Experto de IDEA de la U. de Santiago, Pablo Lacoste, recordó que el nuevo pontífice hizo denuncias de corrupción y abusos de poder en el gobiernote Néstor Kirchner, por lo que no mantiene una buena relación con la Presidenta Cristina Fernández.
Pablo Lacoste es argentino, profesor y licenciado en Historia, académico del Instituto IDEA de la U. de Santiago y, un día después de la elección del Papa Francisco, realiza su análisis sobre una decisión que, a su juicio, “no es muy grata” para el gobierno de Cristina Fernández.“No me extrañaría que la Presidenta estuviera con un cuadro de depresión porque jamás pudo imaginar que esto iba resultar así”, señala el especialista.“Bergoglio y el gobierno de Cristina Fernández son enemigos”, dice Lacoste, quien añade que para el actual gobierno “o se subordinan a sus intereses o bien se convierten en enemigos”.A juicio del académico, esta enemistad se debería, entre otros aspectos, a la cercanía del actual Papa con personalidades contrarias al gobierno de Fernández, principalmente con los radicales, “un partido laico, equivalente a lo que sería la Concertación en Chile, de centro izquierda, socialdemócrata, con un diálogo respetuoso” y, por otro lado, a que el actual pontífice “denunció corrupción y abuso de poder en el actual gobierno kirchnerista”.“Para el gobierno –la elección de Francisco– fue la peor noticia que les podrían haber dado”, considera Lacoste.Respecto a los vínculos entre el nuevo Papa y la dictadura Argentina, el especialista señaló que, efectivamente, el régimen tuvo la colaboración de altas cúpulas eclesiásticas, sin embargo, sostiene que de todas las investigaciones que se han hecho “no han comprobado nada importante”.“Estigmatizarlo por lo que ocurrió en ese caos absoluto que generó el peronismo y que se llevó a sus últimas consecuencias después del golpe de Estado, yo creo que es un exceso”, manifestó el experto.“Obviamente él no fue la Vicaría de la Solidaridad chilena, pero tampoco fue de la cúpula que tuvo la connivencia principal con el gobierno militar”, agregó.Política y controversiaAlgunas expresiones del cardenal Bergoglio, hoy Papa, han llevado a que, entre otros medios, el The New York Times lo califique en un artículo editorial como “homófobo”.Ante esto, Pablo Lacoste explica que, “el tema de la tolerancia a las minorías sexuales le atrasa el reloj varios siglos a la Iglesia Católica. Las posiciones que ha tomado el actual Papa en el debate sobre la ley de matrimonio homosexual en Argentina son las esperables de cualquier prelado católico durante el papado de Ratzinger: la demonización de la homosexualidad. Eso es lo que el clero en general sostiene. Es decir, no se puede estigmatizar o utilizar esto para hacer una interpretación sobre la personalidad del nuevo Papa”.El experto, además, explica que, desde el punto de vista político, el Vaticano es una monarquía absoluta en la que el Papa “tiene mucho poder para tomar decisiones”.“Con un jesuita, la Iglesia se ha salido de la línea conservadora como la de Ratzinger y comenzó algo nuevo. El actual Papa representa una filosofía posterior a la de Santo Tomás de Aquino y representa una visión más universal, no tan romana”, señala.En el sentido político, “esto va a generar un sacudón para América Latina que ahora va a tener más peso en el Vaticano. Seguramente vamos a tener muchos más cardenales latinoamericanos y muchas giras a todos los países de la zona con un Papa que habla en español como lengua materna. Esto puede revitalizar mucho a la Iglesia”, concluye Lacoste. Por Álex Araya.