrios obreros, abrió camino a la alternativa revolucionaria, en el marco de la crisis de la sociedad burguesa. Ambas experiencias fueron derrotadas, cuando la burguesía retomó la iniciativa estratégica, sumó a las FFAA, neutralizo al reformismo y aplastó a los revolucionarios. Hoy la burguesía y sus representantes encontraron el oxígeno que necesitaban en el Parlamento y se aprestan a retomar la iniciativa estratégica. De sus acuerdos espurios no podemos esperar nada nuevo y nada bueno, y las razones son claras. Éstos que nos invitan a sumarnos a su “acuerdo histórico” son los mismos que hasta hace semanas, desconocían que en Chile existían desigualdades, son los mismos que le entregaban las riquezas nacionales al capital transnacional, son los mismos que se negaban a mejorar los salarios de los trabajadores y las pensiones de los jubilados, son los mismos que lucraban con la salud, las pensiones y la educación. Son los mismos que envían a su jauría represiva cuando sienten la ira del pueblo desplegada en las calles. Sólo una Constituyente Popular, convocada, organizada y protagonizada por los trabajadores y el pueblo, garantizan la consecución de nuestros objetivos y la construcción de una sociedad efectivamente democrática y solidaria.
 
Pero, no se puede desconocer que en estas semanas de lucha popular los avances y los aprendizajes han sido muchos. Una de las consignas más tempranas y más recurrentemente agitadas señala: “Chile despertó” y ya no les será posible volver a sumirlo en el sopor. Ni la represión más brutal, ni la desinformación sistemática, ni los intentos por fracturarnos, ni sus ofertas de última hora, han logrado aplacar la protesta popular. El pueblo se reúne, dialoga, se organiza y combate. Reconoce las condiciones en las cuales se desenvuelve su existencia, identifica con claridad a los responsables de la mismas y define demandas y estrategias de transformación.
 
Es un pueblo despierto que avanza de manera sostenida hacia crecientes niveles de organización. Expresión de ello, son los comités de derechos humanos que acompañan las manifestaciones, identifican a los detenidos, organizan la asistencia legal, presentan denuncias y señalan a los represores. También están los comités de salud que han levantado verdaderos hospitales de campaña para atender a los compañeros heridos durante las manifestaciones y que distribuyen información y recursos para combatir el armamento químico utilizado por la represión. Están los grupos artísticos y culturales que crean y recrean una estética profundamente comprometida con el pueblo y con los cambios que se necesitan. Están los colectivos de logística que proveen de agua y alimentos a los manifestantes. Y están los que combaten a la represión, los que defienden los territorios, los que protegen la manifestación, los que con su radicalidad abrieron el camino de la protesta y relevaron con sus acciones las miserias del sistema.
 
Pero no nos confundamos, no pertenecen a este grupo los delincuentes que asaltan a pequeños comerciantes o roban en los establecimientos educacionales de nuestros barrios. Este grupo fraccional es, sin lugar dudas, un producto residual del sistema, pero a la vez, funcional al mismo. Para ellos, protestar es de “giles” y no trepidan en convertirse en “domésticos” cada vez que la oportunidad se los permite. En Centroamérica y Colombia, durante la etapa más álgida de la lucha armada contra la burguesía, la delincuencia devino en “sicariato” al servicio de los aparatos armados del Estado. Pero, respecto de ellos no corresponde la denuncia y mucho menos su entrega a la policía; si su neutralización en nuestros territorios. Sus objetivos no son los nuestros y si se ponen al servicio del enemigo deben asumir las consecuencias.
 
Nos encontramos en una nueva fase en el desarrollo de la lucha popular. El Estado y sus lacayos han ordenado sus filas, han explicitado su oferta y se aprestan a redoblar la estrategia represiva para neutralizar a la franja más radicalizada del movimiento popular. Pero los trabajadores y el pueblo ya los reconoce y ya no acepta sus migajas. Es la hora de afianzar nuestros niveles de organización, de sistematizar los contenidos de nuestras demandas y de vertebrar y escalar nuestras formas de lucha. Es hora de construir un Polo Anticapitalista que se ponga a la vanguardia de la lucha popular.

¿Por qué prescindir de la Historia?

¿Por qué prescindir de la Historia?

Numerosas son las declaraciones, columnas de opinión y artículos, que emanaron como reacción al proceso de reforma curricular que elimina la Historia del plan obligatorio para 3º y 4º medios. La mayoría fue escrita por historiadores que se “enteraron por la prensa” del cambio curricular y salieron a la defensa de una disciplina, de un área del conocimiento, de un conjunto de saberes necesarios para nuestra vida en comunidad.

En la defensa hubo que reactualizar viejas preguntas: ¿Por qué y para qué la Historia?. En una sociedad “presentista”, instantánea, en la que han mutado las concepciones de espacio y donde la liquidez, el flujo y las conexiones en red son parte de la cotidianeidad de nuestra experiencia, esas preguntas requieren de redefiniciones.

