Gladys Soto, ex Contralora se despidió de la Institución: “Le debo mucho a esta Universidad”

  • Hace pocos días, Gladys Soto, dejó su cargo como Contralora de nuestra Institución acogiéndose a retiro. Durante las rondas de despedida, tuvo tiempo para conversar con nuestro Diario Institucional y recordar su paso por esta Casa de Estudios, sus años como académica de la Facultad de Administración y Economía y el significado que tuvo en su vida haber ejercido la labor contable.

 


El viernes 19 de diciembre fue el último día laboral para Gladys Soto Villarroel en nuestra Universidad. En esa jornada, la contadora pública y auditora, terminó su ronda de despedidas entre quienes la acompañaron los tres años que estuvo en el cargo de Contralora Universitaria y comenzó su retiro del servicio público.

Fue un día intenso, cerrando mucho trabajo, y con una sensación algo contradictoria, reconoce la ex Contralora, porque por un lado, la idea de iniciar nuevos planes, familiares y de descanso, la emocionan; pero asimismo, a ratos la embarga la aflicción por dejar la Universidad, su alma máter, el lugar donde se desarrolló como profesora, como autoridad académica y luego, como autoridad.

“Le debo mucho a esta  Universidad. Mucho”, señala conteniendo la emoción, que se le nota en los ojos y en el brillo que asoma cuando habla de su trabajo en esta Casa de Estudios, “es mi madre intelectual”, agrega.

Durante toda su carrera profesional, Gladys Soto se declaró trabajólica. Sin embargo, lejos de que tanta dedicación la cansara, dice que uno de los motivos por los que le complace retirarse es que “trabajé toda la vida en lo que a mí me gustaba”.

Le apasiona su carrera y que gracias a ella, revela que aprendió mucho, ya que las auditorías permiten conocer cómo funcionan las empresas, desde que se genera el acto económico, hasta que la información acumulada durante un año logra representar los estados financieros de la entidad. Por lo tanto, conocer esos procesos, permite saber si los costos reflejan lo que corresponde.

Abriendo camino para las mujeres

Su ingreso al mundo laboral comenzó desde muy joven, en el liceo comercial de Rancagua, donde, por al menos tres años, dedicó sus veranos a hacer prácticas laborales en la Braden Copper Company, que más adelante se convirtió en Codelco El Teniente. Esa experiencia le dejó la disciplina y rigurosidad de las empresas estadounidenses.   

Una vez que egresó del liceo, ingresó a la oficina del Ministerio de Obras Públicas en la Región de O’Higgins. Ahí estuvo cinco años, hasta que se decidió venir a Santiago e ingresar a la educación superior.

Durante cinco años estudió en la Universidad Técnica del Estado la carrera de Contador Público y Auditor, con dedicación absoluta. Sin embargo, al egresar dio una dura pelea por encontrar trabajo. “Entré a una empresa de auditoría, pero costó mucho que me consideraran. En ese tiempo las mujeres hacíamos camino al andar, porque debido a los viajes, las empresas no contrataban mujeres; y aunque en esa empresa me aceptaron, lo hicieron a prueba. Si después de un año no les gustaba mi labor, me despedían”.

Sin embargo, su dedicación al trabajo la confirmó en el puesto y fue auditora de la Compañía General de Electricidad, de Endesa, de empresas generadoras y distribuidoras de energía y de Soprole, “por lo que terminé entendiendo los detalles de sus operaciones y procesos de producción”, señala.

Pero el exceso de trabajo le pasó la cuenta y por indicación del médico, se cambió de área. Ya en 1986 hacía clases como profesora part time en la FAE, pero en 1990, se abrió la posibilidad de un llamado para integrar la planta académica y la profesora María Fernanda Meléndez la invitó a participar. Durante ese semestre, en la firma de auditoría no querían que se fuera y estuvo a punto de convertirse en una de las primeras mujeres socias en auditoría en el país. Pero para entonces, ya se había encantado con la docencia universitaria, “sentí que estaba construyendo. Que aquí había otra cosa que dar. Y aunque no era profesora, aprendí a serlo y poco a poco me fui incorporando a las actividades”, recuerda.

Más tarde fue directora del Departamento de Contabilidad y Auditoría; directora de un programa de magíster; vicedecana de docencia, desde 2008 durante la gestión de la decana Silvia Ferrada; y finalmente, Contralora Universitaria desde 2011.

Resguardar la Universidad

“La experiencia en la Contraloría ha sido muy gratificante, porque termino ejerciendo mi profesión”, cuenta explicando que hay una diferencia entre la labor de auditor de estados financieros, que tiene como misión revisar que la información declarada sea real de acuerdo a las normas contables; y la de auditora interna, que debe revisar la gestión de los procesos administrativos y que es un ámbito más amplio que el hecho contable. “Hay que estar vigilante para resguardar a la Universidad y no caer en incumplimientos que la puedan hacer vulnerable. Aquí hay mucha gente que ama esta Universidad y permite que pueda contribuir al país con buenos profesionales”.

La visión que tiene tras ejercer esta labor y dejar nuestra Institución, es que “esta Universidad realmente es completa y compleja, donde se nota un sentido de solidaridad, de esfuerzo por el bien común. Y considero que hace su mejor esfuerzo por crecer y mantener su impronta al servicio de los talentos reales, sin importar de donde vengan, cumpliendo plenamente su rol”.

 Como ex alumna, ex académica y ex funcionaria, siente que podría entregar aún más a la Institución, pero también cree que “hay que dar un paso al lado y dejar que las generaciones nuevas construyan también”.