Ignacio Troncoso Gajardo, estudiante de Ingeniería y futbolista profesional: “En esta Universidad se vela por el bien común”

  • Junto con cursar el tercer año de la carrera de Ingeniería en Obras Civiles e integrar la selección de fútbol del Plantel, Ignacio defiende cada fin de semana la camiseta de Deportes Melipilla, club que se ubica a un punto del líder de la segunda división profesional. “En mi familia siempre se ha dicho que la prioridad deben ser los estudios”, aclara.

 





Cada mañana, de lunes a viernes, Ignacio Troncoso Gajardo entrena en la comuna de La Reina junto al plantel de Melipilla, club de la segunda división profesional del fútbol chileno. Los fines de semana, como centrodelantero del equipo, juega por el torneo nacional.

También de lunes a viernes, viaja desde La Reina a Estación Central. Después de cada entrenamiento se traslada a la Universidad de Santiago, donde cursa el tercer año de la carrera de Ingeniería en Obras Civiles. Ante todo, su objetivo en convertirse en un profesional universitario.

“A veces quisiera tener más tiempo para rendir mejor, especialmente en la Universidad, y no faltar a mis clases”, advierte. “También hay momentos en que necesito más descanso, pero tengo que seguir adelante. Estoy convencido de que terminaré la carrera, aunque me demore un poco más”, agrega.

Pero Ignacio, a sus 26 años, no solo participa dentro de las aulas. También fuera de ellas, particularmente en el estadio de la Universidad, donde entrena junto a sus compañeros de la selección de fútbol del Plantel, sobre quienes no duda en destacar su compromiso, así como el buen trabajo del entrenador Giovanni Natali. “El campeonato de fútbol universitario es difícil. Existe un alto nivel, especialmente en lo físico”, asevera.

Entre el fútbol y la educación

Desde pequeño Ignacio y su familia vivieron en la comuna de Peñalolén. Su papá trabajaba en Famae. Su mamá era dueña de casa. Junto a ellos, un hermano y una hermana, ambos mayores que él. “Mi papá y mi mamá fueron seleccionados nacionales de básquetbol, igual que mi hermana”, comenta con orgullo. La misma que hoy estudia Kinesiología. Su hermano, en tanto, se tituló por la Universidad de Santiago de ingeniero en obras civiles.

“En mi casa siempre se hablaba de que había que estudiar. Me enseñaron que esa era la prioridad”, asegura. Entre los ocho y diez años, paralelamente a su enseñanza básica, Ignacio integró las divisiones cadetes de Colo Colo. Un cambio de colegio lo obligó a retirarse. Durante la enseñanza media se incorporó a los cadetes de Universidad Católica. Fueron solo dos años. “En todo momento tenía muy presente que la prioridad eran los estudios”, recuerda. Ya egresado, llegó el momento de decidir su futuro en la educación superior.

Es ahí cuando el deporte le dio una oportunidad que decidió aprovechar. Becado por la Universidad Gabriela Mistral, Ignacio, además de jugar en la selección de fútbol, comenzó a estudiar construcción civil. “No me gustó la universidad. Tenía muy pocos compañeros, no sentía ninguna motivación por ir a clases y tampoco me exigían mucho”, asegura. Consciente de que no podía seguir ahí solo por el fútbol, luego de dos años se retiró.

El deseo por seguir estudiando lo llevó a postular a la Universidad de Santiago de Chile, recomendada por su hermano. Su ingreso en 2010 era un hecho. Sin embargo, recibió una oferta para jugar en un club de tercera división, la que aceptó, optando por concentrarse exclusivamente en eso. “Me fue muy bien ese año. Fui goleador del campeonato”, rememora, aunque al no recibir nuevas ofertas, decidió rendir nuevamente la PSU para, ahora sí, ingresar al Plantel.

Una nueva prioridad: ser padre

Inmediatamente se identificó con el Plantel. Ignacio no solo se sintió acogido por sus compañeros y profesores. También muy motivado para avanzar en la carrera de Ingeniería en Obras Civiles. A eso se sumaría su destacada participación en la selección de fútbol.

“Académicamente me costó un poco el primer año, por el alto nivel de exigencia de esta Universidad”, reconoce. En ese contexto, recibió una gran noticia. Su polola, que también estudia en la Universidad de Santiago, en la carrera de Ingeniería en Metalurgia, le confirmó que serían padres. “Estuve a punto de dejar la Universidad y dedicarme solo a trabajar para generar recursos, pero mi hermano me motivó a que siguiera”, rememora.

Casi terminando su segundo año, en 2012, el fútbol le regaló una nueva oportunidad. Luego de participar durante una semana en una prueba masiva, el cuerpo técnico del club Magallanes, de la Primera B, le ofreció un contrato de trabajo. A pesar del alto nivel de exigencia que debía enfrentar, tanto en el fútbol como en los estudios, Ignacio decidió continuar con ambas actividades. Quizás con menos ramos y participando esporádicamente en la selección de la Universidad, pero nunca dejando de lado su gran objetivo.

“Mis compañeros de curso han sido fundamentales. Son muy solidarios, considerando que muchas veces he tenido que faltar a clases. Y en todos los cursos, pues me he atrasado al tomar menos ramos”, resalta Ignacio. Y agrega: “En esta Universidad hay un tema social muy fuerte. Existe una identidad donde se vela por el bien común”.

El incondicional apoyo familiar

Su paso por Magallanes se extendió por dos años y medio. Durante ese periodo nació su hija. Junto a ella y su polola, el gran apoyo cuando se trata de tomar decisiones, se instalaron en una casa que le prestó su abuela, cerca del Parque O’Higgins. Dadas las circunstancias, finalmente en 2014 se vio obligado, con mucha resignación, a congelar la carrera.

Pero no pasaría mucho para que Ignacio retomara sus estudios, además de cambiar de club. Esta vez fichó en Deportes Pintana, club de la segunda división profesional. Su buen desempeño generó el interés de Melipilla, equipo en el que hoy disputa la punta del torneo y donde destaca por sus goles. “Mis padres siempre me acompañan en el estadio, incluso fuera de Santiago. También llevan a mi hija, a quien le gusta mucho el fútbol”, comenta.

Y mientras ella va al jardín infantil, su polola continúa con su carrera, de la que solo le resta un año y medio, además de trabajar los fines de semana. A Ignacio, por su parte, le queda la mitad de la suya. Por ello, entre viajes y concentraciones en hoteles aprovecha el tiempo para estudiar, algo que también genera la admiración de sus compañeros de equipo.

“En general el mundo del fútbol no me atrae mucho. Solo me gusta jugar”, aclara. Su objetivo, como insiste, está puesto en conseguir el título de ingeniero. “En algún momento de la carrera tendré que tomar la decisión de dejar el fútbol, especialmente cuando aparezcan las prácticas”, anticipa. Y es que a pesar de la satisfacción que le genera, Ignacio tiene muy claro que su prioridad siempre serán los estudios.