En una época de transformación del Estado-nación, en la que los procesos de tránsito dividen a la población en “vagabundos” y “turistas” (Bauman, 1999), por cierto que la Historia de tinte nacionalista, ha ido perdiendo sentido. Las fechas emblemáticas, los héroes nacionales y las conmemoraciones de guerras ganadas o perdidas, se contraponen a una vida social diversa y heterogénea. El objetivo más tradicional de la enseñanza de la Historia en las escuelas, aquella de corte positivista, que buscaba la construcción de lazos de identidad nacional asociada a los espacios del Estado-nación, fue quedando obsoleta.

La pérdida de vigencia, sin embargo, tenía varias decenas de años en los debates epistemológicos al interior de la disciplina, pero estos no siempre tienen impacto causal en la Historia enseñada en las escuelas. Sin embargo, a partir de los años 90, con el retorno a la democracia en nuestro país, el currículum en Historia fue mostrando varios cambios, erosionándose ese viejo sentido decimonónico que le asignaron los historiadores fundacionales del Chile republicano.

Y con esos cambios también fue mutando el sentido de la Historia en nuestra sociedad. Una Historia crítica, para formar sujetos racionales, empoderados de sus historias, ya no únicas ni lineales, desde abajo, desde las localidades, desde el mundo popular. La idea de que la Historia proveía de esas experiencias pasadas, que resignificadas a la luz del presente, permitían el juicio incisivo sobre las elites, sobre el poder, sobre el sentido del cambio histórico, sobre los proyectos por venir, se fue volviendo cada vez más relevantes en las declaraciones de los “objetivos” curriculares, de los contenidos revisitados en las escuelas y en los autores que comenzaron a ganar tribuna en los libros escolares.

La idea de que la Historia puede proveernos de un conocimiento con potencial transformador, que trastoque el estatus quo, no es algo que le guste a las elites. Menos si ese potencial pretende ser universal y no un privilegio de las clases dominantes. Si además esa Historia se vuelve herramienta de cuestionamiento del presente, en función de procesos del pasado, si nos permite desnaturalizar las construcciones del género, de las clases, de las etnias, del poder político, entre otras múltiples posibilidades, se vuelve por tanto peligrosa.

Tal como indicó el Dr. Julio Pinto, Premio Nacional de Historia 2016, en una columna de opinión, la historia “nos  hace entendernos no como átomos que flotan en un espacio atemporal, sino como herederos de una experiencia milenaria, y protagonistas de una búsqueda interactiva de un mundo más solidario y mejor.  De igual modo que una persona sería incapaz de orientarse en el mundo sin las coordenadas y enseñanzas que nos brinda la memoria individual, una sociedad cualquiera, o la humanidad en su conjunto, necesitan de una carta de navegación que solo puede proporcionar esa memoria compartida que es la Historia.  Porque el mundo no nació ayer, y porque las acciones humanas no responden a leyes eternas o a protocolos pre-establecidos, la Historia es un patrimonio de logros, luchas y fracasos que a todos nos alimenta, y del que nadie podría prescindir. Y eso no vale solo para los especialistas, sino para todas las personas que conviven en sociedad”. De allí que disponer de ese conocimiento, abre potenciales emancipadoras que no siempre son bien vistas por quienes desean “órdenes” sociales, en los que la ausencia del conflicto, augure estabilidad, gobernabilidad, rentabilidad y crecimiento económico.

Prescindir de la Historia hoy día, parece similar a la necesidad de prescindencia de la Filosofía. No están lejos los ecos de una frase que atribuía a esta última disciplina, la re-emergencia del movimiento estudiantil en el 2011. Arturo Martínez, entonces presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), indicaba que los profesores de Filosofía estaban detrás de “la violencia”, ya que en sus clases se les “llenaría la cabeza de porquerías, para que salgan a tirar piedras y hacer desórdenes (2011).

Es cierto que hoy esa “reducción” analítica que esbozaba el líder de la multisindical no ha sido abiertamente defendida por nadie, pero tampoco se puede desconocer que los nuevos movimientos sociales han ido construyendo su propia relación con el pasado y han usado la Historia para dotarse de una identidad en el presente, convirtiéndose en protagonistas de procesos de cambio social que han trastocado los órdenes sociales. Quizás el ejemplo más nítido no esté en el movimiento estudiantil, pero sí es visible en el movimiento mapuche y de menor forma, en el feminista.

En las marchas estudiantiles del año 2011-2012 se escuchaba con fuerza la consigna de terminar con un modelo de educación heredado por la Dictadura y administrado eficientemente por la Concertación. “Y va a caer y va a caer, la educación de Pinochet”. Las relaciones con el pasado reciente, representaron una forma particular de entender este presente compartido. El origen del malestar no radicaba en el ahora, se había construido una imbricación que comprendía lo actual como nacido de un complejo proceso de modernizaciones, que una transición a la democracia “modelo”, intentó dotar de legitimidad social en base a grandes acuerdos y consensos. Aquello fue evaluado históricamente, cuestionado y erosionado. Más allá de los efectos de esa movilización y las reformas que actuaron para “satisfacer” las demandas, la Historia estaba en la calle, para cuestionar el pasado y transformar el presente.

