Con exportaciones que superan los US$ 4.000 millones, según el informe de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura correspondiente al año 2016, el salmón continúa ubicándose como uno de los principales productos más exportados del país.Pese a los constantes virus y patógenos que han afectado a la industria, ésta ha logrado sobreponer su producción, sin perder el escaño. Sin embargo, desde hace unos años, después del virus ISA y la Necrosis Pancreática infecciosa, apareció la bacteria “Piscirickettsia Salmonis”, actualmente responsable de un 90% de la mortandad de la especie.La bacteria que daña el tejido a nivel intracelular, provoca inapetencia extrema en el pez, lo que puede generar una disminución en su producción y afectar la calidad del producto, debido a que presentan erosiones cutáneas, extensas áreas descamadas y problemas en sus órganos internos. En palabras de la Dra. Brenda Modak, directora del departamento de Ciencias del Ambiente, de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago, la investigación cobra especial relevancia para la industria ya que “la salmonicultura es una de las principales entradas económicas de nuestro país, que compite directamente con Noruega en cuanto a producción de salmones a nivel mundial. De tal forma, todo lo que signifique avanzar en el control de enfermedades de salmones es de alta importancia”, explica. Estudios previos El estudio surge cuando la investigadora química, especializada en productos naturales y aplicaciones biológicas, analizaba la planta “Heliotropium”, que crece de manera silvestre en el desierto de Atacama, la cual reproduce un exudado resinoso, que la recubre y lo utiliza como mecanismo de protección. Al percatarse de sus propiedades antioxidantes y anti-microbacterianas, la académica se propuso averiguar si el mecanismo sería útil para la defensa de animales.En ese contexto, y tras un par de años desde que se desatara la crisis en la industria acuícola, tras los problemas derivados del virus ISA, la Dra. Modak junto a un equipo multidisciplinario de la Facultad de Química y Biología de la Universidad, comenzaron a realizar pruebas de laboratorio en peces, obteniendo resultados positivos. Los estudios continuaron con otros virus, como es el caso de la necrosis pancreática infecciosa que también producía una alta mortalidad en la industria salmonera, en donde también obtuvieron buenos resultados.Tiempo después apareció la bacteria Piscirickettsia Salmonis, siendo la responsable de causar un 90% de mortandad en las salmoneras debido a la dificultad de atacarla con antibióticos sintéticos de uso común.Teniendo en consideración las propiedades antibacterianas de algunos compuestos de la planta, cuya actividad antibacterial y bioestimulante había sido comprobada con anterioridad, la académica presentó un nuevo proyecto Fondecyt, que inició en marzo del año 2014, con el objetivo de probar estos componentes en salmones ya infectados. Combate de Piscirickettsia Salmonis Han transcurrido 3 años desde que comenzaron las pruebas con un selecto equipo de investigadores de los laboratorios de química de productos naturales, inmunología y virología. Según explica la Dra. Modak, los estudios partieron con pruebas simples, seleccionando los compuestos puros que podrían combatir el desarrollo de la bacteria.“Nos fue relativamente bien y tomamos los compuestos que habían sido buenos. Como se trata de una bacteria intracelular no basta solo con probar si los compuestos son activos directamente sobre la bacteria, sino también hay que ver si son activos en la bacteria dentro de la célula”, indica la académica.Luego, desarrollaron el crecimiento celular de la bacteria, para dar paso al trabajo in vitro, en donde obtuvieron varias pruebas positivas. Con los resultados obtenidos, dieron paso a las pruebas In Vivo en peces de agua dulce.“Suele ocurrir que los adyuvantes, (la sustancia que aumenta la formación de anticuerpos), cuando se le inyecta al pez deja una aureola marcada, que no es malo, pero es feo, y como los salmones se exportan, a los consumidores no le gusta que llegue con esa calidad. Entonces, lo primero que vimos cuando inyectamos bacterias con Filifolinona (extracto de la planta), es que no deja ninguna marca, lo cual era un gran resultado”, sostiene la investigadora.Agrega que pese a que ya cumplía las expectativas, descubrieron otros factores no esperados, “además los salmones se ponen con la piel más brillante y bonita, ese era un plus que no estábamos buscando, y hemos visto que con este compuesto, las bacterinas (vacuna a base de células inactivadas), han aumentado también el efecto inmuno-estimulante frente a la infección de Piscirickettsia Salmonis”, explica.Tras comprobar la efectividad de los compuestos resinosos, que demostraron una reducción del tamaño y desaparición total de la formación de células de bacterias en estudios in vitro e in vivo, la investigación atraviesa su etapa final, esperando concretar durante este semestre un acuerdo con alguna empresa de salmones para probar la inyección en salmones de cultivo en agua salada.La investigación es financiada por un proyecto Fondecyt Regular con una asignación de 160 millones de pesos y una proyección de 4 años. Mientras que la investigadora no descarta patentar la vacuna y crear consensos con la industria para utilizarla una vez finalicen los estudios.
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La investigación liderada por la directora del Departamento de Ciencias del Ambiente de la Facultad de Química y Biología de nuestra Universidad, Dra. Brenda Modak (en la fotografía, primer plano), combate la alta mortalidad de salmones en Chile, fenómeno que, según los últimos estudios realizados por la industria, se debe en un 90% de los casos a la presencia de la peligrosa bacteria “Piscirickettsia Salmonis”.
Redacción