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Estudian maltrato entre parejas

Estudian maltrato entre parejas

Con el objetivo de entender procesos que no suelen ser abordados por la psicología evolucionista respecto a elementos comunes en la conformación de relaciones sentimentales, la Dra. Ana María Fernández, académica de la Escuela de Psicología de la U. de Santiago, lideró el estudio “Discrepancias en el valor de pareja como predictor del riesgo de maltrato”, financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt).

El equipo, fue co-integrado por el biólogo de la Universidad de Playa Ancha, José Antonio Muñoz; la psicóloga clínica de la Universidad Católica, Diana Rivera; la psicóloga de la Universidad de Chile, Michelle Dufey, y el psicólogo Juan Enrique Wilson, de la Universidad de Chile.

Durante tres años, los investigadores realizaron entrevistas y análisis a un total de 264 personas del Gran Santiago, con un rango de edad entre 19 a 35 años y un promedio de 51 meses de relación.

En cuanto al principal resultado, la Dra. Ana María Fernández, afirma que lograron un cumplimiento total de la hipótesis planteada, “las diferencias en el valor de pareja podrían estar relacionadas con el maltrato. Es decir, aquellas personas que se auto-perciben como menos atractivas son quienes tienen valores mayores de discrepancias, o están en el grupo en el cual sí hay maltrato a la pareja”, explica la académica.

 

Método de estudio

 

Al tratarse del primer estudio de este tipo realizado a nivel nacional, los investigadores, debieron alargar por un año más el trabajo, debido a que en primera instancia seleccionaron una muestra errónea, tomando como referencia a parejas con mediaciones judiciales.

Fue así, como al recomenzar la selección de la muestra, se invitó a parejas con y sin conflicto, que convivieran al menos durante seis meses; en donde cada miembro fue analizado de manera individual respecto a satisfacción en la relación, existencia de engaño, celos, maltratos, medidas fisiológicas, y medidas físicas con el objetivo de obtener una antropometría del atractivo.

En términos generales, participaron 132 parejas en el estudio. De la cifra se desprende que un 73% correspondían a convivientes y un 27% a casados, mientras que un 52% del total no tenían hijos.

El rango de edad abarcado fue de 19 a 35 años. En cuanto a distribución geográfica, los participantes fueron de 30 comunas del gran Santiago, en su mayoría de las comunas aledañas a la Universidad (Santiago un 22% de la muestra, Maipú un 13%, Estación Central y Pudahuel 8% cada una).

Mientras que en cuanto a nivel educacional, un 55% contaba con estudios técnico universitarios, y solo un 8% con enseñanza media incompleta.

Respecto al área de estudio, la investigadora explica, “en Chile, por lo general, no se hace mucha investigación básica, llevada a la aplicación, o a una comprensión más interdisciplinaria. Entonces, buscamos entender un poco más como se unen las parejas”.

Agrega, que es necesario la puesta en marcha de un plan de Estado, para potenciar la felicidad de las parejas. “Yo creo que es un aporte para nuestro país, para entender por ejemplo, las políticas públicas, que a lo mejor se debiese invertir mucho más dinero en acciones saludables para la pareja”, explica la psicóloga.

 

Principales Resultados

 

Como principal resultado, los investigadores comprobaron la existencia de una hipótesis contraintuitiva, (que se opone a la intuición).

Según la Dra. Fernández, se tiende a pensar que cuando un miembro de la pareja maltrata a otro es porque lo está intentando retener inadecuadamente, debido a que sobre-valora o aprecia algo de la otra persona, pero lo que se encontró en el estudio es distinto. “Lo que percibimos, es que la gente se siente menos atractiva”, indica.

Los investigadores definen el aspecto “atractivo”, desde una perspectiva multidimensional. Según explica la académica, “el atractivo lo medimos como valor de pareja auto-percibido, es decir, cuánto una persona cree que es considerada atractiva por el resto en términos de su apariencia física, sus habilidades sociales, su éxito con el sexo opuesto, su capacidad económica, como potencial madre o padre, por la historia de las relaciones y su valoración de las relaciones reproductivas”,

En términos generales, los investigadores encontraron que: Como medidas de agresión general, los hombres presentan mayor agresión física hacia su pareja que las mujeres; mientras que en el caso de las mujeres presentan mayor ira que los hombres.

En cuanto a medidas de control de comportamiento en la pareja, las mujeres presentan un comportamiento controlador mayor, de tipo amenazante y aislante hacia su pareja. “Descubrimos que las mujeres chilenas no son seres pasivos, tienen harto dominio y control sobre sus parejas”, explica la investigadora.