A raíz de estas reflexiones es lícito preguntarse cuánto tiene de ideológico esta reforma curricular. Cuánto de rechazo a un tipo de Historia crítica, que aunque no permeó totalmente al sistema escolar, si parece haber erosionado el sentido tradicional de la misma. Cuánto de esta reflexión pudo estar en las mentes de los tecnócratas que han salido en la defensa de una reforma curricular, que ha desvirtuado algunos principios como el de interdisciplina, colaboración e integración.

Y aquí hay que ser claro. No se trata de una defensa gremial a una disciplina, sino que de un tipo de saberes y conocimientos que todas, todos y todes necesitamos para la vida en sociedad. Pero es lícito pensar que pueda ser una sociedad distinta, porque el devenir histórico no es un sino irrefutable, sino que da cuenta de los procesos de toma de decisiones, de actores, de lecturas epocales, en suma, de cómo otros actores pensaron la sociedad contemporánea y cuánto de ella queremos legítimamente cambiar. Por ello la Historia no puede ser ni electiva ni prescindible, porque de serlo aumentará la desigualdad cultural social y política de nuestra sociedad.

Estudiantes de Historia rescatan valor de movimientos sociales en Jornada Clotario Blest

Estudiantes de Historia rescatan valor de movimientos sociales en Jornada Clotario Blest

Estudiantes de Licenciatura y Pedagogía en Historia de la Universidad de Santiago de Chile, en conjunto con el Departamento de Historia, realizaron las IV Jornadas de Estudiantes de Historia Clotario Blest. Movimientos sociales, política y memoria en Chile, siglos XX y XXI.

La actividad se realizó en el Edificio de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio durante los días 8 y 9 de octubre y contó con la participación de académicos de nuestro Plantel, además de destacados invitados de otras universidades nacionales.

Las palabras de bienvenida las dio la directora del Departamento de Historia, Dra. Cristina Moyano, quien agradeció a los organizadores por la fuerza y capacidad para mantener esta iniciativa durante cuatro años.“Espero que esto no se diluya y que pueda institucionalizarse como una actividad permanente de los estudiantes de nuestra Unidad, porque muchas veces estas jornadas se agotan en las experiencias generacionales y es un desafío para quienes las mantienen en el tiempo dotarlas de un sello particular”.

En su discurso, la Dra. Moyano señaló la importancia de estos eventos y que si bien pareciera evidente el debatir en ellos sobre historia indicó que “acudir a eventos de este tipo no está en el horizonte cercano de los estudiantes, para qué decir coloquios y seminarios, si algo no es evaluado no merece la pena, ergo, nuestra formación más amplia se ha ido debilitando por las concepciones pragmáticas de los estudiantes y también, por cierto, de los profesores. Entonces participar de estas actividades amplía y enriquece la formación académica, abre horizontes curriculares y permite la constitución de redes”.

También valoró que las actividades de este tipo permiten configurar comunidades académicas, marcando las formaciones con sello generacional, transitando las aulas de las universidades donde se estudia para compartir con pares de otros espacios formativos. “Además de poder reflexionar sobre el sentido de la disciplina, y permitir politizar la historia en un sentido amplio redefiniendo el rol público de las investigación de las actividades de vinculación con el medio, como se les llama ahora,  pero que en el fondo nos obligan a interrogarnos sobre la producción de  conocimiento histórico, los objetivos de la disciplina, cómo romper las barreras de la Universidad y el academicismo, entre otras muchas cuestiones que cobran sentido cuando nos reunimos en este tipo de eventos”.

En este sentido Valentina Abarca, estudiante de 4to año de Licenciatura en Historia y parte del equipo organizador de las IV Jornadas, indicó que “quisimos darle este énfasis de formación histórica y la educación porque creemos que es algo fundamental y es por eso este evento se cerrará con un foro que aborda el tema dándole el espacio que se merece como la base de nuestra formación como historiadores e historiadoras”.

IV Jornadas

El programa de las jornadas presentó cinco mesas en donde los protagonistas fueron los estudiantes y tres foros con la participación de académicos de nuestra Universidad y algunos invitados de otros planteles nacionales, en las que se abordaron temas enfocados hacia la producción de un saber descolonizado, a la nueva historia política y a la educación.

En el caso de la mesas de estudiantes los temas fueron: Mesa 1 “Feminismo y mujeres populares: estudios para abrir nuevas perspectivas analíticas”, en la que participaron las estudiantes de nuestro Plantel María Eugenia Caviglia, Valeria Abett de la Torre y Valentina Abarca. Mesa 2 “El Estado y el patrón contra el pueblo mapuche” a cargo de Marie Juliette Urrutia (U. de Santiago), Yarella Sánchez (U. de Chile) y Filip Escudero (U. de Viña del Mar). Mesa 3 “Represión, solidaridad y resistencia durante la dictadura cívco-militar”, donde expusieron Javiera Velásquez (UAHC), Abelina Caniuñir (ARCIS) y Andrea Carmona (U. de Chile). Mesa 4 “Discursividades políticas contra la opresión: Movimientos anarquistas y antifascistas” de Francine Silva y Ginés Puente (U. de Chile y U de Barcelona), Juan Naudón (UAHC) y Diego Quintana (U. de Chile) y finalmente Mesa 5 “Memoria social: identidades y representaciones, en dondel os expositores fueron Joaquín Galande (UAH), Felipe Vera (USACH) y Diego Calderon (UMCE).

