Patentar para transferir: Un camino hacia la innovación

Columna de opinión de Matías Burgos Carrasco, encargado de Propiedad Intelectual de la Dirección de Gestión Tecnológica Usach. 

En un mundo cada vez más impulsado por la innovación, la transferencia tecnológica desde las universidades a la industria se ha vuelto crucial para que las nuevas tecnologías impacten a la sociedad. En este contexto, las patentes de invención juegan un rol fundamental, aunque no exclusivo.

Las universidades son una fuente inagotable de conocimiento e innovación para la industria y la sociedad. Según el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi), en 2022 se registraron 332 patentes de invención en Chile, de las cuales el 45% provienen de planteles nacionales.  Esta cifra refleja el valor que la academia otorga a la propiedad industrial como motor de crecimiento e innovación.

Las patentes no solo protegen los derechos de los inventores, sino que también facilitan la transferencia tecnológica al ofrecer una base legal para la negociación y la colaboración con la industria. Esto garantiza que las innovaciones no se queden en los laboratorios, sino que encuentren un camino efectivo hacia el mercado.

La colaboración entre universidades e industria es clave para el desarrollo económico y social. Un estudio del Observatorio del Sistema Nacional de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación (Observa) señala que, en 2020, un 16% de las empresas en Chile realizaron actividades de innovación, muchas de ellas derivadas de spin-offs universitarias, es decir, empresas que surgen dentro de centros de investigación y universidades, creadas por los propios investigadores. Estas spin-offs permiten que sus creadores, quienes mejor entienden la tecnología, puedan explotarla comercialmente, mejorando así el ciclo de I+D+i e impulsando el emprendimiento.

A pesar de la importancia de la transferencia tecnológica, la cultura universitaria nacional está más enfocada en las publicaciones que en patentar, lo que genera una dicotomía. Sin embargo, ambos procesos pueden ser complementarios si se gestionan adecuadamente los tiempos. Además, es crucial que los investigadores protejan sus invenciones, a través de patentes antes de divulgarlas en revistas académicas. Esto no solo salvaguarda sus derechos, sino que maximiza el impacto de su trabajo, facilitando una transferencia tecnológica efectiva.

No obstante, la transferencia tecnológica enfrenta desafíos, como barreras burocráticas y la falta de incentivos. A pesar de ello, muchas universidades han implementado oficinas de transferencia tecnológica y políticas de propiedad intelectual para facilitar el proceso, apoyadas por recursos estatales. El gobierno puede jugar un rol clave ofreciendo incentivos fiscales y subvenciones que fomenten la colaboración entre universidades e industria.

La evidencia es clara: fortalecer los mecanismos de transferencia tecnológica y mejorar los incentivos para patentar es esencial. Las patentes son un medio, no un fin; el objetivo final es que la tecnología llegue a la sociedad, asegurando un futuro de innovación y progreso para todos.

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