Elisa Zúñiga, Bioquímica y Doctora en Química: “La Usach nos enseña que los sueños no tienen límites y que con trabajo todo se puede”

Hoy como académica de la UMCE y directora del Proyecto COPEC-UC, la Dra. Zúñiga recuerda su paso por la Universidad de Santiago, calificándola como su alma mater y aquella que le entregó las competencias para llevar adelante un proyecto que previene enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, utilizando conocimiento de la medicina natural.

Un  estudio del INE reveló que un tercio de la población chilena en el año 2050 serán personas mayores. Alzheimer, Parkinson, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), así como accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades neurodegenerativas  se relacionan con el envejecimiento o  están asociadas a un estrés oxidativo.  Es más, se cree más  de 35 millones de personas en el mundo tienen hoy algún tipo de demencia. De ahí  la importancia del trabajo que la Doctora en Química de la Universidad de Santiago, Elisa Zúñiga junto a su equipo, realizó para tratar o prevenir estas patologías por intermedio de la medicina natural.
La Dra. Zúñiga, bioquímica titulada de nuestra Universidad, donde también cursó su doctorado y su postdoctorado, recuerda que desde pequeña fue una observadora de la naturaleza. A los  6 años recibió de regalo un microscopio y desde ese momento ya jugaba a ser científica.  Son múltiples las anécdotas que nos comenta, como por ejemplo,  que  una profesora de enseñanza básica le inculcó el cariño por las ciencias naturales. De hecho le permitía llevar a clases a sus mascotas, dos pequeños patitos  que transportaba en sus bolsillos.
Fue en su juventud que su pololo de entonces, puntaje nacional en matemáticas, le sugirió que estudiara Bioquímica y se empeñó por ingresar a la Universidad, pero no a cualquiera sino que a la Usach. ”Soy de ideas obsesivas”, remarca. “Quería una carrera que me permitiera hacer cosas que le sirvieran a la gente”, y claro que lo está consiguiendo.
Comenta que se enamoró del Campus único de la Usach, pero su madre le hizo prometer que nunca participaría de manifestaciones en las calles. Si bien cumplió con su promesa,  no dejó de estar presente en marchas al interior de la Universidad luchando por beneficios estudiantiles. “Yo estudié en la época en que apareció muerto en la playa de Santo Domingo el dirigente estudiantil  Mario Martínez, que era pololo de una compañera mía. Fue muy duro para nosotros ese primer año de clases”, recuerda.
Tras titularse de bioquímica, Elisa fue invitada por la entonces académica de la Facultad de Química y Biología, hoy profesora emérita Dra. Betty Matsuhiro, a continuar con un doctorado en Química. Recientemente había sido mamá y debía asistir a clases con su pequeño hijo. Agradece  con afecto a los profesores que se lo permitían. “Es incomparable la calidad humana de los académicos de la Usach “, asegura.
-Profesora, permítame consultarle si hay diferencias sustanciales entre estudiar el pregrado de Bioquímica y un doctorado en Química
Estudiando química inorgánica sufrí, pero también aprendí mucho aunque para eso tuve que nivelarme con mis compañeros. Tuve que tomar clases de matemáticas. Les tengo un respeto muy grande a los químicos, porque tienen un nivel de conocimiento  abstracto muy superior a los bioquímicos que somos muchos más tangibles.  Después de titularme del doctorado comencé a trabajar en polímeros naturales. Hice mi postdoctorado, me hice experta en actividades antioxidantes y metabolitos asociados que van directamente de la mano con las enfermedades neurodegenerativas. Heredé de mis padres todo el esfuerzo por conseguir mis metas.
-¿Cómo llega a una fórmula para prevenir el Alzheimer y otras patologías neurodegenerativas?
Fue casi una década de investigación mientras trabajaba con principios bioactivos de plantas de la medicina mapuche, logré nanocontener extractos de arrayán. El problema era lo difícil de reproducir un extracto natural, por lo tanto generamos uno sintético con tres antioxidantes que tenían probadas actividades neuroprotectoras y que se encontraban en altas cantidades en el arrayán. Lo anterior aumenta la biodisponibilidad de los compuestos bioactivos en distintos órganos, incluyendo el cerebro, donde actúa como un sistema de liberación controlada. Esto protege al cerebro de una eventual oxidación.
En este logro la Dra. Zúñiga no estuvo sola. Hubo detrás un equipo de profesionales de la Usach,  y de la Universidad de Valparaíso, que lograron crear una especie de fibra que traspasa la barrera hematoencefálica y llega al cerebro, gracias a un polímero que se denomina inteligente. Los resultados que tuvieron in vivo con ratones envejecidos fueron auspiciosos. “Posteriormente, probamos la inocuidad con el apoyo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. El miedo era generar un efecto secundario en las personas y demostramos que no había dosis letal  en cultivo de neuronas humanas”, comenta
Con la demostración de eficacia se trabajó en un nutracéutico que se patentó en Chile en 2018. “Será una pastilla que tiene una dosis del compuesto que generamos. Te lo tomas por un tiempo y permanece en el cerebro protegiéndote. Solo se libera en caso que haya algún daño. El paso siguiente fue proteger la propiedad intelectual y logró ser patentada también en Estados Unidos, donde se espera que, a muy corto plazo, comience la producción a escalas mayores de este neuroprotector que prevendrá el Alzheimer; esta etapa es liderada por Bio Agro, empresa con quien se realizó el proyecto y a quienes se les realizó la transferencia tecnológica del neuroprotector”, relata. 
Alma mater
Dra. Usted hizo su pregrado, su doctorado y su postdoctorado en la Universidad de Santiago, donde también fue profesora. ¿Cómo describiría su paso por nuestro Plantel y cuál es su sentimiento por la Institución, hoy transformada en una exitosa científica?
La Usach siempre ha sido mi alma mater. Crecí con el espíritu de la Usach. Sentía que el Plantel tenía no solo historia sino un espíritu distinto. Allí conocí gente con mucho dinero, y otra de muy pocos recursos económicos, pero todos éramos iguales y trabajábamos en función de un objetivo. Estudié durante un momento histórico del país, donde la vida en las universidades era difícil y donde la Usach era un oasis de inclusión, tolerancia, conversación y diálogo frente a la efervescencia nacional por salir de la dictadura. La Usach me formó. Los profesores me transmitieron con fuerza el respeto a las opiniones. No fue una formación solo en química sino integral. Si hay algo que les da fuerza a nuestras universidades estatales es que los académicos están por vocación allí. Nosotros somos hijos del rigor. Quién hace la pega en una empresa, los de la Usach…en cualquier ámbito salimos adelante. Nos enseñan a no tener límites. Con trabajo todo se puede. Si no hubiese estado en la Usach no habría sido la misma persona y profesional.
Próximamente Soy Usach destacará también el sello Usach entre los funcionarios de nuestro Plantel. Te invitamos a escribirnos al mail jose.flores.g@usach.cl  para postular a quien o quienes – a juicio tuyo-  deberíamos considerar para estas entrevistas.

Redacción
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