Los Foros desarrollaron tres temáticas diferentes: Foro 1 “Hacia una producción del saber descolonizado”, realizado por el historiador mapuche, Claudio Alvarado Lincopi.  Foro 2 ““Nueva historia política: debates iniciales y actuales”, a cargo de la Dra. Cristina Moyano y el Dr. Víctor Muñoz, y Foro 3 que dio término al evento “La escuela como espacio de politización, donde expusieron Yanny San Cruz, académica de nuestra Casa de Estudios y Enrique Gatica, magister en historia de nuestra Universidad

Las IV Jornadas cumplieron con su objetivo de generar una zona de discusión sobre temas de importancia histórica y social, proyectándose como un espacio de  reflexión, análisis y de muestras de investigaciones de estudiantes y académicos. Ahora el desafío será avanzar en el posicionamiento del evento a nivel local, así como también en el ámbito nacional universitario.

Departamento de Historia rememora manifestaciones de Mayo del 68

Departamento de Historia rememora manifestaciones de Mayo del 68

“El Cielo por Asalto: Mayo del 68 en perspectiva histórica (1968-2018)” fue el nombre del conversatorio mediante el que, el Dr. Patrick Puigmal, director del Programa de Estudios y Documentación en Ciencias Humanas (PDECH) de la Universidad de La Frontera, y el Dr. Sergio Grez, académico del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, recordaron y analizaron este acontecimiento que se transformó en una de la más grandes manifestaciones estudiantiles y sindicales del siglo XX.

La apertura estuvo a cargo del director del Departamento de Historia, Dr. Hernán Venegas, y del coordinador de la actividad, el Dr. Igor Goicovic, quienes agradecieron la visita de los expertos e indicaron la importancia que ha tenido el Mayo del 68 para la política actual.

Dr. Sergio Grez: “Mayo del 68’ es un combate de otra época, pero siempre actual, porque sus utopías libertarias esperan su realización  en nuestra sociedad”.

El conversatorio comenzó con el análisis del Dr. Sergio Grez, quien se refirió a las diferentes interpretaciones del suceso, resaltando que  “Mayo del 68, particularmente en París, fue una revuelta juvenil, especialmente estudiantil contra la generación de sus padres”.

Entre las interpretaciones dadas por el académico sobresalió la del español Eduardo Mendoza: “Mayo del 68´ fue en esencia una revuelta juvenil, seguramente la primera de la historia y por esta razón pilló desprevenidas a las jerarquías de todo tipo, incluidas a las intelectuales y familiares”. También citó a la socióloga francesa Christine Fauré,  "El Mayo del 68 fue parte de un ensamble geopolítico global: se vivió una agitación estudiantil excepcional a nivel global. En España, Francia e Italia, la revuelta incluyó también al mundo obrero. En Checoslovaquia, la Primavera de Praga fue el despertar de la desestanilización", agregó el académico.

El Dr. Grez además se refirió a otras definiciones, como la que indica que este hecho histórico fue una lucha democrática de los estudiantes, pero desviada por el aventurerismo Gochista (izquierdista o ultraizquierdista) y sin verdadera visión política “Sectores de la izquierda, trotskitas y maoísta, vieron el Mayo del 68  como una huelga general del proletariado francés en la que el estudiantado habría jugado el rol de catalizador de la lucha obrera, de carácter revolucionario, traicionado por el Partido Comunista y la Central General de trabajadores (CGT) .

También se manifestó que dentro de las interpretaciones históricas, el Mayo francés habría permitido que tomaran cuerpo los tres principales movimientos sociales: ecologismo, feminismo y  pacifismo, sabiendo que estos ya estaban de antes, pero omitidos por el poder.

En América Latina,  Mayo del 68 fue parte de un proceso más amplio. “Argentina tiene su Mayo del 68’ en Mayo del 69’ con el Cordobazo. En México la Masacre de Tlatelolco en octubre de ese año. En Chile la Reforma Universitaria, que se inicia el 67 y toma mayor fuerza el 68, que a través de un proceso de luchas populares desgastó al reformismo democratacristiano y provocó el ascenso de la izquierda al gobierno en 1970, entre otros”, concluyó el académico.

Dr. Patrick Puigmal: “Francia era un país donde hay poca libertad, poca igualdad y  casi nula fraternidad”.

“No era un país en donde los temas de diversidad tuvieran su espacio de discusión, tampoco para los contenidos de género o del acceso laboral. Creo que el elemento mayor del Mayo del 68 es la frase ‘Tomar la Palabra, tener los espacios para poder decir las cosas’”,  indicó Puigmal.

