Advierten necesidad de priorizar el bienestar familiar por sobre el consumo

Ante los altos índices de estrés y frustración que genera esta época en las personas, el director de la Escuela de Psicología del plantel estatal, Luis Mena, advierte que los agentes socializadores -como la familia- juegan un rol fundamental en “reorientar las prioridades”.  
 
La última parte del año, al igual que períodos como marzo o festividades patrias, son momentos en que inevitablemente la población debe enfrentarse a una serie de gastos: los festejos y las vacaciones, son algunos de ellos. Y si bien son instancias cuyo fin último es compartir con los seres queridos, pueden convertirse en una presión  insoslayable, si no se tiene un equilibrio en las prioridades.

Más allá de lo que cada persona y familia considere respecto de la Navidad, o el término del año, cada vez más parece ser que la compra y entrega o recepción de un obsequio, es el eje sobre el cual gira la atención.

La publicidad, la invasión de los medios y la inmediatez en el consumo, parte del actual estilo de vida, son factores que muchas veces contribuyen a que las personas dejen de lado incluso su bienestar psicológico, para “cumplir” con lo que parece ser exigido.  

Así lo advierte el psicólogo laboral y director de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santiago, Luis Mena, quien plantea que ésta, “es una época del año muy compleja, las personas se ven enfrentadas a muchas exigencias. Hay quienes tienden a comprar compulsivamente, muchas veces para satisfacer necesidades que no son reales, sino que estimuladas por la publicidad”.    

El problema, según el académico de la Universidad estatal, aparece cuando “las personas no pueden abarcar todo lo que quisieran. Entonces, aumenta la frustración, el estrés y muchas veces las personas recurren a formas de endeudamiento que más tarde serán un nuevo problema”.

Desde irritabilidad, dificultades para desempeñar las tareas cotidianas, hasta discusiones familiares o laborales, e incluso malestares físicos como dolores de cabeza o problemas para conciliar el sueño, son algunas de las consecuencias que pueden experimentar quienes no logren comprender que éste es un fenómeno social, dado por las influencias y la sobrestimulación publicitaria. 
 
Priorizar el bienestar 
Ante ello, el experto de la casa universitaria estatal, llama a repensar que espacios como la Navidad, Año Nuevo y vacaciones, y más allá de las creencias personales, “tienen un sentido supremo, que es el de buscar nuestro bienestar, fortalecer las relaciones humanas”, entendiendo que los afectos no se reflejan en el precio de un regalo o lo largo de las vacaciones.   

“Queremos conseguir cosas que muchas veces no podemos obtener, porque no tenemos los medios, o bien que no necesitamos”, completa el psicólogo Luis Mena. Añade, además, que debe reorientarse el sentido de verdadera “transacción” de las relaciones afectivas, optando por “generar un proceso educativo, desde la familia por ejemplo, donde se generen otro tipo de modelos, destinados a “reorientar las prioridades”, concluye el académico de la U. de Santiago.