El cientista político y académico de la estatal Universidad de Santiago, Bernardo Navarrete, además de prever que la medida no aumentará la participación en forma significativa, añade que ésta “deja muchas interrogantes respecto de la capacidad técnica institucional para soportar el aumento del padrón”. Si bien para el gobierno constituye un verdadero acierto, así como la herramienta clave para revitalizar la democracia, lo cierto es que la aprobada ley de inscripción automática y voto voluntario no se encuentra exenta de aristas que permiten cuestionar el real sentido de la medida.El investigador y cientista político de la Universidad de Santiago, Bernardo Navarrete, sostiene una postura crítica respecto del real impacto que la inscripción automática y el voto voluntario puedan tener sobre la participación que hoy exige la ciudadanía.Tan cierta como la convicción del Ejecutivo de que la medida legislativa “rejuvenecerá” la política, es la posibilidad de que la voluntariedad genere una baja en la votación efectiva.Al respecto, el especialista en materias políticas de la casa universitaria estatal, Bernardo Navarrete, advierte que es probable “un alza en la abstención, a la vez que sostener que los jóvenes asistirán a votar, es un supuesto equivocado” y agrega que la nueva situación electoral “podría ser una herramienta para el movimiento estudiantil, en la medida de los llamados a tal o cuál conducta política en los menores de 30 años”, por ejemplo, a no votar o preferir a quienes expresamente apoyen sus demandas.Cambios estructuralesEl académico plantea que “es necesario preguntarse si está o no resuelto cómo ha de soportar el Servel una situación en que el padrón aumenta con más de 4 millones de potenciales nuevos electores, respecto de los recursos y la capacidad institucional”.Sin duda, la nueva ley abre la posibilidad de que los candidatos y candidatas ideen creativamente campañas exclusivas de imagen, o desarrollen propuestas cargadas de ideas. Todo ello cuando, a juicio de Navarrete, “lo que realmente se exige hoy es participación real, y no sólo facilitar un modelo electoral que en su fondo está cuestionado y que adolece de credibilidad. Por esto es que son deseables cambios estructurales al sistema electoral, y no sólo de forma”, concluye.