El académico habló de la Francia de aquella época indicando sus graves problemas de inclusión. “En los años 60, Francia es un país sin posibilidad de movilidad social. Si uno nacía en la clase obrera, moría en ella. No existen posibilidades de cambio social a pesar que existen muchas herramientas para lograrlo. Es un país con pleno empleo, por ejemplo”.

Después se refirió a los medios de comunicación (en su mayoría en manos de los poderes fácticos) que invisibilizaban el conflicto. “Solamente las radios libres (Europa 1 y Radio y Televisión de Luxemburgo) reportan lo que pasaba en las calles de París, el resto de los medios casi nunca tocan el tema”, indicó Puigmal.

La juventud no es un cuerpo social apto para debatir las cosas públicas. Francia acaba de salir de dos guerras (Indochina y Argelia) en las que la  juventud fue muy activa. “Los jóvenes nunca se habían expresado, y lo concibieron a través de la toma de universidades, de las calles, la ocupación de barrios enteros y no solo París, también otras ciudades”, señaló el académico.

Los primeros movimientos feministas de fin del siglo XIX hasta unos años después de la Segunda Guerra Mundial, habían caído en una situación de inexistencia pública. “Mayo del 68 corresponde al nacimiento del MLF (Movimiento de Liberación Feminista) en Francia y sus estudiantes las primeras que se van a levantar”, apuntó el Dr. Puigmal.

Conclusiones: Debajo de los adoquines está la playa

“Siempre hay arena debajo de los adoquines, no importan que todo esté aparentemente cerrado porque hay maneras de abrir espacios, pero lo que querían era un cambio de forma, no de fondo: sacamos el adoquín y aparece la playa” explica el profesor Puigmal.

Las demandas de Mayo del 68 generan una apertura de la agenda. El tema feminista no cambia el 68, pero tiene efecto en las décadas siguientes. No hay Ley de Aborto en 1976 bajo un gobierno de derecha sin el Mayo del 68 ni Simone Veil, diputada de derecha que impone a su sector votar a favor. Tampoco la primera ley que propone bajar la edad de votación de 21 a 18 años bajo el gobierno conservador de Giscard d´Estaing; la eliminación de la pena de muerte, en el gobierno de François Mitterrand y otras del área de género, como las primeras normas de aceptación social de parejas homosexuales y lesbianas y los iniciales intentos de adopción de niños por parte de esas parejas, entre otras.

“No quiero olvidarme de Daniel Cohn-Bendit, Daniel Rojo, la figura carismática del movimiento que con el tiempo se transformó en uno de los líderes de los partidos ecológicos en Alemania y en Francia, en un partidario de una Europa fundada en regiones y no en naciones. Ha sido diputado europeo y me parece que él representa muy bien cómo esos líderes del 68 (no todos) han tratado de dar vida a algunas de las metas de cuando lideraron el movimiento”, concluyó el académico.

Libro de economistas de la FAE retrata conducta empresarial en Chile

Libro de economistas de la FAE retrata conducta empresarial en Chile

Pollos, papel higiénico, farmacias y pañales, son sólo algunos de los polémicos casos que han remecido al mercado nacional en la última década. Sin embargo, pese al impacto social que han provocado, no existía –hasta ahora- evidencia bibliográfica que retrara dichas alianzas.

En ese contexto, adscritos al relevante rol social y público que cumple nuestro Plantel, los académicos Dr. Manuel Llorca Jaña, jefe de la Carrera de Ingeniería Comercial en Economía y el Dr. Diego Barría Traverso, director del Departamento de Gestión y Políticas Públicas, buscaron dar cuenta de la historia y evolución de la empresa y su rol en el desarrollo nacional, aportando con una innovación historiográfica en Chile.

Para ello, los economistas seleccionaron diversos estudios sobre historia empresarial en Chile, realizados previamente por el Departamento de Gestión de Políticas Públicas de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago, con los cuales crearon el libro: “Empresas y Empresarios en la Historia de Chile”, publicado en dos tomos.

Uno de los objetivos de realizar esta recopilación, dicen los autores, es que no existe una tradición que permita acceder a la historia y evolución de las empresas y los empresarios en el país.

En esa línea, el Dr. Diego Barría enfatiza que la historia empresarial no busca ensalzar la figura del empresario, sino más bien entender su comportamiento.

“No existe en Chile una cultura empresarial que persiga preservar archivos y dar libre acceso a investigadores sobre su historia, que permitan entenderla y estudiarla. De ahí la falta de bibliografía en castellano sobre el tema”, puntualiza.

Por su parte, el Dr. Manuel Llorca, indica que “este es un libro que viene a llenar un vacío historiográfico y que permite promover la investigación y la enseñanza de la historia empresarial en la academia chilena, donde ha sido largamente ignorada y desplazada por la historia social y política de nuestro país”.