Respecto a tácticas de retención, los hombres buscan entregar mayores beneficios a su pareja, que las mujeres.

En el ámbito de los celos, reactivos y/o preventivos, la mujeres los presentan en un mayor grado.

En cuanto a autopercepción, los hombres se perciben a sí mismos como mejores padres y son más preocupados de su apariencia que las mujeres.

Mientras que las mujeres, se perciben a sí mismas más preocupadas por cómo las aprecia el sexo opuesto, con más historias de relaciones de pareja y con mayor miedo al fracaso en la relación, que los hombres. Asimismo, las mujeres perciben que reciben mayor reciprocidad desde su pareja, que los hombres.

 

Recomendaciones

 

Una de las interrogantes que surge, al conocer los resultados del estudio, es qué hacer para mantener una pareja feliz a largo plazo.

Al respecto, la investigadora asegura que sí existen relaciones armónicas en Chile, pero que éstas tienen un denominador común: “en las parejas felices no hay tantas diferencias. En las relaciones que se dan discrepancias suelen ser parejas abusivas y controladoras. Se sigue confirmando siempre la hipótesis de que la similitud prevalece”, indica.

En los miembros de una pareja que son similares, es decir se valoran a ambos y se auto-perciben de manera positiva, las relaciones son mucho más saludables. “Ante una crisis, surge siempre una reacción más conversada, más sintonizada, ambos equilibran sus celos, hay una correlación súper alta”, explica la investigadora.

Diversos estudios internacionales de terapeutas de pareja, afirman que una discusión fuerte, en donde se incurra en descalificaciones o insultos, queda grabado en la memoria provocando el olvido de al menos 20 acciones o situaciones buenas durante la relación.

Es por ello, que la psicóloga recomienda conversar siempre. “Es muy importante para fortalecer las relaciones, entender que en la vida pueden haber conflictos, pero no dar por sentado que si pasó el conflicto esto quedó en el pasado y los dos lo olvidaron”, explica.

Agrega que, “probablemente producto de un conflicto grande uno de los dos podrá sentir que no es atractivo, que no es valioso, que no es una persona que valga, que a lo mejor no tiene más opción que quedarse con esa pareja y eso va a fomentar una situación que al final podrá desencadenar un conflicto mucho mayor”, explica la académica.

Por eso sugiere, que ante la existencia de un conflicto en la relación, es necesario repararlo como cualquier problema del día a día, y tomar acciones buenas.

Ejemplifica con las acciones que toma la sociedad en Estados Unidos, en donde tantos hombres como mujeres buscan informarse respecto a cómo mantener la atracción de su pareja constantemente. “Acá creo, que aún no ha entrado esa lógica de querer realmente cortejar al otro, se ve solo como desde un nivel de qué querrá la mujer o el hombre, pero no se aplica como para fomentar una buena relación”, sostiene la Dra.

La investigadora concluye indicando que, “una pareja que se siente bien, que se siente atractiva, será una mejor pareja. A diferencia de lo que se pensaría, de que si alguien se siente atractiva dejaría a su pareja”.

Siguiendo los resultados obtenidos del estudio, la investigadora argumenta que si un miembro de la pareja no se siente atractiva, probablemente será una mala pareja, y agredirá directa o indirectamente.

Ley que aumenta sanciones por maltrato permitirá visibilizar este tipo de delitos

Ley que aumenta sanciones por maltrato permitirá visibilizar este tipo de delitos

El pasado lunes (29) la Presidenta de la República, Michelle Bachelet Jeria promulgó la ley que establece nuevas penas, delitos y reglas respecto a conductas que involucren maltrato psíquico o físico, en contra de menores de edad, adultos mayores o personas en situación de discapacidad.

 

Las antiguas normas sancionaban las agresiones únicamente cuando provocaban lesiones, pero con la nueva ley todas aquellas agresiones y abusos no constitutivos de lesiones, que se cometían en residencias de adultos mayores, en colegios o en instituciones encargadas de entregar tratamiento a personas en situación de discapacidad, también recibirán sanción.

 

Asimismo, se estableció en la iniciativa penas accesorias como la inhabilidad absoluta, temporal o perpetua, para ejercer cargos en ámbitos educacionales, de la salud o que involucren una relación directa y habitual con personas vulnerables.

 

Por otro lado, se creó un registro especial de condenados por maltrato que podrá ser consultado por los establecimientos de educación o las residencias de adultos mayores, con lo cual se pretende evitar la reincidencia de los maltratadores.

 

Para la profesora de la Escuela de Psicología y directora del Centro de Atención Psicológica (CAP) del Plantel, Jade Ortiz Barrera, la nueva ley representa un claro progreso.

