Seleccionada de Tenis Femenino del Plantel aspira a ganar próximo Campeonato Nacional Universitario

Ligada a una familia de deportistas, la estudiante de Ingeniería Civil Química de nuestra Casa de Estudios, Amanda Cerda Miranda se inició en esta disciplina cuando apenas era una niña. A partir de entonces, no se detuvo y llegó a ser la número 1 de Chile en la categoría 18 años.

Jugueteando con un perro residente del estadio de la Universidad, aparece Amanda Natalia Cerda Miranda, a la entrevista que concertamos para hablar de su vida y su carrera deportiva. “Me encantan los animales”, ríe tímida, a modo de disculpa por llegar junto al can, al que palmotea el lomo de vez en cuando.Tiene 22 años y a los 11 comenzó a jugar tenis al ver a su hermano mayor dedicarse a este deporte. Por una casualidad tomó la raqueta y de ahí no hubo cómo separarlas. “Me gustó y de ahí no paré más. Me gustó tanto que mis papás me buscaron una academia y empecé a entrenar”, explica.Desde que se inició en el alto rendimiento, a los 14 años, Amanda fue parte de numerosos torneos, pero no fue hasta la categoría de los 18 años que llegó a ser número 1 de Chile. “Gané varias competencias a lo largo de ese tiempo en menores, pero tener la primera posición ha sido lo más importante de toda mi carrera”, agrega.A pocos meses para egresar de su carrera de Ingeniería Civil Química, la deportista no piensa retirarse del tenis. Aspira a alcanzar el primer lugar del torneo nacional junto al equipo femenino de la U. de Santiago y una vez fuera de la vida académica, reunir dinero trabajando y perfeccionarse en Estados Unidos por un año.“Cuando era chica no tuve la oportunidad de dedicarme a jugar tenis porque mis papás no me dejaron salirme del colegio. Pude ir a Estados Unidos a estudiar y tampoco fui. Entonces siento que si no lo hago ahora se me va a pasar el tiempo”, indica.Salir de la burbujaLa familia de Amanda está compuesta por su padre, un ingeniero informático del Plantel; su madre, gerenta de una distribuidora capitalina; su hermano mayor y otro menor. En ese sentido, a la joven le ha costado salir de la burbuja en la que la encerraron sus padres sobreprotectores.“Creo que me ha costado crecer como persona por eso. Mis papás no me dejaban ni andar en micro antes de entrar a la Universidad”, confiesa la deportista. Es por ello que el tenis se transformó en su liberación, pues reconoce que de no ser por éste, estaría viviendo aún en una burbuja.En ese aspecto la joven asume que el deporte la ha ayudado a crecer como persona, le ha entregado valores y enseñado a tolerar más la frustración. Ahora se siente más capaz de lograr sus metas. “Me ha ayudado a mí y a mis papás a que también me dejen más sola”, sostiene.Por lo anterior, profundiza, el tenis es algo muy importante en la vida de Amanda y no se imagina sin jugar, sobre todo en este momento donde le queda poco tiempo para salir de la Universidad. “He crecido tanto con el tenis que no me veo haciendo otra cosa”, añade.No obstante, la joven se encarga de visibilizar el respaldo que le han otorgado sus padres, quienes “siempre me han dado todo para estar donde estoy, tanto en el tenis como en mis estudios”. De ese modo, señala, sólo le ha costado mantener el ritmo del entrenamiento con sus estudios, ya que el apoyo económico lo tiene.“Uno se encariña con la camiseta”Antes de ingresar a la selección del Plantel en 2013, Amanda acostumbraba a ser individualista. Sin embargo, dice que eso quedó atrás al llegar a la U. de Santiago y conocer la dinámica del equipo. “Aquí se forma como una segunda familia y uno se siente representado. Es una linda experiencia competir junto a un grupo tan cercano”, reflexiona. “Uno se encariña con la camiseta y con el elenco completo que te apoya, sin individualidades o egos”, destaca la joven, quien también resalta el respaldo entregado por el entrenador Andrés Vásquez.Respecto al equipo, tanto de damas como varones, Amanda detalla que es un conjunto “súper aperrado”, pero explica que a su juicio, esa es la estampa general del deporte en la Universidad. “Nunca damos un partido por perdido. Somos luchadores y a veces casi sin entrenar, jugamos hasta darlo todo”, enfatiza.En lo que concierne a su definición como deportista, la joven se autocalifica de exigente, con poca tolerancia a la frustración y entregada, “pero eso no es sólo en el deporte”, aclara.“Siempre lo doy todo. Para perder un partido me tienen que sacar en una camilla porque hago mi mayor esfuerzo”, advierte Cerda, quien se reconoce mal genio y la enojona del grupo al momento de las competencias. Sin embargo, afirma que independiente de eso, sabe que le tienen cariño.De su ingreso tiene los mejores recuerdos, principalmente del primer nacional que jugó por la Universidad, al que llegó nerviosa y sin conocer a nadie. No obstante, el equipo la recibió de manera cálida y con esto también se sintió integrada.Entre las anécdotas que rememora, hay una que, según manifiesta, nunca ha podido olvidar. “Jugaba en Concepción un partido de dobles. Todo estaba muy tenso y en un error de mi compañera, una de nuestras rivales lanza una pelota que me llegó directo al ojo”, relata Amanda.“Yo pensé que se me había hundido porque me dolió mucho. Y como ocurrió enfrente de todos porque era el último partido, nunca voy a olvidar la reacción y las expresiones de la gente que nos estaba mirando”, ríe la joven.Los estudios, el deporte y la vida personalFormada en el rigor, Amanda no titubea al sentenciar que ha sido difícil compatibilizar el deporte con su vida académica. Incluso, siendo una alumna estudiosa, se atrasó un semestre debido a la ausencia a clases en temporada de torneos.“Paso todo el semestre sin horario de entrenamiento fijo porque también debo estudiar y rendir”, se lamenta y agrega que durante las competencias ha perdido clases en reiteradas ocasiones. Tiene claro que hace lo mejor que puede, pero reconoce que es difícil seguir un ritmo y que no siempre llega a los torneos con la preparación que quisiera.Pero no todo ha sido complicado para la joven. En el equipo conoció a Alejandro, un tenista con el que ya lleva casi 4 años de relación. “Ha sido lindo porque entrenamos y competimos juntos, y también nos apoyamos mucho”, confiesa Amanda, a quien además le gusta pintar, dibujar y dedicarle tiempo a sus dos perritas.“No soy mucho de salir, menos durante el semestre. Paso tiempo con mi pololo, con mis mascotas y a veces salgo con mis amigos del colegio los fines de semana”, reitera la tenista.Deporte femeninoLejos está Chile de posicionar el deporte femenino. Las portadas de los medios de comunicación se atiborran de noticias relacionadas al fútbol, y poco sobre otras disciplinas, menos aún si en ellas hay mujeres. “Aún está ese prejuicio de ver el deporte femenino como de menor calidad que el de hombres”, sentencia Amanda Cerda.Para la joven, no se le entrega la importancia que le corresponde y ella asegura que dentro del tenis hay mujeres a las que les va bien, que tienen carreras en ascenso y han alcanzado buenos puestos, pero no consiguen la atención y el apoyo necesario. “Se les mira en menos por ser mujeres”, advierte con la firme convicción de que es algo que debe cambiar. Por ahora Amanda sueña con ganar un campeonato nacional, “eso llenaría mi corazoncito”. De esto no está lejos junto al equipo, con quienes ya se han posicionado dentro de los primeros lugares. Con eso, insiste, podría dejar la Universidad con otra meta cumplida.

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