Innovación historiográfica

La primera edición de este relevante aporte nacional, abarca el período de 1810 a 1930, en donde presentan las dinámicas empresariales en función de la formación del Estado durante el siglo XIX y cómo experimentaron sus primeros ciclos de crecimiento y exportación.

Mientras que en el segundo tomo, publicado y que abarca los años 1930 al 2015, los académicos analizan en ocho artículos la adaptación y las alianzas establecidas entre empresarios, así como la fraterna y constante alianza entre esta clase y los políticos, y las mujeres en los negocios en Chile en esta época.

El libro, en tanto, se encuentra disponible en la página web de Editorial Universitaria.

Destacados historiadores internacionales se dan cita en nuestra Universidad en seminario sobre Revolución Rusa

Destacados historiadores internacionales se dan cita en nuestra Universidad en seminario sobre Revolución Rusa

Durante dos jornadas, el Departamento de Historia y el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile desarrollaron el seminario internacional “A 100 años de la Revolución de Octubre: La construcción histórica del Comunismo (1917-2017)”.

Un encuentro que contó con la destaca presencia del historiador inglés Dr. Orlando Figes, académico del Birkbeck College de la Universidad de Londres, y del historiador argentino Dr. Horacio Tarcus, director del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina (CeDinCi).

Ambos, reconocidos investigadores en el tema de la Revolución Rusa y los diversos procesos que le han sucedido, agradecieron la invitación y valoraron que una institución de educación superior pública dialogue y discuta sobre este tema.

Esto, junto a la activa participación de académicos y estudiantes, de pregrado y postgrado, del Plantel, en las actividades realizadas tanto en el Salón de Honor como en la Sala de Cine de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio.

Fortalecer la memoria colectiva

El Dr. Orlando Figes ha centrado su investigación en la historia de Rusia, la Unión Soviética y el Este de Europa, lo que quedó reflejado en sus conferencias “A cien años de la Revolución Rusa: Mito, conmemoración y memoria colectiva” y otra basada en su libro “Los que susurran: La represión en la Rusia de Stalin” (2007).

“Todo lo realizado desde 1917 es justificado en nombre de la Revolución a partir del triunfo soviético de Stalin sobre el nazismo”, precisó el experto. “Pero a partir del colapso del comunismo en 1991, la memoria sobre Octubre pasó a ser un tema de división, con diversos intentos por establecer un nuevo sistema para asegurar la unificación”, agregó.

En ese contexto, parte de sus análisis se concentraron en la importancia de fortalecer una memoria más colectiva que interrogue al pasado y pueda generar un cambio de actitud en Rusia. “La memoria oficial es tan determinante, que la memoria colectiva está oprimida, por lo que las personas no entienden claramente lo ocurrido. Se apoyan en la esfera oficial y si no es así, prefieren dejarlo de lado y olvidarlo”, reflexionó.

En cuanto a la conmemoración de los cien años, advirtió que en Rusia no será muy masiva ni con posiciones definidas, pues hoy representa un motivo más de vergüenza que de orgullo. De hecho, aseguró que para algunos ese episodio de la Historia representa el inicio de una nueva civilización soviética, mientras que para otros es sinónimo de destrucción.

“Lo último que quiere Vladimir Putin es incentivar la conmemoración de una revolución, por temor a sus relaciones con distintas zonas fronterizas. El mensaje del actual régimen es que las revoluciones son malas y destructivas, por lo que deben evitarse”, detalló el Dr. Figes. “Frente a eso, la opción es un mensaje de reconciliación para asegurar la unidad del Estado”, añadió.

Cabe destacar que entre sus obras también figuran “La revolución rusa: La tragedia de un pueblo 1891-1924” (1996); “Interpretar la Revolución Rusa: El lenguaje y los símbolos de 1917” (1999); “El baile de Natacha: Una historia cultural rusa” (2002); y “Crimea. La primera gran guerra” (2010).

Proceso de alcance mundial

El Dr. Horacio Tarcus, quien se desempeña como académico de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de San Martín, precisó que el proceso de la Revolución Rusa cambió el modo de entender la política, el imaginario, la utopía, la acción de masas y el Estado. Así lo analizó en sus dos conferencias, denominadas “La recepción argentina de la Revolución Rusa: Las izquierdas y los intelectuales” y “A cien años del Estado y la Revolución: La teoría leninista de la política, el Estado y el Poder”.

“Implicó pensar los procesos políticos incorporando un nuevo lenguaje, pues se comenzó a hablar de revolución y contrarrevolución, poder y doble poder, términos nuevos como soviets, bolchevismo y menchevismo”, detalló el experto. “Términos que no solo se incorporan en el mundo de las izquierdas, sino que inclusive la gran prensa siguió con mucha avidez el proceso soviético”, recordó.

Además, comentó que se trata de un proceso que junto con impactar en la conformación de los partidos comunistas latinoamericanos, también lo hace sobre el movimiento anarquista y el movimiento sindicalista. “Hay viajeros latinoamericanos que quieren conocer el país de los soviets, conocer este experimento. Existen emisarios soviéticos que vienen a Santiago, Buenos Aires y Lima para contribuir a edificar el comunismo y rectificar errores en términos de la época”, resaltó.

