La Escuela de Artes y Oficios

Sus comienzos

El nacimiento de la Escuela de Artes y Oficios, Alma Mater de nuestra Universidad, está asociado a las necesidades de desarrollo del país. Las instituciones más importantes de mediados del siglo XIX, entre ellas la Sociedad Nacional de Agricultura, plantearon la introducción de la enseñanza técnico práctica en el menor tiempo posible, como una forma de superar los problemas que impedían a Chile entrar en la ruta del progreso.

Estas inquietudes culminaron con la creación de la Escuela de Artes y Oficios, mediante un decreto de fecha 6 de julio de 1849, bajo el Gobierno de don Manuel Bulnes, siendo ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública don Manuel Montt. En este documento se nombraba como superintendente de la EAO a Salvador Sanfuentes y como director al profesor francés Jules Jariez. Este documento fue la concreción de muchos trabajos que se habían realizado previamente: diseño de planes de estudio, contratación de profesores en el extranjero, búsqueda de recursos monetarios y físicos, entre otros.

Otro decreto estableció la apertura de la Escuela el 18 de septiembre de 1849, con Talleres de Carpintería, Herrería, Mecánica y Fundición, en los cuales se distribuyeron veinticuatro alumnos seleccionados, 12 de Santiago y 12 de provincia. La Escuela debía entregar los medios para que “se labrase la felicidad futura, constituyendo un factor importante para el progreso industrial”.

 

Nuevo edificio

La Escuela fue adquiriendo cada vez mayor prestigio. La cantidad de alumnos, que iba en aumento, la obligaron a expandirse y a contar con mayor número de profesores. En 1886, se le asignaron terrenos en el costado sur de la Quinta Normal de Agricultura, en la Avenida Chuchunco -actual Ecuador- para la construcción de su nuevo y definitivo edificio, hoy monumento histórico.

 

Solidez institucional

La excelencia académica y los aportes al país llevaron a la Escuela a constituirse en un centro de notable desarrollo. A sus aulas concurrían estudiantes de diversos países latinoamericanos.

El proceso de evolución y desarrollo de la Escuela de Artes y Oficios en Santiago, se realizó simultáneamente con el de las Escuelas de Minas de Copiapó, La Serena y Antofagasta, que habían contribuido al crecimiento de la industria minera en el norte. Del mismo modo, las Escuelas Industriales de Concepción, Temuco y Valdivia cumplieron el propósito de preparar la mano de obra que requería el desarrollo industrial regional.

Estas Escuelas, que se fueron creando con posterioridad a la EAO, más tarde, pasaron a ser sedes de la Universidad Técnica del Estado.

En 1936 se aprobaron nuevos planes que facultaban a la EAO para otorgar los grados de oficio, de técnico y el de ingeniero industrial. Con la creación de la CORFO en 1936 y el mayor esfuerzo industrializador por parte del sector público, se dieron las condiciones para que la institución tuviese un mejoramiento cuantitativo y cualitativo, pasando a ser parte de una planificación amplia del desarrollo del país.