Hablar de inclusión es un desafío, y lo es porque la palabra en sí misma encierra una peligrosa reducción: la asociación directa a colectivos (como las personas en situación de discapacidad, diversidad sexual o condiciones de clase) asumiendo que todas ellas están excluidas de base; y, por otro lado, negar la necesidad de inclusión nos hace correr el riesgo de invisibilizar la concreta experiencia de discriminación y marginación de muchos colectivos que experimentan graves ‘pendientes’ en nuestro país.
Más de 2.8 millones de personas presentan algún tipo de discapacidad en Chile, según datos de la última Encuesta Nacional de la Discapacidad EDISC de 2015. Si lo llevamos a porcentajes, representan a un 16.7% de la población general. Esta cifra, que requiere ser actualizada, nos exige como sociedad y, en particular, como lugar de formación de profesionales, educarnos para, ante todo, reconocer que todas y todos somos iguales en dignidad y derechos y que la idea de un “otro excluido” es acotada y (por qué no decirlo), simplista.
¿Qué entendemos por discapacidad? Una categoría que ha transitado desde un modelo biomédico que sitúa la condición en la persona, exigiendo un desempeño amparado en la ideología de la normalidad, hasta la actual necesidad de reconocimiento de la diferencia como un derecho humano en donde es el contexto físico, social, político y económico el que genera las barreras para que las personas, en su diversidad, puedan participar en igualdad de condiciones.
Entonces, es un importante desafío como Usach asegurar las condiciones para cumplir con el mandato de una Institución garante de derechos, tanto en los contextos de docencia como en la vida universitaria.
En este sentido, nuestra Casa de Estudios ha cumplido un rol importante en el país al ser una Institución de Educación Superior estatal que ha contribuido en la generación de políticas públicas en materia de inclusión, las que han sido un aporte para otras entidades a través de estos años.
Es por este motivo que la idea de inclusión, abordada con la complejidad que merece y no solo como un binomio “inclusión/ exclusión”, se consideró como uno de los ejes principales del Plan Estratégico Institucional para el periodo comprendido entre 2020 y 2030.
Entendemos que tenemos muchos pendientes y debemos ir avanzando para cumplir con una perspectiva de derechos, no solo cumpliendo la normativa vigente, sino que fortaleciendo una responsabilidad ética en el reconocimiento de la pluralidad de nuestra comunidad. Es una tarea en donde la voz de quienes han sido excluidos debe ser escuchada, asegurando una construcción conjunta que nos permita encauzar el sello de nuestra Casa de Estudios.
Tenemos que hacer de Chile un país que avance desde lo colectivo y no desde la individualidad. Desde nuestra comunidad Usach favorecemos este ejercicio en lo cotidiano, como una responsabilidad ciudadana. Hoy nos acompañamos de estudiantes que, asegurando sus ajustes para la participación, pueden formarse en igualdad de condiciones, proyectando sus elecciones de vida en un futuro más posible, pero sabemos que esto no es suficiente.
Vamos a seguir trabajando para cumplir con la tradición universitaria que tiene la Universidad de Santiago de Chile, desde un compromiso social para construir un país en el que todas y todos tengan el mismo acceso a la educación y a la experiencia universitaria. La idea de inclusión y reconocimiento de la diferencia supera a la situación de discapacidad y nos convoca a problematizar sobre muchos colectivos que han quedado en la subalternidad, en la invisibilidad y en la exclusión.
Este eje estratégico del Plan Estratégico Institucional 2020-2030 nos instala un tiempo, urgente y necesario, para lograr que toda la comunidad universitaria se sienta llamada a construir un lugar de equidad, de justicia y buen vivir.
Te invitamos a ver el video de Tendencias de Desarrollo Usach, capítulo Inclusión.
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En este artículo de opinión, Daniela Alburquerque, directora del Departamento de Formación Integral e Inclusión, se refiere al deber que tenemos como sociedad de proteger la dignidad y derechos de todas las personas; y en particular, la responsabilidad de nuestra comunidad universitaria para educarse y reflexionar sobre la redefinición de las limitaciones a las capacidades y el significado de las acciones para la inclusión.
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