Diseñaron un edificio para albergar un recinto educacional técnico profesional (acuícola) de la localidad de Puerto Chacabuco, en la Región de Aysén. Se trata de una estructura modular, reutilizable, en la que se ocupa el acero de una manera racional.
La filosofía de la iniciativa se basa en una enseñanza no tradicional, en la que la población tenga una participación activa en la educación de sus hijos y en el uso de este nuevo espacio, potenciando de esta forma el desarrollo económico de la zona.
El tercer lugar obtuvo la Escuela de Arquitectura de nuestra Universidad en el XXVI Concurso CAP para Estudiantes de Arquitectura 2012, cuyo tema para esta nueva versión fue el diseño de una unidad educativa de uso comunitario.El proyecto Arquitectura Educacional para Zonas Extremas fue uno de los cincuenta trabajos participantes, provenientes de 25 universidades. Consiste en el diseño de una infraestructura educacional de enseñanza básica y media técnico profesional para la localidad de Puerto Chacabuco, en la zona costera de la Región de Aysén. La estructura es modular, reutilizable y utiliza el acero de una manera racional.Su autoría corresponde a las estudiantes de quinto año de la carrera, Marcela Rojas Alarcón, Catalina Rojas Peñaloza y Luz Sepúlveda, quienes fueron guiadas por el académico Rodrigo Aguilar. Las estudiantes explican que quisieron conjugar en el proyecto el diseño de un establecimiento educacional de uso comunitario, espacio que debiera beneficiar a los pescadores artesanales de esa localidad y a sus familias.Fue así como diseñaron un inmueble que debe dar acogida a las necesidades programáticas del Liceo Técnico Acuícola de Puerto Chacabuco, el que contempla la infraestructura básica de un centro educacional (salas de clases, bibliotecas y áreas de servicio) y de la educación técnica (talleres, laboratorios, astillero, muelles).El proyecto incluye un espacio de carpintería de ribera (reparación de los botes) y un muelle flotante, para permitir el traslado de estudiantes, pescadores y profesores a las jaulas de cultivo del liceo.Las futuras arquitectas de nuestra Universidad recalcan que el objetivo de vincular este proyecto a la actividad productiva de la zona busca que la población sea partícipe de este espacio y haga uso activo de la infraestructura tanto para labores de pesca como recreativas.“El colegio es un detonante para que se desarrolle la comunidad y se evite el éxodo de estudiantes de zonas extremas hacia el centro del país. Es uno de los valores de este proyecto, junto con la responsabilidad social que hay implícita en esta iniciativa”, comenta el académico Rodrigo Aguilar.La estudiante Luz Sepúlveda realizó su práctica profesional en la Región de Aysén y asegura que esa experiencia fue una inspiración para esta apuesta. “Es un proyecto para personas que lo necesitan (los pescadores artesanales y sus familias), en una Región que ha tenido grandes problemas de tipo social producto de la centralización y otros factores. Necesitaban un lugar donde poder reunirse y que sus hijos puedan estudiar una profesión”, plantea.Por su parte, la estudiante Catalina Rojas valoró el hecho de haber sometido el proyecto a la evaluación de un jurado externo que no necesariamente va considerar aspectos de responsabilidad social en su veredicto final. “Lo interesante del concurso es que se trabaja con parámetros que no son los mismos de la Escuela”, puntualizó.