¿Acaso a la humanidad le hace falta jugar?

Columna de opinión del Dr. Celso Sánchez Ramírez, jefe de la carrera de Entrenador Deportivo, de la Escuela de Ciencias de la Actividad Física, el Deporte y la Salud (Eciades), Facultad de Ciencias Médicas, sobre el 6 de abril, Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz.

 

En el año 2013, las Naciones Unidas proclaman la celebración del Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, como una forma de reconocer el rol que el deporte cumple hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible redactados y aprobados posteriormente por la Asamblea General de Naciones Unidas, en el año 2015. Si bien aquel reconocimiento marcó un hito para el deporte como actividad humana, es sabido que este ha tenido capital importancia en el desarrollo de los países y sus sociedades, convirtiéndose en algunos casos, incluso, en catalizadores de la geopolítica mundial. Fácil es recordar el uso propagandístico que la Alemania nazi le dio a los Juegos Olímpicos de 1939, la protesta representada por el boicot de Estados Unidos a los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980 y la correspondiente represalia de la Unión Soviética a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 o el papel integrador que jugó la organización del Campeonato Mundial de Rugby en una sociedad sudafricana marcada por las cicatrices dejadas por el apartheid. Todo esto puede ser explicado porque el deporte tiene la fuerza para mover al mundo a través de su capacidad de encender pasiones en el corazón de los seres humanos.
El deporte lo podemos definir a través de sus componentes internos, tal como lo describe Olivera Betrán*. El juego es el primero de ellos, como expresión natural del ser humano en sus relaciones sociales y que alcanza su máximo desarrollo en la niñez. El juego se manifiesta a través del segundo factor, el esfuerzo físico y el placer de moverse buscando alcanzar y superar los propios límites. Esta motivación de llegar cada vez más lejos se alcanza de manera natural cuando el juego consiste en ganar, llegando así al tercer elemento intrínseco del deporte: la competición. La competición debe ser justa, asegurando igualdad de condiciones a los contendientes. De esta premisa nacen las reglas como cuarto elemento constitutivo del deporte. Las reglas deben ser universales, o al menos, mantener un criterio y/o lenguaje común que resguarde las características del deporte en distintas partes donde se practique. Para que este punto se cumpla, los seres humanos han recurrido a la institucionalización como elemento integrador del deporte, convirtiéndolo en una actividad organizada. Finalmente, el deporte debe ser desarrollado en un contexto de respeto hacia las reglas acordadas, hacia los compañeros y contrincantes de juego y a los espectadores, configurándose de esta manera el espíritu deportivo o fair play, como quinto elemento constitutivo del deporte.
La humanidad del siglo XXI se enfrenta a una serie de problemáticas que afectan al individuo mismo como a la sociedad mundial en su conjunto. En consecuencia, la humanidad se encuentra moviendo recursos intelectuales y económicos hacia el objetivo de superarlas. Lo curioso es que el deporte, a través de sus componentes internos, tiene un enorme potencial de contribuir a mejorar las condiciones de la humanidad, a pequeña y a gran escala. A la humanidad le falta alegría. El año 2023, más del 50% de los países disminuyeron su índice de felicidad, el cual utiliza la encuesta de Gallup para determinar la percepción de los ciudadanos respecto a qué tan felices se sienten**. Asimismo, los índices de estrés psicológico de la población son también elevados. ¿Acaso a la humanidad le hace falta jugar? Jugar como lo hacen los niños, de manera espontánea y por el simple hecho de disfrutar. El deporte representa eso, el juego intencionado que permite a los seres humanos desconectarse de las preocupaciones del día a día y vivir el momento presente olvidando lo que sucede alrededor.
Otra de las grandes preocupaciones mundiales representa el alarmante aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles causadas por el estilo de vida sedentario. Ya mucho se ha hablado que la obesidad, enfermedades cardiovasculares, depresión, diabetes, y un sinfín de enfermedades pueden ser tratadas con el ejercicio físico y, además, sin efectos colaterales más que una mejora de la calidad de vida. El deporte supone practicar ejercicio físico sin darse cuenta de que se está entrenando. Si consideramos a la práctica deportiva como un hábito, nos aumentamos tiempo y calidad de vida. El aspecto competitivo del deporte nos entrega la motivación de levantarnos en la mañana y salir a buscar las propias metas, en una analogía, la competencia deportiva toma ribetes de lucha. Sólo basta con escuchar las palabras de los comentaristas de fútbol: “disparó al arco”, “luchó y ganó la posición”, “tiene una táctica defensiva”, “recibió un misil y lo desvió fuera del campo”, etcétera.
Por otro lado, el mundo está pasando por una crisis valórica. Basta con encender el televisor y ver las noticias que acontecen en Chile y el resto de los países. Las instituciones han ido perdiendo credibilidad debido a los actos de algunos que han cometido actos reñidos con la ética, traicionando a todos quienes los eligieron y elevaron a esos roles de responsabilidad a trabajar por el bien común. El deporte a microescala no permite esto ya que sus reglas son estrictas y a quien las transgrede lo penalizan, sacándolo incluso del campo de juego. Es por eso que la práctica de deportes desde tempranas edades forma ciudadanos respetuosos de la institucionalidad y de las personas. Es una manera de entender cómo funciona la sociedad dentro de un contexto de juego, participación y alegría. Eso es fair play, la filosofía que trasciende detrás de cada deporte y que pretende que todos sus practicantes puedan desarrollarse en un ambiente seguro de respeto mutuo.
La Universidad de Santiago de Chile cree firmemente en el Deporte como un importante elemento que tiene la potencialidad de contribuir fuertemente a la construcción de una sociedad y un país mejor. El Deporte posee características intrínsecas que, usadas como herramientas de formación de personas, pueden amplificar el efecto como una onda se expande en un lago sin olas. Es por esto que, ya hace 22 años, creó la carrera de Entrenador Deportivo cuyo sello diferenciador es formar a un profesional especialista en deportes y que, como dice en su perfil de egreso, su objetivo es promover un estilo de vida activo basado en la práctica de hábitos saludables perdurables durante todo el curso de vida, adaptable a los diversos espacios sociales del ejercicio profesional y orientado hacia el bienestar de la comunidad que conforma el contexto deportivo.
Nuestra tarea es seguir con ese mandato y continuar con la tarea de quienes tuvieron la visión de futuro de crear esta carrera inédita en el panorama universitario nacional. Al parecer hemos realizado buena labor, ya que en la actualidad existen 5 universidades que imparten la carrera, emulando el ejemplo que se gestó en nuestra Universidad de Santiago de Chile hace más de dos décadas. Confiamos en nuestros estudiantes y en su capacidad de aprender los conocimientos generales y disciplinares que entregamos diariamente a través de un cuerpo académico de primer nivel, y confiamos en que se impregnen de esta impronta de servicio público que nos ha caracterizado. Con convicción podemos decir que estamos en un muy buen momento y vamos dirigidos hacia el logro de los objetivos trazados. Todo esto nos invita a celebrar este Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz.
¡Feliz Día!
• Olivera, J. Hacia una nueva comprensión del deporte. Factores endógenos y exógenos. Apunts, Educación Física y Deportes 4, 2016.
https://datosmacro.expansion.com/demografia/indice-felicidad

 
 

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