Según autoridades de Gobierno, tan solo en los últimos meses, se han levantado una treintena de campamentos en Chile, los que se suman a los 802 asentamientos de este tipo, ya existentes en el país, de acuerdo con cifras del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.
Pese a que el Estado ha realizado esfuerzos por solucionar este problema, con la llegada de COVID-19, la carencia de viviendas formales hoy se enfrenta a una “tormenta perfecta”, a juicio del académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago de Chile, Carlos Muñoz.
“En Chile observamos dos tipos de tomas de terreno”, explicó el docente: “Las espontáneas, como es el caso del campamento en el sector de La Chimba, en Antofagasta, y que hay muchos de esos en el país. Y, aparecen otros, donde personajes poco empáticos con la gente, consiguen o arriendan terrenos de terceros y ellos, a su vez, los subarriendan para que se instalen mediaguas o construcciones ligeras”.
Este tipo de asentamientos, según detalla Muñoz, han ido incrementando su población debido a fenómenos como la migración de familias vulnerables, tanto nacionales como extranjeras, que no cuentan con trabajos formales que les permitan justificar su situación socioeconómica y postular a una vivienda o arriendo en lugares establecidos.
Estos campamentos, “se han ido desarrollando como una asíntota, en términos matemáticos, y ahora será una crisis mayor con todos los contagios que se están produciendo por la pandemia y porque mucha gente no está trabajando y no tiene acceso, ni siquiera, a la alimentación cotidiana”, afirmó.
“El distanciamiento físico, en estos lugares, es imposible. Ahí hay personas que tienen que trabajar, donde hay familias de seis personas encerradas en un espacio de seis por seis metros. Si alguien llega contagiado ahí, se contagian todos; hasta los vecinos”, planteó el arquitecto.
Posibles soluciones
Para la búsqueda de una solución, Carlos Muñoz, quien ha investigado el problema de la vivienda, llama a considerar experiencias en Chile y a nivel internacional.
“Existen iniciativas que se están desarrollando. Lo que pasa es que no tienen muy buena llegada en algunos sectores. Pero hay alcaldes de comunas tan discrepantes como son Recoleta o Las Condes que, curiosamente, coinciden en una alternativa que es bastante interesante y que el Ministerio de Vivienda ha recogido, no con mucho agrado, pero lo ha hecho, que es, por ejemplo, el subsidio de arriendo”, afirmó el experto.
En su opinión, este subsidio “puede ser canalizado de mejor manera, y una de las formas más interesantes, son las cooperativas de vivienda de uso y goce, donde el Estado es propietario del terreno”.
“Aquí en Chile, el Ministerio de Bienes Nacionales posee muchos terrenos y muy bien ubicados. El tema es que se hacen viviendas para entregar terrenos del Estado a inmobiliarias privadas para que construyan condominios sociales, lo que es bastante bueno, pero ocurre un fenómeno que ha ocurrido históricamente: cuando entregamos en propiedad, después de cinco años, la gente los vende”, remarcó el experto.
Carlos Muñoz sostuvo que, en países como Canadá, Noruega o Dinamarca, ha dado resultados un modelo en que el Estado, “no entrega los terrenos en propiedad a nadie, sino que los pasa a la cooperativa de vivienda de uso y goce. La cooperativa hace la gestión con la única obligación de entregar viviendas a los sectores vulnerables. Por esta vía deben ir los esfuerzos”, añade.
“No generemos más viviendas para entregarlas en propiedad, excepto que sea en comunas periféricas, y promovamos el desarrollo de cooperativas de vivienda de uso y goce”, concluyó el académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago de Chile.
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Con la llegada del COVID-19 a Chile, el problema de la vivienda enfrenta un gran problema a juicio del experto en arquitectura, urbanismo y desarrollo de la ciudad, Carlos Muñoz, quien entrega sus propuestas para avanzar hacia una solución a este desafío nacional de larga data.
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