“La U. de Santiago es un templo del perfeccionamiento, donde sacas lo mejor de ti”

Desde pequeño Cristopher Ferrada tenía claro que quería convertirse en un emprendedor. Recuerda con simpatía que les cobraba a sus amigas por enseñarles a jugar al fútbol.

Como hijo mayor de una familia más bien humilde, debió trabajar para cubrir sus gastos. Su objetivo, eso sí, lo tenía claro desde que acudió a la Feria de Postulación de nuestra Universidad el año 2012. Asistió en búsqueda de una carrera vinculada a los negocios, pero se enamoró de la Tecnología en Control Industrial, que se dicta en la Facultad Tecnológica. Había estudiado en un colegio particular subvencionado de La Florida, que ponderaba entre sus alumnos los 400 puntos en la PSU, pero el superó esa marca y pudo ingresar a su carrera junto a jóvenes que provenían de liceos emblemáticos. “Para mí fue un tremendo orgullo estar en la misma aula pese a venir de un establecimiento sin grandes proyecciones”, recuerda.

La Universidad de Santiago de Chile cambió su esencia y aquí descubrió su veta por la logística que lo ha llevado a tener dos empresas en su auspiciosa carrera profesional y además ser profesor por hora de nuestra Casa de Estudios. A todas luces es un joven empeñoso y dedicado a sus estudios y a la productividad. Su experiencia en la Usach hizo que, años más tarde, le recomendara a su hermana menor seguir la misma carrera en su alma máter y hoy ella se desempeña como auditora de procesos en Coca- Cola.

Cristopher fue primera generación de su familia en ingresar a la Educación Superior. Su primer día en la Usach fue de impacto frente al tamaño del Campus. Reconoce que con 18 años hubiese querido aprovechar de mejor manera a sus profesores, “porque mi nivel de madurez  me hacía venir a estudiar, pero también a divertirme”. Al mismo tiempo que estudiaba, debía trabajar en un call center. No había muchas horas para dormir. Llegaba a la 1 de la madrugada a su hogar y a las 6 A.M ya estaba levantándose para partir a la Universidad. Estudió con Fondo Solidario, Beca de Excelencia Académica y el resto lo cancelaba con el dinero que ganaba.

Clases de logística en la Usach

Después de tres años de carrera hizo su tesis sobre optimización de procesos de producción, en una empresa multinacional llamada Team Food Chile. El gerente de entonces le dio la oportunidad de hacer un trabajo de cambio total en la planta de producción, y su resultado fue aumentar en 200% la producción de la empresa, sin disminuir la calidad.

Fue un alto riesgo, pero lo pudiste sortear con éxito. ¿Qué crees que pesó para que esa experiencia tuviese los resultados que esperaba el empresario?

- Él tuvo mucha confianza en mí. Vio que tenía un conocimiento relevante que la Universidad de Santiago me había proporcionado y claridad en un plan donde apliqué  ingeniería de método y estadísticas.

Cristopher fue por más. Trabajó en Embotelladora Andina en Renca y luego el destino lo trajo de regreso a nuestra Casa de Estudios integrándose por casi dos años  al área de planificación de compras. Luego trabajó en ProArte, donde estuvo a cargo de abastecimiento de un centro de distribución y tres plantas de producción. Allí pudo aplicar todos los conceptos y herramientas de planificación que le entregó nuestro Plantel. Sin embargo, le motivaba levantar su propia empresa. Así nació  Integramundo SPA, dedicada al embalaje y luego  una segunda empresa relacionada con el  abastecimiento para el sector público que llegó a facturar sobre 300 millones de pesos en su primer año. Paralelamente comenzó a hacer clases de Logística, en el módulo 1 de compras, e introducción a la carrera, en el segundo año de Tecnología en Control Industrial. Hoy es Licenciado en Ingeniería Industrial, tiene un diplomado en la Universidad de Santiago e inició un Magíster en Business y Administration, también en nuestra Casa de Estudios, pero su afán lo lleva a pensar en seguir estudiando y su meta es la Ingeniería en Nanotecnología.

¿De dónde proviene este impetú de superación, de crecer permanentemente en lo profesional?

- Cuando pequeño mi familia no tenía recursos. Mi mamá es nana y mi papá trabaja conmigo en la empresa que dirijo en labores de logística. Él fue guardia, bodeguero, supervisor… Lo de la docencia es porque desde pequeño he sentido que me ha gustado enseñar. Creo tener vocación para eso. De hecho ni siquiera lo hago tanto por el tema monetario, pero sí me gusta entregar conocimiento a los jóvenes que están con sus dudas y problemas del día a día, orientarlos y darles una buena imagen de lo que están estudiando. Eso me motiva mucho a estar en la Universidad de Santiago. Hay un libro que me potenció cuando yo estudiaba aquí. Se llama matemáticas e imaginación. Lo encontré botado y me abrió la mente. Antes solo pensaba en hacer las cosas bien. En la Usach conocí  la excelencia.

¿Cómo ha influido en tu trayectoria laboral y profesional la Universidad de Santiago?

- La Universidad de Santiago cambió mi esencia. Siento que el colegio del cual venia no explotó mi veta. Siendo estudiante de la Usach sacaron lo mejor de mí. Los profesores más allá de entregar sus conocimientos con cariño y respeto, nos daban confianza para conversar y nos apoyaban. La Usach es un templo de perfeccionamiento. Mi paso por la Universidad de Santiago sacó mucho del potencial que tenía y que creo que en otro Plantel no habría ocurrido. Cuando las cosas son fáciles, no tienen el mismo valor y lo digo con conocimiento de causa; he hecho  la comparación con otras Universidades y la exigencia de la Usach es alta; busca que sus alumnos se comprometan con lo que están estudiando. Hay un sello de excelencia, que sean competitivos, que automejoren y no se queden en lo básico. Pero también abrió mi mente a sociabilizar, a dialogar y establecer relaciones, nexos con otros, generar confianzas y lealtades. Si quieres hacer negocios también tienes que tener la capacidad de establecer mejores relaciones humanas con tus trabajadores. Ese es un tema que en mis clases he tratado de  incorporar con fuerza en la mentalidad de los estudiantes. Hay que ver la empresa desde una perspectiva más global, donde las habilidades blandas deben estar a la altura.