Los estudiantes Heyttor Arredondo, Matías González y Bastián Valencia analizaron las características físicas del nuevo deporte de escalada, incorporado a los Juegos Olímpicos, y que hará su debut en Tokio 2020. "Esta investigación nos permitirá reconocer las diferencias entre un deportista amaetur y un profesional, con el propósito de reorientar entrenamientos y prevenir lesiones", señaló David Arriagada, académico de la carrera de Kinesiología y profesor guía de la investigación.
El proyecto, que será próximamente presentado en el Congreso de Neuromecánica Aplicada en Brasil, generará un catastro inicial desde el punto de visto de la composición física o las características funcionales de los escaladores a través de una evaluación isocinética que determina la fuerza que produce la musculatura de distintas articulaciones, en este caso: hombro, codo, antebrazo y muñeca. Además de "proporcionar los insumos necesarios para mejorar el rendimiento, y tener un respaldo para quienes son aún principiantes en este deporte o para los entrenadores, quienes podrán modificar sus rutinas y prevenir lesiones", relató Bastián Valencia.
La iniciativa surgió luego del análisis de los estudiantes, quienes detectaron la gran cantidad de lesiones en las extremidades superiores de quienes practican la disciplina. "Analizamos las lesiones que tenían los deportistas y la forma en que ejecutan su técnica, pues si bien, la literatura solo se enfoca en manos, en el caso de la escalada sabemos por los estudios que cualquier desbalance muscular a nivel de hombro-codo podría generar una lesión a nivel distal (las manos)", explicó Matías González.
Por ello, "queremos aportar información que no está bien descrita en la literatura, ya que la mayoría de las evaluaciones en escalada se centran en manos y dedos y con pruebas poco específicas. Nosotros contamos con la ventaja de que nuestro laboratorio posee un equipo isocinético que es el estándar de medición de torque (fuerza aplicada para hacer girar al cuerpo)" agregó Heyttor Arredondo.
A través de siete pruebas que cuantifican la fuerza que genera un escalador en hombro (flexión y extensión, abducción y aducción, rotación interna y externa), codo (flexoextensión), muñeca (desviación radial y cubital, flexión y extensión) y antebrazo (pronosupinación) los estudiantes, que representarán la primera cohorte de egresados de la carrera, aportarán en la prevención de lesiones y mejoramiento de los entrenamientos del deporte que adquiere otra connotación con su debut en los Juegos Olímpicos, Tokio 2020. Esto último toma relevancia, pues "pasó de ser un deporte de recreación, a uno que requiere del desarrollo de mucha habilidad física específica. Muchas personas comienzan a practicar este deporte y quizás en los niveles más básicos logran hacerlo bien, pero al momento de dar un salto de nivel se lesionan", explicó el profesor guía, David Arriagada.
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El proyecto generará un catastro inicial desde el punto de visto de la composición física o las características funcionales de los escaladores y busca reconocer las diferencias entre un deportista profesional y el que no lo es. La disciplina adquiere una connotación especial con su debut en los Juegos Olímpicos, Tokio 2020.
Redacción
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