Carolina Sandoval, profesora de Estado: “Ser las y los mejores, para aportar a proyectos comunitarios que nos necesitan”

Hija de obrero de la construcción y dueña de casa, Carolina Sandoval Azócar es parte de los 20 maestros elegidos entre 9.500 participantes en la versión chilena del concurso de mayor importancia de la pedagogía, el Nobel de la Educación: Global Teacher Prize . Ésta es su historia.

Volvió al sur con la convicción que sus ancestros la acompañaban en su regreso. Carolina Sandoval Azócar es profesora mentora en la asignatura de Lengua y Cultura Indígena en el Colegio Quilacahuin; su trayectoria como docente en Santiago y ahora en el sector rural de la décima región se ha centrado principalmente en el desarrollo de metodologías participativas, diseñando y practicando una pedagogía transformadora e inclusiva; tanto así que es una de las 20 semifinalistas del afamado concurso Global Teacher Prize Chile.
Desde el momento que supo esta noticia, la profesora de Historia formada en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago, no ha parado de dar entrevistas a los medios de comunicación locales. A sus 36 años, disfruta de vivir en el campo, donde ha desarrollado un trabajo intercultural destacando los valores de la cultura Mapuche Huilliche de la zona.
¿Por qué estudiaste pedagogía?
- En mi familia siempre existían relatos asociados al rol que cumplió mi bisabuelo materno del sector de Quilmahue; él era invitado a los exámenes finales de las casas/escuelas que existían en el siglo XX; aquí hay un cruce con la historia de Gabriela Mistral, pues era común que algunas familias dispusieran de sus hogares para la escolarización de los sectores rurales. Él no tenía ningún estudio profesional, pero era reconocido por su sabiduría. Además, al otro lado del río, en el sector de Maile, mi abuelo paterno también tiene historias con la escuela del territorio donde asistía cuando niño.
De su familia, Carolina es la primera en nacer en Santiago, producto de la migración campo-ciudad y de la diáspora mapuche de mitad del siglo XX chileno; también es la primera en ingresar a la Universidad y en este recorrido histórico y genealógico  se reencuentra con sus raíces, la pedagogía y la educación rural. Por todo lo anterior, esta docente estima que ser profesora se hace en el andar y refuerza, según sus propias palabras, la idea mistraliana de que la pedagogía es un oficio.
¿Cuál es el aporte de este premio y de esta semifinal a tu carrera como docente?
- La gracia de este Premio Nobel de la Educación, el Global Teacher Prize, es que realza el valor social de la pedagogía; por ejemplo, las y los docentes no estamos acostumbrados a aparecer en la prensa y tenemos un rol importante que ocupar allí; por eso es gratificante aprovechar estos días de revuelo mediático: las y los profesores necesitamos ocupar estos espacios de relevancia social para convertirnos en referentes para nuestras y nuestros chiquillos.
¿Cómo fue tu ingreso a la Usach?
- Cuando llegué a la Usach con suerte había leído Papelucho Historiador, pero si había adquirido mucha riqueza cultural y política gracias a la conversación en casa, pues por el tema de la tradición oral que es súper campesina y mapuche siempre la sobremesa fue un espacio de encuentro y debate muy importante en mi familia. Ingresé el 2002 y por supuesto que significó un impacto grande pues el Departamento de Historia tenía personalidades muy relevantes para las Ciencias Sociales del país; además, estaba todo el movimiento estudiantil y social que se generaba en el día a día fuera del aula. De hecho, mi práctica profesional la realicé en plena Revolución Pingüina en el emblemático Liceo de Aplicación; por ese tiempo, también estuve en la Universidad ARCIS realizando ayudantías en el ramo Didáctica de la Historia acompañando a la profesora Maritza Cabezas del área de Educación del Departamento de Historia de la Usach. Ahora ya llevo  15 años dedicados a hacer clases en colegios.
El regreso a las tierras ancestrales
Carolina sentía que la experiencia que recogió en su quehacer cotidiano en las escuelas de Santiago, debía ponerla al servicio de las y los niños mapuche, por eso, hace tres años está en el Colegio Quilacahuin, ubicado en el sector rural de la comuna de San Pablo, décima región.
En este contexto de pandemia y en pleno invierno no debió ser fácil este año entregar conocimiento a tus estudiantes con la escasa cobertura de Internet.
- Como estamos en territorio Mapuche Huilliche por ley la asignatura de Lengua y Cultura Indígena debe estar presente en el Curriculum; mi tarea consiste en acompañar la labor de Ximena Fucha, Educadora Tradicional y mi trabajo es transformar ese saber sabio que ella porta, en saber pedagógico para traspasarlo a las y los estudiantes, por eso somos una dupla pedagógica. En el colegio y en este contexto, la pandemia se ha abordado sin teleducación y sin clases sincrónicas, por eso surgió un convenio entre el Colegio Quilcahuin y la radio La Voz de la Costa y se habilitó un espacio de 30 minutos con cápsulas radiales de todas las asignaturas para que así se mantuvieran los aprendizajes. Nuestro aporte a este espacio llamado “A orillas del Kutralwe” ha sido incluir a las y los niños en estas capsulas radiales, pues es muy importante que sea su voz la que aparezca ya que eso fortalece su autoimagen, su autoestima y su identidad mapuche y campesina; esta fue la estrategia que decidí promover para mantener una intención de metodología participativa a la distancia.
Sin embargo, esto no le bastó a Carolina así que ideó un programa audiovisual  de títeres llamado “La ruta de Esperancita” que pretende mantener el sentido de pertenencia en la comunidad escolar  y a pesar de que afirma categóricamente que la pandemia ha intensificado las desigualdades educativas a nivel país , también cree que se ha transformado en una oportunidad de aprendizaje para fortalecer los saberes ancestrales, pues es una posibilidad de pasar más tiempo en familia aprendiendo de huertas, animales y ciclos de la tierra. Ahora, con el fin de la cuarentena, recorre el campo y hace visitas domiciliarias donde enseña y aprende de sus estudiantes y sus familias.
A la luz de lo que me cuentas y esta bella experiencia pedagógica, ¿qué papel tuvo la Usach en tu formación y en la postulación al Global Teacher Prize?
- Las y los profesores de la Usach me dieron esa mirada desde lo social y lo colectivo: esa fue la Historia que me enseñaron y por ello comprendí que las herramientas profesionales que adquieres se vinculan con proyectos comunitarios, sociales e históricos. En la Universidad de Santiago se adquiere conciencia de que pertenecemos a colectivos y que nuestros cuerpos también son territorios que portan memorias: como mujer, como pobladora, como mapuche, como hija de obrero y como nieta de campesinos; por eso, acá soy profesora y más que eso, soy parte del lugar, del territorio. Las y los académicos de Historia y Educación de la Usach me entregaron la pasión, la disciplina y el profesionalismo; me enseñaron que ser profesora es sentirse grande, poderosa, fuerte y desde esa autoconciencia habito la escuela: ser las y los mejores, no para competir con otros sino para aportar con esa calidad profesional a esos proyectos comunitarios, sociales e históricos que nos necesitan.

Redacción
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