Como parte de su práctica profesional del último verano, ocho estudiantes de arquitectura se abocaron durante seis semanas a diseñar proyectos orientados a realizar arreglos y mejoras arquitectónicas para los liceos industriales de Angol y Nueva Imperial, que administra nuestra Casa de Estudios.
Desde el año 2007 nuestra Casa de Estudios administra cuatro establecimientos técnicos profesionales: el Instituto Comercial Eliodoro Domínguez, en Santiago; el Liceo Industrial Presidente Pedro Aguirre Cerda, en Rancagua, y los liceos Industrial de Angol e Industrial de Nueva Imperial, ambos de la Región de la Araucanía.Como parte de su práctica profesional del último verano, estudiantes de la Carrera de Arquitectura, conformados en dos grupos de cuatro integrantes cada uno, se abocaron durante seis semanas a diseñar proyectos orientados a realizar arreglos y mejoras arquitectónicas para los mencionados liceos de Angol y Nueva Imperial.Concluidas las propuestas, el siguiente paso es ver la factibilidad de contar con recursos gestionados por las respectivas municipalidades para ejecutar las obras.Propuestas innovadoras para Nueva ImperialEn el caso del grupo de Nueva Imperial, el proyecto se propone remodelar el establecimiento educacional, con una construcción total de 6.200 metros cuadrados, lo que incluye la construcción de un auditorio.“El trabajo en un taller es desde un imaginativo, algo que podría ser factible”, explica Tamara Toledo, estudiante de quinto año, quien destaca que en terreno la situación es diferente. “Hay que pensar en la comunidad, en cómo se utilizará el proyecto y respetar las respectivas normas de cada lugar”.Asimismo, recuerda que al llegar se encontraron con un proyecto antiguo, identificado con la comuna, que había surgido junto a la instalación de la comunidad. “Nuestro objetivo era respetar la conservación y la arquitectura de la zona. Sin embargo, la gente del lugar nos pedía un proyecto distinto y más contemporáneo”, reconoce la estudiante.El objetivo inicial, como explica Tamara Toledo, era mantener la identidad en función de la madera, considerando que se trata de una zona mapuche. “Pero ellos querían algo nuevo. Nos costó cambiar el estilo de diseño y llevarlo a algo más moderno”.En cuanto a la experiencia adquirida, advierte que “como Universidad trabajamos en Santiago y hacemos proyectos relacionados con esta ciudad. Entonces, la práctica nos da la posibilidad de conocer otros lugares de Chile y trabajar para el resto del país con distintas normas, escenarios y condiciones climáticas. Eso significa un gran aporte para nosotros pensando en nuestro futuro trabajo como profesionales. Nos acerca más a esa realidad”.Intervención social y educacional en AngolRespecto del grupo de Angol, la propuesta se centró en una intervención social y educacional, que considera la ampliación y restauración de lo existente, con la construcción de una nave industrial que permita unificar las zonas de talleres. Todo esto, respetando un diseño en función de las necesidades de la comunidad.Óscar Guerrero, también de quinto año de la carrera de Arquitectura, destaca la importancia de identificar distintas posibilidades, así como las condiciones en las que se encontraba la construcción. “Nos pidieron dejar todos los espacios para talleres en un solo piso, mientras que las salas de clase en la segunda planta”.En ese contexto, asegura que se deben considerar distintas variables, tanto arquitectónicas como respecto de las opiniones de las personas del lugar. “Son factores que generan cambios en el proyecto inicial, por lo que esas primeras ideas deben ir mejorando y adaptándose al terreno”.En cuanto a los aportes que genera una experiencia como ésta, el estudiante reconoce importantes cambios en su visión respecto de la actividad profesional. “Cuando empezamos a ver el trabajo en equipo surge la importancia de cómo las ideas de cada uno tienen que apuntar a un conjunto para lograr el objetivo. Siempre existe la posibilidad de realizar proyectos para privados. Pero también es muy valioso ir a un lugar e interactuar con la gente y ver cómo el proyecto ayuda a la comunidad”.Permanente aporte de la UniversidadEl rector, Juan Manuel Zolezzi Cid, tuvo la oportunidad de conversar con los estudiantes y conocer sus experiencias e impresiones del trabajo en terreno realizado durante sus procesos de prácticas.“Aquí convergen la Universidad, nuestros colegios de administración delegada y la Escuela de Arquitectura. En conjunto hemos diseñado el programa de prácticas porque tenemos necesidades en esos establecimientos de Nueva Imperial y Angol”, detalló la autoridad.Manifestó que se trata de una experiencia enriquecedora en la que convergen la preocupación de la esta Casa de Estudios y todo el esfuerzo de los estudiantes y profesores de la Escuela de Arquitectura. “Vivir en los internados de los colegios, compartir con las comunidades, pensar en sus necesidades y diseñar proyectos arquitectónicos en terreno son situaciones inolvidables. Considerando además que el 84 por ciento de la comunidad de Angol corresponde a la etnia mapuche”, detalló la autoridad universitaria.Como encargado de coordinar y supervisar a los estudiantes, el académico Carlos Richards, explicó que esta práctica de gestión de proyectos tiene múltiples ventajas, diferenciándose de los talleres de diseño arquitectónico que se realizan en la Escuela de Arquitectura.“Ellos toman decisiones de arquitectos. Deben sentir la responsabilidad. Yo los visito, pero no existe una orientación pedagógica, porque de lo contrario se transforma en un taller. Esto es un laboratorio de práctica en terreno”, aclaró el académico.Asimismo, aclaró que lo primero que descubren los estudiantes es que tomar decisiones de diseño en terreno no solo corresponde a un aspecto teórico. “Las decisiones tienen un efecto práctico, porque estos proyectos habitualmente son postulan a fondos externos, por lo que en la medida que se consiguen los recursos, estos proyectos pueden desarrollarse”, concluyó el profesor Richards.