El director de la carrera de Publicidad de la U. de Santiago, Armando Muñoz, analiza la sobreabundancia publicitaria enmarcada en el Proceso de Admisión 2012.
Aconseja a los futuros universitarios/as poner atención, en los aspectos que dan prestigio y calidad reconocida a una institución, pues la publicidad es un dato más en la abundante información que hay que conocer.
Ante una nueva versión de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), las y los jóvenes no sólo enfrentan la tensión que significa poner a prueba sus conocimientos, sino también, deben hacer frente a la vorágine publicitaria que para muchos entendidos se da en un saturado “mercado” de la educación superior.Gigantografías y afiches, creativos y prometedores mensajes, ofrecimientos y cientos de millones invertidos en atraer a quien perfectamente puede compararse más con un cliente que con un estudiante, son parte de la estrategia que muchas universidades despliegan. Para comprender y contribuir a que los estudiantes asimilen de modo correcto esta invasión de mensajes, el publicista y director de la Carrera de Publicidad de la estatal Universidad de Santiago, Armando Muñoz, puntualiza que lo primero que debe entenderse es que “la publicidad funciona dentro de lo que establecen las reglas del mercado y, lamentablemente, ocurre lo mismo con las universidades y la educación, los jóvenes tienen que ir más allá y darse cuenta que la publicidad es sólo un dato”.El especialista recalca que para el caso de las universidades “muchos mensajes son estrictamente conceptuales, dicen cosas, pero son poco verificables”. En este sentido, “los futuros postulantes tienen que fijarse en aquellos referentes o indicadores comprobables, por ejemplo, los años de acreditación o la real trayectoria y calidad de una institución”.La facilidad con que los jóvenes pueden acceder a la información, sobre todo mediante Internet, es uno de los puntos que el director de Publicidad de la U. de Santiago, destaca. “Ellos tienen varias herramientas para que puedan distinguir e investigar incluso a las diferentes casas de estudio e ir diferenciando que no es lo mismo elegir una universidad de verdad, completa y compleja, que una empresa de educación superior”.
Fuentes independientes
Verificar y contrastar los datos es otra de las estrategias que recomienda el publicista. Esto es, hacer uso de espacios y plataformas diferentes que la propia página Web u oficinas del plantel, donde puedan corroborar si lo que se ofrece es real “y cuáles serán, por ejemplo, lo verdaderos costos que tendrán que pagar”.Rankings y estudios proporcionados por agentes externos, también contribuyen a una información más completa. El académico reitera que “incluso se ve publicidad en medios que no son dirigidos a jóvenes, sino a los padres, para que ellos ejerzan influencia”.En definitiva, la ecuación se resuelve en informarse, comparar y tal vez llegar a la conclusión que una institución que garantice su calidad y prestigio, no requiera de ingentes campañas publicitarias.