En ese contexto, rememoró la incidencia en el mundo de la cultura, de la literatura y el gran impacto de lo que son las vanguardias rusas de las décadas del '20, ’30 y ’40. “Todo eso se imbricó de modo específico en cada país con los propios sistemas políticos, con las propias culturas nacionales, y marcó profundamente el siglo”, aseguró el Dr. Tarcus.

Junto con recordar sus anteriores viajes a Chile como profesor visitante en la Universidad de Santiago, gracias a la Dra. Olga Ulianova –destacada académica, investigadora y directora del IDEA, quien falleció en diciembre de 2016–, manifestó que “me parece una iniciativa extraordinaria que una Universidad pública convoque, recuerde e invite a la discusión, con investigadores nacionales e internacionales con posturas diversas, por lo que es un esfuerzo a remarcar”.

Cabe mencionar que entre sus obras figuran “El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña” (1996); “Mariátegui en la Argentina” (2002); “Diccionario biográfico de la izquierda argentina” (2007); “Cartas de una hermandad” (2009); y “El socialismo romántico en el Río de la Plata 1837-1852” (2016).

Profundizar líneas de investigación

Como director del Departamento de Historia del Plantel, el Dr. Hernán Venegas Valdebenito destacó en el discurso inaugural del encuentro que “nuestros esfuerzos buscan presentar líneas de investigación para posicionarnos a nivel nacional y de América Latina, instalando el nombre de la Universidad de Santiago en lo más alto como generadores de conocimiento, en beneficio de la formación de nuestros estudiantes de pregrado y postgrado”.

Además de agradecer especialmente a los académicos Dr. Igor Goicovich Donoso y Dr. Rolando Álvarez Vallejos, como artífices de la idea que dio origen a este seminario, resaltó que “los historiadores nos interesamos por el pasado y también por el presente. Y si pensamos en los fenómenos políticos, culturales y de naturaleza social del siglo XX, sin duda que el comunismo y la Revolución de 1917 debe estar en nuestra esfera de interés”.

En concordancia con la necesidad de continuar con el trabajo de profundización en líneas de investigación como las desarrolladas en este seminario, el director del IDEA, Dr. Fernando Estenssoro Saavedra, manifestó lo fundamental que resulta “entender las múltiples derivaciones a través de un análisis permanente de la Historia y como ésta influye en nuestro presente y futuro”.

En ese sentido, no dudó en asegurar que la Revolución Rusa es uno de los eventos políticos y sociales más impactantes del siglo XX. “Es un proceso que determinó la vida de los rusos, de los europeos y de la humanidad en su conjunto. Por ello, es esencial seguir investigando este fenómeno”, concluyó.

Destacados historiadores internacionales se dan cita en nuestra Universidad en seminario sobre Revolución Rusa

Destacados historiadores internacionales se dan cita en nuestra Universidad en seminario sobre Revolución Rusa

Durante dos jornadas, el Departamento de Historia y el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile desarrollaron el seminario internacional “A 100 años de la Revolución de Octubre: La construcción histórica del Comunismo (1917-2017)”.

Un encuentro que contó con la destaca presencia del historiador inglés Dr. Orlando Figes, académico del Birkbeck College de la Universidad de Londres, y del historiador argentino Dr. Horacio Tarcus, director del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina (CeDinCi).

Ambos, reconocidos investigadores en el tema de la Revolución Rusa y los diversos procesos que le han sucedido, agradecieron la invitación y valoraron que una institución de educación superior pública dialogue y discuta sobre este tema.

Esto, junto a la activa participación de académicos y estudiantes, de pregrado y postgrado, del Plantel, en las actividades realizadas tanto en el Salón de Honor como en la Sala de Cine de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio.

Fortalecer la memoria colectiva

El Dr. Orlando Figes ha centrado su investigación en la historia de Rusia, la Unión Soviética y el Este de Europa, lo que quedó reflejado en sus conferencias “A cien años de la Revolución Rusa: Mito, conmemoración y memoria colectiva” y otra basada en su libro “Los que susurran: La represión en la Rusia de Stalin” (2007).

“Todo lo realizado desde 1917 es justificado en nombre de la Revolución a partir del triunfo soviético de Stalin sobre el nazismo”, precisó el experto. “Pero a partir del colapso del comunismo en 1991, la memoria sobre Octubre pasó a ser un tema de división, con diversos intentos por establecer un nuevo sistema para asegurar la unificación”, agregó.

En ese contexto, parte de sus análisis se concentraron en la importancia de fortalecer una memoria más colectiva que interrogue al pasado y pueda generar un cambio de actitud en Rusia. “La memoria oficial es tan determinante, que la memoria colectiva está oprimida, por lo que las personas no entienden claramente lo ocurrido. Se apoyan en la esfera oficial y si no es así, prefieren dejarlo de lado y olvidarlo”, reflexionó.

