Doscientas cuatro mil muertes por obesidad se producirán en Chile de aquí a 2030 y habrá un aumento de 40% en los casos de diabetes e hipertensión. Esas fueron algunas de las proyecciones del estudio ‘El costo de la doble carga de la malnutrición: Impacto social y económico en Chile, Ecuador y México’ dado a conocer por la Cepal.Para la especialista en salud pública y académica de la Universidad de Santiago de Chile, Dra. Helia Molina, estas cifras son “gravísimas” y se condicen con el diagnóstico de los salubristas en el país. “La obesidad es una verdadera epidemia. Vemos países que han invertido una gran cantidad de dinero en esta lucha, pero solo detener el ascenso de esta enfermedad es muy difícil”, lamenta.“Los países que han logrado hacerlo”, continúa, “han implementado políticas públicas muy firmes, con mucha responsabilidad social de las empresas, trabajando esto desde todos los ámbitos”.“No es un tema que solo tiene que ver con salud, sino que, también, con urbanización, deporte, cultura y educación. Es un problema multisectorial”, explica. “La adicción a comer tiene que ver con muchos factores psicosociales”, agrega.Por eso, señala que “esto es un problema que debe trabajarse de manera colectiva, a través de políticas sociales”, destacando la Ley de Etiquetado.“Uno puede trabajar obeso por obeso, recetándole una dieta y controlándolo, y eso puede tener efecto en el individuo, pero para bajar la curva epidémica en una población, tienen que realizarse políticas públicas que aborden el problema desde el sedentarismo, la salud mental, restricciones al azúcar, a las grasas, a los carbohidratos…”, indica.De acuerdo a la Dra. Molina, la obesidad es una enfermedad costosa para el sistema de salud y para las personas.Para el sistema, porque “es un factor de riesgo para muchos cánceres, enfermedades reumatológicas, traumatológicas, etcétera”.Para las personas, porque “es muy caro para la calidad de vida, por licencias médicas y todo lo que implica el gasto en patologías que se prolongan en el tiempo”.“El Plan Auge puede tratar al paciente con obesidad y hay que hacerlo, pero esto hay que trabajarlo también a nivel comunitario”, indica, aludiendo a que se debe apuntar a las costumbres de la gente.La facultativa critica que parte importante del problema se debe a que “la comida sana en Chile es más cara que la comida chatarra”. “Acá, la verdura es cara, el pescado es carísimo y, entonces, hay que trabajar políticas también desde el punto de vista de los incentivos, de subsidiar las verduras y estimular para que la gente tenga huertos en sus casas”, indica.Aunque reconoce que avanzar en políticas que desincentiven el consumo de alimentos “sobrecargados de grasa o azúcar”, insiste en que es “preferible incentivar el consumo de alimentos sanos a través de subsidiar precios de mariscos, pescados, carnes blancas y verduras”.La académica critica los costos que pueden alcanzar las lechugas, limones y tomates en el país. “Estamos pidiéndoles cosas a las personas cuando comer un paquete de papas fritas es mucho más barato y satisface”, afirma.“¿Cómo se le puede pedir a la gente en Chile que consuma harta ensalada si el promedio de la gente no gana más de 800 mil pesos?”, agrega.Finalmente, llama a atacar este problema desde la primera infancia. “El 50% de los estudiantes de primero básico ya tienen sobrepeso. Entonces, hay que tratarlo desde que el niño nace, estimulando la lactancia materna y evitando la sobrealimentación desde niño”, apunta.
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La especialista en salud pública y académica de la Universidad de Santiago de Chile, señala que para enfrentar la proyección de la Cepal, que estima 204 mil muertes en Chile de aquí a 2030 por esta causa, debe incentivarse el consumo de productos marinos y verduras en vez de “demonizar” a los productos altos en grasas y azúcares. “Estamos pidiéndoles cosas a las personas cuando comer un paquete de papas fritas es mucho más barato”, critica.
Redacción