Descartan que cambio de nombre del Transantiago implique mejoras reales

El académico de nuestra casa de estudios, Rodrigo Martin, señala que la medida del Gobierno es superficial y solo busca mejorar la percepción de los usuarios sobre un sistema que ya está en operaciones. A juicio del especialista, la medida no se traducirá en modificaciones estructurales a la red de buses santiaguina. “El nuevo nombre tiene que ir asociado a un cambio en el funcionamiento del sistema”, emplaza.

El Presidente Sebastián Piñera anunció el lunes pasado que el Transantiago será rebautizado como Red. Con este cambio de imagen al transporte capitalino, el Ejecutivo busca que las empresas cumplan con nuevos estándares de funcionamiento y requisitos para las licitaciones.Sin embargo, para el experto en transporte urbano y académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago, Rodrigo Martin, este cambio de nombre es solo “cosmético” y no se traducirá en modificaciones estructurales a la red de buses santiaguina. “El nuevo nombre tiene que ir asociado a un cambio en el funcionamiento del sistema”, emplaza.Martin asegura que esta nueva imagen solo busca mejorar la percepción ciudadana frente al sistema de transporte público de la capital ya que, desde su lanzamiento, en 2007, las críticas ciudadanas contra éste no han cesado producto de la mala calidad del servicio.  Por eso, cree que la medida solo busca “confundir a la gente ideando un nombre nuevo, pensando que la cosa va a cambiar”, lo que a su juicio no ocurrirá.El especialista considera que los cambios estructurales que se deben aplicar al Transantiago quedaron estipulados en el modelo de licitación anterior, que incluía incentivar a que las empresas operen buses eléctricos, favoreciendo a las que tengan un mayor número de este tipo de máquinas. El proyecto también planteaba separar entre empresas que adquirieran vehículos y otras que los operaran, así como  contratos más cortos y modificaciones al cálculo del pago que se efectúa a los buses por el servicio prestado.El académico enfatiza en que el Estado chileno está al debe con la inversión en infraestructura para el correcto funcionamiento del trasporte público. “Cuando partió el Transantiago, se necesitaban 300 kilómetros de vías exclusivas para buses, pero recién pasamos los 100 hace poco”, critica el experto. En vez de ello, apunta, los esfuerzos se han centrado en invertir “una cantidad monstruosa en infraestructura para vehículos particulares, como la modificación a la rotonda Pérez Zujovic o accesos a Colina y Chicureo”.Por eso, afirma que la renovación de la flota de buses debe ir de la mano con equipar a la ciudad con vías que aseguren el buen funcionamiento de éstos, sintetiza.

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