El experto en salud pública, Dr. Mauricio Osorio (Facultad de Ciencias Médicas), rescata el espíritu de la iniciativa, que obliga a los médicos a prescribir genéricos en vez de remedios con marca; no obstante, sostiene que puede implicar consultas prolongadas y dejar la venta de los medicamentos a criterio de las farmacias. En este contexto, comparte su preocupación respecto de qué pasará con los laboratorios que tienen remedios propios y que se venden en farmacias vinculadas.
Hace pocos días se conocieron detalles de la nueva Ley de Fármacos que impulsa el Gobierno, cuyo punto más controversial es la propuesta de una nueva receta médica, donde se obligaría a los facultativos a prescribir según la Denominación Común Internacional (DCI) -es decir, que proponga genéricos o principios farmacológicos-. La medida busca evitar que se induzca al paciente a comprar un medicamento de marca, lo que supondría un abaratamiento de costos para el comprador.El Director de la Escuela de Medicina de la Universidad de Santiago, Mauricio Osorio, valora el espíritu de la propuesta, ya que “en el sentido más purista, es efectivamente correcta, porque intenta dar más transparencia al mercado de los fármacos”. No obstante, advierte que “traerá consecuencias”.Consultas más lentasDe acuerdo al doctor Osorio, uno de los problemas de la propuesta es la gran cantidad de medicamentos que existen para cada denominación internacional –es decir, que la prescripción de un genérico implica directamente recetar cada uno de sus principios farmacológicos-, lo que impactaría directamente en una mayor duración de las consultas.“Desde el punto de vista práctico habrá complejidades, porque algunos medicamentos son asociaciones de varios principios farmacológicos. Por lo tanto, el médico, al recetar, puede demorarse más y gastará un tiempo que no estaba considerado originalmente para hacerlo”, afirma.El especialista ejemplifica, señalando que “los antigripales, como el Trioval o el Cotibin, poseen muchos nombres de fantasía, pero tienen al menos tres componentes, como lo son el paracetamol, la pseudoefedrina y la clorfenamina. En este caso, en la receta hay que colocar uno por uno los componentes, con los milígramos correspondientes y su dosificación”.Más de una receta por paciente¿Y si un paciente necesita más de un remedio? “Se podría requerir más de una receta”, explica Osorio, en alusión a la cantidad de principios farmacológicos que engrosarían la prescripción. “Se hará todo más complejo”, critica.“La consulta médica debiera centrarse más en la conversación con el paciente, los exámenes médicos y no necesariamente por la receta”, agrega.Las farmacias: el “sartén por el mango”Finalmente, el especialista en salud pública sostiene que “quien va a entregar el medicamento con la receta es quien tiene el sartén por el mango. Las farmacias pueden ofrecer un medicamento genérico, pero también uno con marca”. Esto, en alusión a los llamados bioequivalentes, que en una proporción importante corresponden a genéricos asociados a una firma en particular.“Si lo que se quiere es que el profesional no recete con marca, se estaría logrando. Sin embargo, si eso se traduce en que en la farmacia igual venda con marca, y una en particular, eso terminará contrariando el espíritu la norma”, enfatiza.El especialista ejemplifica que “una receta puede sugerir Atorvastatina, que es el principio farmacológico, pero si la farmacia quiere venderle uno con nombre, puede ofrecérselo. Eso significa que el paciente podría comprar, incluso, un remedio más caro” en comparación a otros medicamentos genéricos, señala.“¿Y qué pasa con los laboratorios que tienen remedios propios y que se venden en farmacias vinculadas?”, advierte.Enfrentando las críticasAl dar a conocer la propuesta, el subsecretario de Salud Pública, Jaime Burrows, señaló que “lo que se ha comprobado es que el hecho de asistir a una comida en que se les entrega determinado producto a los médicos, el solo efecto de recordación hace que aumente la prescripción de esa marca en un 20%, sin mediar argumentación científica”.Para Osorio, “obligar a los médicos porque supuestamente tienen una prebenda para recetar X o Y medicamento es ingenuo. Los colegas tienen al menos siete años de formación”.Agrega que “pensar que los colegas se van a vender por una comida o un lápiz es preocuparse de cosas bastante secundarias. Hay cosas mucho más importantes, como la mercantilización de la salud, que es lo fundamental”, apunta.“Cuando el mercado de fármacos se transforma en un gran negocio, tenemos los problemas que suceden en la actualidad. Hoy en día, el mercado se autorregula a vista y paciencia de todos. Estamos tratando de tapar el sol con un dedo. El problema es de fondo y la receta es sólo un grano de arena en la playa”, concluye.