“La Usach me brindó una mirada de vocación por lo público, en el rol de construir país”

Leslie Maxwell es hija de profesores normalistas y de ellos, sin duda, sacó la veta docente. La profesión se transmite por los genes, destaca. Cómo dudar si uno de sus hijos también sigue su camino en el ex Pedagógico.

Dejó su natal Coyhaique junto a sus padres para establecerse en Santiago. Su madre comenzó a hacer clases en sectores vulnerables de la capital. Recuerda que la acompañaba a los paseos que organizaba a la playa y a la nieve, siempre sostenía que ninguno de sus alumnos se quedaría sin conocer esos paisajes, pese a la condición social o económica que tuvieran. Con los años, Leslie estudió en el Liceo 1 Javiera Carrera en tiempos en que las movilizaciones sociales irrumpían con fuerza en rechazo a la municipalización de establecimientos educacionales y ella se sumaba al movimiento.

¿Cómo llegas a estudiar a la Universidad de Santiago?

-Entré a estudiar tarde a la Universidad. Después de salir del colegio me dediqué al área de la pedagogía popular. Viajé a Cuba para hacer un taller en Educación popular y al volver trabajé en alfabetización de adultos. Después de un buen tiempo me decidí a estudiar Pedagogía en Castellano e ingresé a la Facultad de Humanidades de la Usach, principalmente por la composición de sus estudiantes, mucho más democrática, esa diversidad me llamó la atención ya que las otras alternativas eran el exPedagógico y la Universidad Católica.

¿Qué referencias tenías de nuestra Casa de Estudios?

-Mi deseo era grande por estudiar. Sabía de la Usach por amigos que estudiaban en el Plantel y  por buenos comentarios que escuché sobre los profesores que habían llegado a la carrera. Se me hizo difícil eso sí. Congelé a ratos, porque al principio solo obtuve 12%  de Fondo Solidario y casi puse una carpa afuera de la oficina de la asistente social para lograr finalmente el 95%. Yo idealizaba estudiar en la Universidad de Santiago, en algún momento fue la UTE, pura historia. Tuve grandes profesores como Nelson Osorio, Naim Nomes,Luis Hachim y Raquel Olea, reconocidos en Latinoamérica en su área. Encontraba muy interesante y distintiva la diversidad de la Usach. Tenía compañeras hijas de empresarios, otras que trabajaban y estudiaban, otras que provenían de familias de mucho esfuerzo y que serían primera generación en ingresar a la Universidad. La Usach era un espejo de la sociedad. Recuerdo a profesores que me impresionaron con una formación muy distintiva en Literatura y Lingüística. Había un enfoque crítico. Juan Vera fue profesor de lingüística y estaba muy actualizado. Yo tenía dos primas que estudiaban en la U. Católica y  mientras ellas comenzaban a ver Literatura desde los primeros escritos de los españoles en la conquista, nosotros partíamos desde el Popol Vuh y el Chilam Balam, desde la oralidad y eso te vuela la cabeza. Tenía una riqueza tremenda. Nosotros ya veíamos análisis de discurso en esos años y pese a que mi tema era lo pedagógico, mi tesis fue sobre la narrativa breve de Bolaños por la rigurosidad que tenía la formación literaria en la Escuela.

Un vasto currículum

Leslie durante el último año de su carrera se dedicó a validar pautas de corrección del Ministerio de Educación, que tenían que ver con las preguntas abiertas para las pruebas Simce. Fue bien evaluada, pero seguía trabajando como externa. El equipo Simce era multidisciplinario y se concentraba en la Unidad de Currículum y Evaluación del Mineduc.

Eran capacitados por agencias internacionales de elaboración de instrumentos de evaluación y como externa pudo participar en esos procesos de formación: “Era como hacer un magíster, hasta que acepté ingresar a la Unidad de Currículum y Evaluación”, recuerda. Con el primer Gobierno de Piñera debió dejar ese trabajo, pero fue contratada por la Corporación de Educación de la Cámara Chilena de la Construcción a cargo de colegios delegados. Su labor fue de coach pedagógico y se acercó como su madre a los estudiantes más vulnerables.

Fue jefa de la carrera de Pedagogía en Castellano de la Universidad Arcis, pero también profesora por hora en la U. de Santiago en el ramo de comprensión lectora y oralidad para los Ingenieros en Estadística. “Nunca me despegué de la Usach. Ingresé al Magíster en Literatura Latinoamericana y Chilena. Quería volver a tener clases con los profesores que tuve en el Pregrado. La literatura es mi segundo amor. La pega me consumió y no lo pude terminar, aunque casi concluí todos los ramos. Era la época en que trabajaba en el Mineduc, después del trabajo me iba a la Usach y se me abrió el cerebro nuevamente. Recuerdo con cariño al profesor Adolfo de Nordenflycht, guía de mi tesis.

Tanto en el Pregrado como en el Magíster la relación no era escolarizante a diferencia de otras universidades. Había mucho debate. Era el estilo clásico de la Universidad, con relaciones de afecto muy importante”, comenta.

Tiempo después fue vicerrectora académica del Internado Nacional Barros Arana, INBA. Siguió su vida profesional en Paraguay, trabajando en proyectos de innovación curricular, vinculados a la formación de competencias. Volvió a Chile nuevamente a la Unidad de Currículum y Evaluación del Mineduc, esta vez trabajando en la elaboración del Decreto 67 de evaluación que fortalece la evaluación formativa por sobre la estandarización de las aulas. Desde hace un año y medio se integró a MIDE UC en el área de medición docente.

Con este currículum tan importante y destacado ¿qué rol le asignas a la Universidad de Santiago en tu desarrollo profesional?

-La Universidad de Santiago me formó para el ámbito profesional, pero también aportó en generar una perspectiva y una mirada crítica que es súper importante para cualquier labor. No se trata solo de ser un profesional que está detrás del escritorio reproduciendo lo que te dicen que debes hacer, sino que siempre debes ir más allá. Eso lo aprendí de mis profesores de la Usach. Hay que darle una vuelta a las cosas, mejorarlas. La Usach me brindó una mirada de la vocación por lo público en  el rol de construir una sociedad mejor. Antes, las universidades agendaban los grandes temas políticos, los debates públicos; las leyes partían desde las Casas de Estudios. La formación que tuve en la Usach instaló en mí esa mirada, de que no solo te formas para tener un trabajo que te permita sostener a tu familia; algo que va más allá de obtener un título, el ejercicio de tener una propuesta un propósito. Si bien eso está en mi ethos, esa mirada crítica fue reforzada en la U. de Santiago al transitar por un Campus que es un país en chiquito. Mi petición al rector, cuando nos juntamos con él en un desayuno de egresados, fue justamente que siga incentivando la inclusión, por ejemplo, el Propedéutico, porque el sistema de admisión regular puede hacer perder esa riqueza que la Universidad tiene al recibir a jóvenes de diversas condiciones sociales y culturales. Ellos y ellas también podrán mirar el país desde sus aulas y aportar al desarrollo de una nación como Chile, tan segregada y golpeada.