Mónica Antilén recuerda con cariño sus comienzos en la química. Estudiaba en el Colegio Parroquial San Miguel. Tuvo la suerte de contar con una profesora, Licenciada en Ciencia, que la entusiasmó para seguir esta disciplina. “Los días sábado se desarrollaba un taller de ciencias y fue ahí cuando me gustó estudiar las reacciones, cómo ocurrían, balancear ecuaciones; conocer qué era una oxidación o una reducción, hacer experimentos; eso me inspiro a pensar en una carrera científica”, recuerda. En 1988 dio la Prueba de Aptitud Académica con un objetivo en mente: ingresar a la Universidad de Santiago. “Siempre quise estudiar en la Usach y postulé a Bioquímica, mi segunda opción fue Química, y la tercera era Licenciatura en Química en la Universidad de Chile. Quedé inmediatamente en Química en la U. de Santiago. Entré al Departamento de Química que dependía entonces de la Facultad de Ciencias, después la carrera pasó a la Facultad de Química y Biología”, explica.
Con 17 años, Mónica fue primera generación de una familia de clase media en acceder a la Educación Superior. Postuló al crédito universitario obteniendo un 60%. Tras cuatro años y medio de carrera hizo su tesis en el area de química de suelos, y continuó en la Universidad de Santiago para hacer su Doctorado.
¿Qué recuerda de aquellos años de pregrado en nuestro Plantel?
Hoy conozco la realidad de varias universidades, trabajo en una de ellas, en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Cuando hice mi postgrado conocí otras dos más. Desde esa perspectiva, considero que el número de laboratorios, de alumnos y el tipo de práctica experimental fue la principal riqueza de mi formación en la Usach. El hecho de tener sesiones de laboratorios en prácticamente todos los cursos permite un mayor aprendizaje y habilidades experimentales, que es lo que uno va a hacer habitualmente en laboratorio de investigación o en la industria. Éramos un grupo que no superaba los 15 alumnos y con el profesor estábamos allí toda la tarde, lo que te permitía asistir a un práctico que era mucho más que la docencia clásica. Tuve excelentes profesores. La Usach fue la base de toda mi formación. Hice mi pregrado y luego mi postgrado allí en una línea de investigación que me permitió explorar una serie de puntos de vista sobre el medioambiente, con énfasis en la contaminación de suelos y creó las bases de lo que quería dedicarme. Mi objetivo era quedarme en la Universidad. La formación en la U. de Santiago es muy robusta y me permitió avanzar en el camino que uno debe realizar como académico. Fui docente por hora en la Usach de los cursos de análisis instrumental y química analítica el año 2002, pero a fines de ese año postulé a la UC donde me desempeño actualmente como profesora asociada.
La sala virtual
La pandemia nos tomó a todos por sorpresa. Hoy como académica, ¿es muy distinta la enseñanza virtual y el aula clásica?
_Para todos ha sido un desafío pasar del aula tradicional a la sala virtual. En un principio fue muy complejo porque las plataformas no funcionaban como se esperaba y seguro ocurrió en todas las universidades. Las evaluaciones también han sido complicadas porque hay mucha ansiedad, tanto del profesor como del estudiante. Sin embargo, hemos iniciado el segundo semestre con otra mirada, porque ahora uno tiene mayor claridad de las posibilidades y cuáles son las que generan un mejor aprendizaje. Hemos tenido que prepararnos y esa capacidad de adaptación es una de las cosas que remarco de la formación que recibí de la Usach. Yo imparto un curso teórico- práctico, pero la parte experimental está en pausa. Soy una firme creyente que las sesiones experimentales son fundamentales de realizar, apoyando este proceso con herramientas digitales, como por ejemplo un pre laboratorio virtual con demostraciones en video.
Con orgullo, la Dra. Antilén recuerda que en la UC formó el laboratorio de investigación de química de suelos. Ha dirigido más de 40 tesistas de pregrado y graduó a su primer tesista de doctorado. Posee su línea de investigación, sus alumnos, proyectos, artículos, mostrando su crecimiento en los diversos ámbitos del quehacer académico y por supuesto guarda un especial cariño por su alma máter.
¿Sigue sintiéndose parte de la Universidad de Santiago?
_La Universidad de Santiago me dio las herramientas para salir adelante, adaptarme y lograr todo lo que soy ahora. Sigo colaborando con mis colegas de la Usach. El hecho de salir del grupo de investigación de química de suelos y haber formado en otra Universidad una línea de investigación que no existía, fue un desafío. Mis mejores años como estudiante fueron en la Usach. Es una comunidad. La Facultad de nosotros era más pequeña que ahora, pero eso te genera mucho arraigo. Mi profesor de doctorado fue Mauricio Escudey. Sigo colaborando con él. Permíteme aprovechar esta oportunidad para agradecerle por toda la formación que me dio en el área de la investigación y por sus consejos de vida. Aún converso con él y siempre tengo el mejor de los consejos y su disposición.
Su otro desafío
Nunca estuvo en sus planes transformarse en la primera presidenta de la Sociedad Chilena de la Ciencia del Suelo, pero se manifiesta feliz por desempeñarse en este cargo. “Actualmente, nuestra sociedad de más de 40 años de existencia, es parte de una iniciativa que busca legislar en relación al recurso natural suelo; hay más de 50 científicos trabajando en las mesas técnicas, en temas tales como erosión, contaminación, cambio climático y orden territorial. Esperamos poder avanzar y entregar una propuesta al Congreso Nacional. En general, la gente asocia al suelo con actividades agrícolas. Sin embargo, hay una serie de otras funciones que el suelo desarrolla, como ser fuente de productos farmacéuticos, proveedor de alimentos; secuestra carbono y es el mayor reservorio de agua dulce. La Ciencia del Suelo, estudia las propiedades físicas, químicas y biológicas y la naturaleza del suelo en su relación con la producción silvoagropecuaria y el medioambiente que le rodea, en áreas como la edafología, génesis y clasificación de suelos, manejo y conservación de suelos, física de suelos, química de suelos, fertilidad y microbiología".
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La Dra. en Química, Mónica Antilén reconoce haber vivido los mejores años como estudiante en la Universidad de Santiago, su alma máter. Si bien hoy se desempeña como académica en la Pontificia Universidad Católica de Chile, recibió en la Usach todas las herramientas necesarias para desarrollarse como investigadora y docente, afirma. Hoy, además, es la flamante primera presidenta de la Sociedad Chilena de la Ciencia del Suelo.
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