Un estudio del Centro de Estudios Públicos (CEP) sobre movilidad urbana concluyó que viajar en automóvil al trabajo es más rápido que hacerlo en transporte público en las principales ciudades de Chile, como Santiago, Valparaíso y Concepción, entre otras. En la capital, por ejemplo, la diferencia entre ambos es de 20 minutos, en favor del vehículo particular y en desmedro del Transantiago.Para el experto en transporte urbano y académico de la Universidad de Santiago, Rodrigo Martin, esto se debe a que no se cuenta con la cantidad de vías exclusivas necesarias para que el servicio en la Región Metropolitana sea competitivo con el automóvil. “Cuando partió el Transantiago, se definió que debía contar con 300 kilómetros de vías exclusivas para buses, y teníamos alrededor de 70. Ahora, con Vicuña Mackenna y con las propuestas para Independencia vamos a llegar, recién, a los 100. Estamos muy al debe”, considera.De acuerdo al académico, el hecho de que esto no se concrete provoca que los buses sean menos veloces, lo que genera que las personas opten por comprar un automóvil. Según datos de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (Anac), hasta noviembre del año pasado las ventas de vehículos fueron un 19,1% mayor a las del mismo período de 2016.Sin embargo, el experto estima que esta decisión individual convierte el problema en un círculo vicioso: a mayor cantidad de vehículos particulares, menos personas usan más espacio en las calles, por el tamaño de los autos. Esto, a su juicio, aumenta la congestión, lo que repercute en una mayor lentitud del transporte público.“Cuando se releva que el automóvil es más rápido, hay que agregar inmediatamente que es menos eficiente con el espacio público y que, junto a eso, contamina mucho más, lo que tiene efecto hasta en la salud”, argumenta. “El sistema de transporte metropolitano traslada alrededor de 4 millones de personas al día. Entonces, puede que sea más rápido moverse en auto, pero mueve a muchísimo menos gente en mucha más superficie”, insiste.Por eso, señala que es urgente avanzar en más vías exclusivas y que estas tengan un diseño inteligente. “Un caso paradigmático es el de la Alameda, donde se planificó que el Transantiago tuviera vías exclusivas en el bandejón central, para que no se cruzara con los giros de los autos”, ejemplifica. “El proyecto de remodelación de la Alameda debe contar con esto”, concluye.
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El académico de nuestra Casa de Estudios, Rodrigo Martin, afirma que el hecho de que el automóvil sea 20 minutos más rápido que el transporte público, como revela un estudio del CEP, se debe a que no se ha cumplido con el metraje para que los buses circulen de manera eficiente. “Cuando partió el Transantiago, se definieron 300 kilómetros de vías exclusivas para buses, y teníamos alrededor de 70. Ahora, con Av. Vicuña Mackenna y las propuestas para Av. Independencia, vamos a llegar, recién, a los 100 kilómetros”, puntualiza.
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