Psicóloga Educacional, Carolina Jorquera, plantea que dentro de la escuela, lugar donde muchas veces la instrucción tiene por objetivo homogenizar el aprendizaje y a los individuos, es necesario abrir espacios hacia la interculturalidad y fomentar el respeto a la diversidad.
Los movimientos migratorios en el mundo son múltiples, y según el Informe sobre Desarrollo Humano y Movilidad, publicado el 2009 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el porcentaje de migrantes internacionales de los últimos 50 años corresponde al tres por ciento de la población mundial. La cifra engloba el concepto de viaje, la búsqueda de una vida mejor, nuevas costumbres y cosmovisiones diversas. Todo ello, conlleva la necesidad de integración.Uno de los espacios más importantes de interacción que se conoce es la escuela, donde constantemente se trabaja la idea de la integración, concepto que la académica de la Escuela de Psicología de la U. de Santiago, Carolina Jorquera, analiza en el estudio "Diagnóstico Preliminar Integración alumnado migrante en comuna de Santiago".La experta en Psicología Educacional, indicó que la investigación intenta dar respuesta a cuál es el rol de la escuela ante un entorno diverso. “La mayoría de los niños migrantes no son reconocidos como tales por el sistema escolar, ya que si nacen en Chile, son considerados chilenos y dejan de concebirse como un grupo focalizado por el cual ocuparse de forma consciente, tomando en cuenta su contexto o herencia cultural”, señaló.Con este estudio, la académica espera diferenciar los tipos de estrategia que llevan a cabo los colegios en función de su población migrante, dando luces de cómo se enfrenta el problema. “Uno de los inconvenientes es que la población migrante no alcanza a ser un número importante como para establecer políticas públicas, donde exista una educación hacia la diversidad cultural o étnica, que conviertan al sistema escolar en algo más cosmopolita”, indicó.El proyecto consta de tres etapas. La primera de ellas es la elaboración de un censo en la comuna de Santiago que indagará, básicamente, si los establecimientos están dispuestos o no a sumar niños migrantes. “En muchos casos, los establecimientos han determinado como algo positivo la integración de niños extranjeros”, agregó la experta.Además de la recolección de datos, se construirá el marco teórico, “donde determinaremos la definición de migrante y qué implicancia tiene esto, ya que se cruza con el hecho de que la escuela se entiende como un lugar de formación para la nación. Cabe, entonces, preguntarse: ¿Sólo formamos estudiantes para que sean chilenos y se inserten en el sistema ciudadano chileno?; ¿rige lo mismo para los estudiantes foráneos, hay una sola versión de la historia?”, se interroga la investigadora.La académica estima que el análisis de los antecedentes les permitirá confirmar algunas hipótesis, como que los estudiantes extranjeros no sólo se encuentran en colegios municipales o de bajo rendimiento, sino también en el sector oriente de la capital, siendo éstos, por ejemplo, hijos de diplomáticos. Paralelamente, se quiere saber cuáles son las estrategias compensatorias de los colegios cuando se enfrentan a casos de discriminación, ya sea por diferencias físicas, étnicas o de otra índole.El equipo liderado por la psicóloga Carolina Jorquera, conformado por académicos y estudiantes de la Escuela de Psicología, traducirán los resultados del diagnóstico en publicaciones y charlas de corte teórico, donde “espera poner en discusión la idea que la escuela no es sólo ciudadanía y comprender cuáles son las lógicas en las que nos movemos. ¿Tenemos que educar a los migrantes porque tienen falencias o para que no los molesten?”, inquiere la académica.“Creo que es necesario entender el interior del aula como un espacio para que los sujetos aprendan, no sólo aspectos de instrucción, sino también habilidades y capacidades que nos enseñen a entendernos, comprender el mundo y las acciones conjuntas que nos permitirán convertirlo en algo mejor, de lo contrario, estamos perdidos”, planteó, finalmente, Carolina Jorquera.