Para la académica y ginecoobstetra Carolina Orellana, asumir un embarazo a temprana edad puede traer riesgos en la salud física y mental de la madre, como también en su entorno social.
En los últimos días se acrecentó en el país el debate en torno a la necesidad de legislar sobre el aborto, tema que se agudizó con el caso de la niña de 11 años embarazada producto de una violación. Por sobre esta contingencia, las cifras son claras: en Chile,un 15 por ciento del total de los embarazos corresponde a adolescentes entre 10 y 19 años. En la mayoría de los casos, se trata de jóvenes que no se sienten, ni están preparadas para asumir la maternidad.Para la ginecóloga infanto juvenil Carolina Orellana, el hecho de ser madre a temprana edad puede generar varios problemas, no sólo en la salud del niño que está por nacer, sino también consecuencias en términos psicológicos y socialespara las jóvenes. “El embarazo coloca a las jóvenes en una situación de gran vulnerabilidad, ya que ocurre durante una etapa de profundos cambios biopsicosociales y en medio de interrogantes relacionadas con la búsqueda de su identidad”, plantea la especialista.A juicio de la académica, existen un conjunto de efectos negativos que el embarazo no deseado produce en las distintas esferas de la vida de la futura madre, especialmente en las menores de edad, “ya que la maternidad involucra a dos seres, una niña-madre que no ha completado su desarrollo y un futuro hijo/a en gestación; ambas necesitadas de maternidad”.Para Carolina Orellana, el entorno social también se ve afectado con un embarazo adolescente, ya que profundiza desigualdades en las relaciones de género y acrecienta la vulnerabilidad de las mujeres. “Una gran porcentaje de las adolescentes que se embarazan no terminan su enseñanza media, por lo tanto la inserción laboral en el futuro es menor a la de un padre adolescente”, advierte.La ginecobstetra asegura que es muy común que el entorno familiar de la joven la descalifique como madre, “aludiendo a su falta de experiencia, inmadurez e irresponsabilidad, lo que genera que ésta se sienta en deuda con sus padres por acogerla a ella y a su hijo. Todo esto se traduce en que no haga valer sus derechos como madre, generándole una intensa confusión sobre el rol que juega en la familia”.Con relación a los riesgos de un embarazo en la salud de una niña, la doctora Orellana asegura que desde el punto obstétrico, existe el riesgo de abortos clandestinos, que muchas veces se realizan en muy malas condiciones higiénicas.Además, “las niñas tienden a buscar control prenatal tardíamente o a no buscarlo, lo que aumenta el riesgo de tener complicaciones con el embarazo y parto. Muchas de ellas no tienen una alimentación adecuada, lo que puede provocar complicaciones como anemia, infecciones vaginales, o diabetes gestacional, en el caso del embarazo. Además, puede haber mayor riesgo de un parto difícil o anormal (distocia), desgarros, y un recién nacido de bajo peso”.A juicio de la especialista, para evitar estos riesgos en la salud mental y física de la futura madre, es fundamental que la adolescente reciba la atención médica necesaria por medio de programas especializados.El apoyo de la familia también es importante, ya que ésta “debe animar a los padres adolescentes a tomar la decisión que a ellos les parezca mejor con relación a su hijo, sea ésta quedarse con él y asumir la paternidad, o bien, entregarlo en adopción”, recalca la doctora.