El trascendental rol del profesor/a ha sido clave en nuestro desarrollo como nación. Las y los docentes de hoy destacan por su vocación para impactar en el aprendizaje y vida de los estudiantes. Ejemplo de ello es la profesora de Ciencias, Nadia Valenzuela, cuyos estudiantes de Angol analizan semillas para el desarrollo de futuras granjas espaciales, con un instrumento donado por la NASA, único en Chile y gestionado directamente por ella.
No obstante, y según cifras de Elige Educar, en el año 2030, Chile presentará un déficit de docentes cercano a los 33 mil, afectando desde la enseñanza preescolar a la secundaria. Frente a un problema de interés nacional, el Estado debe involucrar a los distintos actores, para revisar los factores asociados. Si bien son variadas las iniciativas impulsadas para dignificar la profesión docente y apoyar su ejercicio -como las condiciones laborales y remuneraciones que asegura el Sistema de Desarrollo Profesional Docente (SDPD)-, hay otras que parecieran tener el efecto contrario.
Uno de los factores que podrían explicar este déficit, refiere a los requisitos de ingreso a las carreras de pedagogías que establece la Ley 20.903. Según un estudio del Observatorio Docente del CIAE (2019), mostró que la matrícula de 1° año de las pedagogías en 2017 -año en que comenzaron las nuevas exigencias para la matrícula-, disminuyó un 27,2% en relación al 2011 . El Ministerio de Educación (Mineduc), por su parte, indica que en 2021, las postulaciones bajaron de 14.980 a 9.904, respecto al 2020.
De acuerdo a lo anterior, se valora que el Mineduc haya considerado el informe de la Mesa de Atracción para las Pedagogías, ingresando un proyecto de ley que busca modificar los requisitos de acceso, pero no podemos obviar que este problema es multifactorial y su abordaje debe considerar otros aspectos tales como: el fomento de la vocación docente temprana, la importancia de la trayectoria docente y la retención docente, para evitar la alta deserción producto de la gran carga laboral y emocional.
Necesitamos abordar esta temática con la complejidad y urgencia que amerita, al tratarse de un problema agravado por la pandemia y que nos exige como país, conversar sobre la real importancia del docente en la construcción de la sociedad. La inacción solo hará que este déficit impacte particularmente a las/os niñas/os y jóvenes más vulnerables, aumentando las brechas en materia educativa.
Podemos construir un Chile desarrollado, siempre que seamos capaces de tener docentes preparados para asumir los desafíos venideros. Las futuras generaciones esperan nuestra definición hoy.
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