En un hito científico podría transformarse el hallazgo de la investigadora e ingeniera física de la Universidad de Santiago de Chile, Carolina Manquian Villalobos, quien logró adaptar un tipo de cristal metal orgánico para que tenga propiedades como supercondensador, y de esta manera generar y almacenar electricidad para los automóviles.
Manquian, quien es doctoranda en Ciencias de la Ingeniería, mención Ciencias e Ingeniería de los Materiales de la Usach, bajo la guía del académico, Dr. Dinesh Pratap Singh, detalló los alcances de esta investigación publicada en la revista Nanomaterials, especializada en nanociencia.
La científica explica que al encender el motor de un vehículo existen dos tipos de dispositivos de almacenamiento convencionales que trabajan en conjunto: los que almacenan grandes cantidades de energía, como las baterías que la distribuyen de forma lenta en el tiempo, y los que suministran la energía muy rápidamente, llamados supercondensadores, demorándose menos de un segundo.
“En la vida diaria podemos ver esto con los vehículos que cuentan con sistema start- stop, que al llegar a un semáforo en rojo se detienen totalmente, se apaga el motor, pero todo lo demás sigue funcionando. Entonces cuando vuelves a acelerar retoman de inmediato la marcha de forma normal gracias a estos supercondensadores. Entre otros beneficios aumenta la vida útil de la batería, disminuye también su gasto en bencina y por consiguiente colabora con el medio ambiente por menores emisiones de Co2”, relató.
Actualmente, se desarrollan supercondensadores, con una capacidad de almacenamiento todavía muy inferior a las baterías de iones de litio. Debido a ello, el hallazgo sobre la base de cristal metal orgánico para generar energía representa un importante avance en esta materia.
Este descubrimiento no solo podría mejorar las tecnologías en automóviles, sino que también puede ser útil en la industria de los dispositivos de almacenamiento de energía, como las baterías de iones de litio o las pilas de combustible.
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El hallazgo forma parte de un trabajo en el que participaron también integrantes del Instituto Milenio de Investigación en Óptica, Miró, las universidades Austral y Federico Santa María.
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