En 2014 ingresó a nuestra Casa de Estudios, donde ya cursó el primer año de Ingeniería Civil Mecánica, carrera que luego congeló para prepararse con miras a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. “Entré a la Universidad de Santiago no sólo por la posibilidad que me dieron de una beca completa, también por su calidad académica. Tanto profesores como compañeros me han apoyado mucho, lo que me ha dado la tranquilidad para concentrarme en el judo”, asegura.
A los siete años Thomas Briceño González medía 1,50 metros y pesaba 80 kilos, un sobrepeso que llevó a su familia a buscar un deporte que le permitiera revertirlo. Probó en el fútbol y en la natación. Pero finalmente encontró el judo. Su padre, chef ejecutivo en el área minera, y su madre, carabinera, fueron los primeros en motivarlo.
El club de la Escuela de Carabineros sería su primer club, hasta 2009. “Al principio no entendía las reglas ni los conceptos japoneses que se utilizan durante los combates, así es que perdía los campeonatos”. Igualmente conseguiría su primera medalla. “La mandó a hacer mi papá y me la regaló como un premio al esfuerzo”.
En 2005, con once años, compitió en su primer torneo sudamericano infantil, donde obtuvo medalla de plata. Todo era financiado por su familia. De ahí en adelante, su participación como seleccionado nacional de judo sería una constante.
Sin embargo, durante su adolescencia se alejó de la disciplina. Fueron alrededor de dos años en los que Thomas dejó de entrenar y privilegió a sus amigos. Su papá insistía en que no abandonara el judo. “En octavo básico me dijo que no me acompañaría más, que sería mi decisión, lo que me asustó mucho. De ahí en adelante no paré más y comencé a entrenar todos los días”.
De hecho, entre segundo y cuarto medio vivió en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) del Estadio Nacional. Su educación escolar la completó con exámenes libres.
Revolucionar la industria automotriz
En 2013 se enfrentaría a un nuevo desafío: preparar la PSU o participar en una gira de la selección por varios países asiáticos. Thomas optó por lo primero. Su meta era ingresar a la Universidad. Incluso, surgió la posibilidad de acceder a un cupo deportivo. “Lo conversé con mi familia y opté por la Universidad de Santiago de Chile, no sólo por la posibilidad que me dieron de una beca completa. También por su calidad académica”.
La elección fue Ingeniería Civil en Mecánica, carrera en la que ya cursó el primer año. “Me gusta mucho la mecánica automotriz. Y si bien mi carrera no tiene mucha relación con eso, podría entrelazarlas en varios puntos”. Junto con destacar la formación de esta Casa de Estudios, no duda en proyectar su objetivo. “A través de la Ingeniería Mecánica quiero generar una revolución en la industria automotriz chilena”.
Por ahora y anticipándose al actual ciclo olímpico, en 2015 Thomas decidió congelar los estudios. “En la carrera me han apoyado mucho, profesores y compañeros. Me han dado la tranquilidad para concentrarme en el judo. Y con mucho orgullo he podido representar a la Universidad en los torneos regionales y a nivel nacional”, destaca el deportista.
Su idea era retomar la carrera en el segundo semestre de este año. Sin embargo, por recomendación médica, deberá operarse al regreso de su participación en los que serán sus primeros Juegos Olímpicos, en Río de Janeiro. “Tengo un daño en la cadera que he postergado mediante infiltraciones. En 2009 me luxé el fémur, por lo que es una lesión degenerativa que debo tratarme lo antes posible”. Sus entrenadores han sido insistentes en eso.
Primer chileno en conquistar un podio europeo
A sus 22 años, Thomas sigue viviendo en Quilicura. Hoy, con 1,86 metros de altura y parte de la categoría de menos de 90 kilogramos, recuerda que ha competido en prácticamente todos los países de América, varios de Europa e incluso Asia y África, además de Australia. No sólo ha sido campeón sudamericano y subcampeón panamericano. “Soy el primer chileno que gana una medalla en un campeonato europeo de nivel mundial. Fue en Bulgaria, donde obtuve el tercer lugar entre 56 competidores”, se ufana.
Además de participar en el Team Chile, integra el directorio de DAR Chile, que agrupa a Deportistas de Alto Rendimiento, entre cuyas propuestas destacan la necesidad de legislar en favor del deporte nacional. Ahí también participa su polola, destacada gimnasta con quien comparte desde hace más de tres años.
Y si bien son varias las lesiones que lo han dejado fuera de importantes competencias, su perseverancia le ha permitido seguir en el judo. De hecho, su preparación en Chile ya concluyó. Hoy se encuentra en Brasil, en la última etapa antes de competir en los Juegos Olímpicos, que, en su caso, se iniciarán el 10 de agosto. “El podio olímpico lo tengo programado para Tokio 2020. Mi objetivo en Río de Janeiro es quedar entre los siete primeros de mi categoría y alcanzar una mayor madurez”, anticipa Thomas.
Asimismo, advierte que en marzo del próximo año se reincorporará a Ingeniería Civil. “Quizás me demore un poco más en terminar la carrera, pero el judo no es para siempre. Tengo que terminar mis estudios”.