“La Usach es mi alma máter y un espacio de formación para aportar a la sociedad“

Estudió Ingeniería Comercial mención Economía, en la Facultad de Administración y Economía, FAE, porque veía en esta carrera la posibilidad de dirigir proyectos que permitieran transformar las organizaciones y aportar a la comunidad. “Siempre fue un medio para aportar a lograr ese objetivo”, puntualiza.

Carlos Henríquez proviene de Putaendo, y sabía de la tradición de la Universidad de Santiago, “una de las mejores Casas de Estudios del país, que tiene un sello de diversidad y una mirada social que aporta al desarrollo. Por eso me vine a estudiar a la capital. Di la Prueba de Aptitud Académica. Si no quedaba en la Usach me iba a estudiar a Valparaíso, pero siempre fue mi primera opción”, recuerda.

Hijo de un profesor normalista y su madre dueña de casa, además de secretaria en parte de su tiempo, con una hermana enfermera, él fue primera generación en ingresar a la Universidad, pero fue toda una aventura instalarse en la capital siendo provinciano. Sus seis años de Ingeniería Comercial, que los vivió en la residencia universitaria Cardenal Caro con 100 estudiantes de otras carreras y universidades, los pagó con parte importante del Fondo Solidario.

“Más allá de que encuentro un gran paso  la educación gratuita para los que tienen menos, yo cancelé 12 años mi crédito y creo que es una retribución generacional hacia los que vienen. Yo soy un agradecido de esas posibilidades”, sostiene.

Carlos Henríquez dice tener lindos recuerdos del día 1 de ingreso al Plantel; de amigos muy diversos, que provenían de lugares muy distintos, de Santiago, de regiones, con espacios de encuentro y aprendizaje. “Me gustó mucho la Facultad. Fui presidente del centro de alumnos de Ingeniería Comercial, participé de grupos de acción social en trabajos comunitarios. Terminé vinculado también como presidente de la Feusach y Consejero Académico. Recibí una formación universitaria integral donde debatíamos, conversábamos y aprendíamos de la diversidad, construyendo Universidad y pensando en una sociedad con bienestar para todos.

¿Adviertes diferencias entre el Ingeniero Comercial de nuestro Plantel y el de otras Universidades?

- Yo creo que hay una fuerte formación en habilidades y contenidos que uno tiene que desarrollar, pero esta impronta de una vinculación más con la sociedad y aportar desde la Ingeniería a proyectos públicos y privados, como también crear valor hacia la comunidad, diferencia a la Usach de otras universidades; además de ser un espacio de encuentro social que es muy importante donde si bien necesitamos tener identidad local, también debemos ser ciudadanos globales. Ambas ayudan a que los proyectos se implementen y también tengan el sello de un trabajo en equipo.

Carlos sacó su carrera en seis años porque dedicó un año a la Federación de Estudiantes el 2001, tiempo que, a su juicio, fue un aporte y un servicio que quiso brindar a la Universidad. “Todo ese proceso fue un gran aprendizaje para mí, en debatir, conversar y liderar, que te ayudan a crecer y desarrollarse plenamente cómo profesional más adelante, en lo público o en lo privado. Son habilidades que adquieres para adoptar rasgos distintivos que te apoyan para aportar más valor a la organización donde estés”, destaca el ex presidente de la Feusach.

Recuerda que la Federación de entonces compartía tres intereses: “Venir a la Universidad no solo a sacar su carrera, sino que a aportar a la transformación, con conversaciones desde las mallas curriculares, pasando por el tema social, político y una línea de profesores y estudiantes que trabajaban en esa dirección. Un segundo objetivo era atender las demandas para que nadie dejara la Usach por razones económicas; y tercero, la proposición de propuestas hacia la Universidad y el sistema educativo, que corrió la línea para dar un poco de aire, transformar la educación en un derecho y por otro lado la responsabilidad social de todo profesional de retribuir desde donde esté a la Universidad y al país”.

Carlos tras egresar, fue docente en la FAE, hizo un diplomado en Gerencia Pública y un Magister en Gestión y Políticas Públicas de Ingeniería Industrial en la Universidad de Chile. Fue consultor, pero la pasión por lo público y lo educativo, lo llevó a la Seremi de Educación en Valparaíso; fue gerente general de la Corporación de Educación Municipal de Maipú; arribó luego al Ministerio de Planificación, dirigió el Centro de Evaluación de la Universidad Católica, MIDE UC y lideró durante casi seis años la Agencia de Calidad de la Educación.

Actualmente tienes el privilegio de aportar desde la Unesco a las transformaciones educativas con un sentido más ciudadano y un mundo más inclusivo.

- Sí, estoy a cargo del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, LLECE. Es una instancia de cooperación sur-sur hace más de 25 años. Tiene una evaluación que es el ERCE, más antiguo que PISA y que nace con un sentido que no es el de hacer ranking entre países, sino que entregar información de qué estamos haciendo bien y en que mejorar. No es igual a calidad, pero busca aportar a la toma de decisiones para la mejora en todos los niveles.

El próximo año vamos a lanzar los resultados del estudio aplicado, y nos sentimos privilegiados de haber sido los últimos en recoger información antes de la pandemia, para saber dónde están los aprendizajes y establecer una caracterización para que, sobre la base de eso, le haga sentido a los países y a los gobiernos y distintas entidades, qué decisiones priorizar para avanzar. Por otro lado buscamos liderar espacios, encuestas e intercambios de información para caracterizar hoy día las demandas del sistema escolar, las cosas que apremian a estudiantes y profesores, como también ayudar a movilizadores de la agenda educativa y de equidad para nadie se quede atrás.

En esta trayectoria profesional, ¿cómo ves a  la Universidad de Santiago de hoy?

- Es difícil decirlo en pocas palabras porque yo tengo una muy buena experiencia de lo vivido. La Usach es un espacio de formación, de encuentro, de desarrollo para aportar a una sociedad con proyectos, pero también transformarlos en microespacios. A mí me gusta la mirada social de la Usach, porque además si tenemos que meter los zapatos al barro nadie se resta, en todas las carreras y en equipo.  Lo que ha hecho la Usach en el último tiempo permite ir profesionalizando, para seguir dando pasos en esa dirección.

En esa misma línea, nuestra Universidad ha recibido el reconocimiento de sus pares y de la ciudadanía por su gestión de poner fin al subcontrato. ¿Has seguido este proceso?

- Yo tengo el mejor recuerdo de la gente de servicios generales, que nos ayudaba mucho a cuidar los espacios porque son para todos. Muchas veces la externalización hace que sus derechos sean menoscabados y la posibilidad de relevarlos es un avance muy sustantivo. En su momento se veía muy inviable. Creo que es un avance importante para que se pongan al servicio de la Usach, y que reciban este realce es muy merecido, pero por cierto creo que es necesario hacerles un llamado a cuidar estas iniciativas para que sean sustentables en el tiempo. Que lo público sea sinónimo de derechos para los trabajadores, pero también de servicios bien prestados. Este es un sello imprescindible que debemos cuidar y  tener todos aquellos que hemos trabajado en organizaciones públicas, para generar valor público al servicio de los ciudadanos.