 

“Sin duda hay un avance, porque de a poco se está comenzando a visualizar, en términos penales, el maltrato como tal, contra niños y otras personas vulnerables. Además, se amplía el concepto y la cantidad de personas que pudieran ser incluidas como maltratadores”, afirma.

 

No obstante, sostiene que crear un registro para maltratadores podría aumentar la problemática y no el reparo.

 

“Hay personas que pueden generar maltrato infantil desde el desconocimiento, por haber sido criados de una manera determinada, o por una falta de manejo del impulso, que se puede enmendar, pero si queda en un registro de este tipo, en vez de ayudar, podríamos generar una situación más compleja”, subraya.

 

En ese contexto, la psicóloga explica que es necesario cuestionarse este último punto. “Ahí hay algo que es interesante cuestionarse, pues se evidencia un vacío que es importante considerar y que es el efecto de los tratamientos en aquellos que generan violencia”, recalca.

 

Agrega que “el maltrato no solamente debe abordarse en términos de la penalización sino que además debería incluirse un tratamiento efectivo para el manejo de los impulsos en las personas. Creo que esta discusión no está terminada”.

 

Respecto a la inhabilidad para ejercer cargos establecido en la iniciativa, Jade Ortiz precisa que “la sanción queda muy clara, y además se ensucian los papeles, quedando claro en qué no debe trabajar el maltratador, por lo tanto representa un avance”.

 

Acota que “eso también nos obliga a cuestionarnos sobre cómo estamos recibiendo a las personas cuando ingresan a estudiar, si estamos evaluando su nivel de control de impulsos y su capacidad de adecuación con los niños o con el otro”.

 

Sin embargo, puntualiza que la nueva legislación debería incluir normas complementarias para prevenir la violencia.

 

“La ley se queda corta si no miramos los elementos que generan que las personas maltraten. Por lo mismo debería complementarse con leyes donde se pudiera trabajar la prevención de la violencia contra menores y otras personas vulnerables, y la promoción del buen trato”, enfatiza.

 

Y añade que en definitiva la iniciativa “es favorable, porque llama a la discusión, pero creo que hay que sentarse a conversarla, y ver las implicancias que tiene”.

 

Visibilización del maltrato

 

Por su parte, la trabajadora social del área de acompañamiento de estudiantes en situación de discapacidad del Programa de Acceso Inclusivo, Equidad y Permanencia, PAIEP, Karen Roberts Jorquera, coincide con Jade Ortiz, afirmando que la nueva ley es “un aporte y un avance en cuanto a, al menos, ir visibilizando el maltrato”.

 

En esa misma línea, aclara que los maltratos infantiles “por lo general, ocurren muy puertas adentro, en lo privado de la sociedad, ya sea en una institución que es muy hermética y que ahora ha estado en la mira, como es el Sename, o hasta en algunos jardines infantiles, en casos que se han visto en los últimos años”.

 

La legislación también agrega un agravante a la pena en el caso de que la persona que cometa el delito esté encargada del cuidado o la educación de la víctima.

 

En ese sentido, Karen Roberts indica que “estamos frente a una sociedad que es muy carente en la formación y educación en torno al problema del maltrato y sobre todo respecto a conocer quiénes son los cuidadores”.

 

Es por ello, que acota que “hay un trabajo que falta dedicarle a esta estrategia, porque hay que definir qué funciones tiene que cumplir un cuidador no solo profesional, sino que también aquel que está en la casa, como es en el caso de las personas con discapacidad, en la cual la mayoría son mujeres o son las mismas madres o abuelas que están al cuidado del individuo, y donde además no se les remunera. Entonces, también hay un desgaste que se produce, aunque lógicamente esto no justifica el maltrato”.

 

En cuanto a que la sociedad tome más conciencia respecto al maltrato a personas vulnerables, la trabajadora explica que “esa toma de conciencia para que se genere requiere de un cambio de cultura, por tanto, no se va a dar en el corto plazo. Eso sí estas medidas influyen en al menos cuestionarse, y generan debate, pero no pueden ir solas”, puntualiza. Es importante considerar el contexto de cada situación.

 

“El maltrato siempre va a ser criticable, pero hay que saber qué pasa en el entorno. No basta con sancionar y alejar a los cuidadores profesionales, también hay que preocuparse de generar un tratamiento adecuado porque lo más seguro es que tenga una implicancia psicológica”, recalca.

 

Y agrega que “esa persona seguramente va a acceder a otros tipos de trabajo y va seguir con las mismas prácticas si no se trabaja en educación o sanar de dónde se desencadena este maltrato”.

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