En cuanto a la conmemoración de los cien años, advirtió que en Rusia no será muy masiva ni con posiciones definidas, pues hoy representa un motivo más de vergüenza que de orgullo. De hecho, aseguró que para algunos ese episodio de la Historia representa el inicio de una nueva civilización soviética, mientras que para otros es sinónimo de destrucción.

“Lo último que quiere Vladimir Putin es incentivar la conmemoración de una revolución, por temor a sus relaciones con distintas zonas fronterizas. El mensaje del actual régimen es que las revoluciones son malas y destructivas, por lo que deben evitarse”, detalló el Dr. Figes. “Frente a eso, la opción es un mensaje de reconciliación para asegurar la unidad del Estado”, añadió.

Cabe destacar que entre sus obras también figuran “La revolución rusa: La tragedia de un pueblo 1891-1924” (1996); “Interpretar la Revolución Rusa: El lenguaje y los símbolos de 1917” (1999); “El baile de Natacha: Una historia cultural rusa” (2002); y “Crimea. La primera gran guerra” (2010).

Proceso de alcance mundial

El Dr. Horacio Tarcus, quien se desempeña como académico de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de San Martín, precisó que el proceso de la Revolución Rusa cambió el modo de entender la política, el imaginario, la utopía, la acción de masas y el Estado. Así lo analizó en sus dos conferencias, denominadas “La recepción argentina de la Revolución Rusa: Las izquierdas y los intelectuales” y “A cien años del Estado y la Revolución: La teoría leninista de la política, el Estado y el Poder”.

“Implicó pensar los procesos políticos incorporando un nuevo lenguaje, pues se comenzó a hablar de revolución y contrarrevolución, poder y doble poder, términos nuevos como soviets, bolchevismo y menchevismo”, detalló el experto. “Términos que no solo se incorporan en el mundo de las izquierdas, sino que inclusive la gran prensa siguió con mucha avidez el proceso soviético”, recordó.

Además, comentó que se trata de un proceso que junto con impactar en la conformación de los partidos comunistas latinoamericanos, también lo hace sobre el movimiento anarquista y el movimiento sindicalista. “Hay viajeros latinoamericanos que quieren conocer el país de los soviets, conocer este experimento. Existen emisarios soviéticos que vienen a Santiago, Buenos Aires y Lima para contribuir a edificar el comunismo y rectificar errores en términos de la época”, resaltó.

En ese contexto, rememoró la incidencia en el mundo de la cultura, de la literatura y el gran impacto de lo que son las vanguardias rusas de las décadas del '20, ’30 y ’40. “Todo eso se imbricó de modo específico en cada país con los propios sistemas políticos, con las propias culturas nacionales, y marcó profundamente el siglo”, aseguró el Dr. Tarcus.

Junto con recordar sus anteriores viajes a Chile como profesor visitante en la Universidad de Santiago, gracias a la Dra. Olga Ulianova –destacada académica, investigadora y directora del IDEA, quien falleció en diciembre de 2016–, manifestó que “me parece una iniciativa extraordinaria que una Universidad pública convoque, recuerde e invite a la discusión, con investigadores nacionales e internacionales con posturas diversas, por lo que es un esfuerzo a remarcar”.

Cabe mencionar que entre sus obras figuran “El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña” (1996); “Mariátegui en la Argentina” (2002); “Diccionario biográfico de la izquierda argentina” (2007); “Cartas de una hermandad” (2009); y “El socialismo romántico en el Río de la Plata 1837-1852” (2016).

Profundizar líneas de investigación

Como director del Departamento de Historia del Plantel, el Dr. Hernán Venegas Valdebenito destacó en el discurso inaugural del encuentro que “nuestros esfuerzos buscan presentar líneas de investigación para posicionarnos a nivel nacional y de América Latina, instalando el nombre de la Universidad de Santiago en lo más alto como generadores de conocimiento, en beneficio de la formación de nuestros estudiantes de pregrado y postgrado”.

Además de agradecer especialmente a los académicos Dr. Igor Goicovich Donoso y Dr. Rolando Álvarez Vallejos, como artífices de la idea que dio origen a este seminario, resaltó que “los historiadores nos interesamos por el pasado y también por el presente. Y si pensamos en los fenómenos políticos, culturales y de naturaleza social del siglo XX, sin duda que el comunismo y la Revolución de 1917 debe estar en nuestra esfera de interés”.

En concordancia con la necesidad de continuar con el trabajo de profundización en líneas de investigación como las desarrolladas en este seminario, el director del IDEA, Dr. Fernando Estenssoro Saavedra, manifestó lo fundamental que resulta “entender las múltiples derivaciones a través de un análisis permanente de la Historia y como ésta influye en nuestro presente y futuro”.

En ese sentido, no dudó en asegurar que la Revolución Rusa es uno de los eventos políticos y sociales más impactantes del siglo XX. “Es un proceso que determinó la vida de los rusos, de los europeos y de la humanidad en su conjunto. Por ello, es esencial seguir investigando este fenómeno”, concluyó.

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