Estudiantes entregan valioso testimonio de su labor en protestas sociales de Plaza de la Dignidad

Los estudiantes pertenecientes a la Facultad de Ciencias Médicas de nuestro Plantel, llevan un mes atendiendo heridos en las calles de Santiago. La Brigada de la Usach fue una de las primeras en prestar apoyo cuando el Servicio de Atención Médica de Urgencia (SAMU) realizaba el pasado viernes, las técnicas de reanimación al joven Abel Acuña, quien lamentablemente perdió la vida, luego que las fuerzas especiales de Carabineros retrasaran su atención.

Pablo Benavidez, Sebastián Lizana, Natalia Castillo, Rocío Albornoz, Juan Pablo Vásquez, y Amanda Hasbún, fueron los estudiantes de la Universidad de Santiago que participaron en los primeros auxilios para salvar la vida del joven Abel Acuña, muerto el pasado viernes 15 de noviembre en el marco de las protestas sociales y en circunstancias que involucran el erróneo actuar de Carabineros.
El equipo comenzó sus labores de asistencia a los manifestantes el domingo 20 de octubre, solo dos días después del estallido social que busca construir un Chile más justo. “Éramos gente de enfermería, medicina y el Eciades de la Facultad de Ciencias Médicas, que nos organizamos para salir el lunes 21 a hacer primeros auxilios a las calles. El escenario estaba peligroso y nosotros teníamos que hacer algo desde nuestras carreras”, comentó  Pablo Benavides.
La Brigada de Emergencia Usach hoy cuenta con una cincuentena de integrantes, divididos en primeros auxilios, rescate y profesores voluntarios.
En la primera línea
La Brigada ha adquirido una gran experiencia durante su trabajo en el marco de este estallido social, encontrándose con varios casos para los que no estaban preparados. Los estudiantes indican que su durante el desarrollo de sus funciones curando a personas heridas, han recibido el constante ataque de las fuerzas policiales.
“Partimos en la estación Metro U. Católica. En esos días nos tocó curar a un flaco que recibió un balazo a quemarropa en el brazo. Era una bala real, de rifle militar y a pesar del caos de esos días logramos sacarlo hasta la ambulancia y se salvó”, recordó el estudiante de Terapia y Actividad Física y Salud, Pablo Benavides.
Luego, tuvieron que dejar ese sector, debido a la violencia del lugar. “Tratamos de volver otro día y vimos que desde arriba nos disparaban perdigones”. Pablo comenta que junto a Sebastián Lizana, estudiante de la carrera de Entrenador Deportivo, decidieron sumarse a otras brigadas y con esos grupos llegaron a la primera línea, donde empezaron a trabajar en el apoyo a gente que recibió la acción represiva de Carabineros durante las protestas.

Sebastián recuerda una jornada al lado del Hotel Crown Plaza. “A nosotros nos dispararon y a un camarógrafo le pegaron con una luma en la canilla y aparentemente le generaron una fractura (…) después, le dispararon a una persona 8 perdigones en el tórax, uno de ellos penetró profundamente. Lo bueno fue que pudimos ayudarlos con primeros auxilios”, comentó.
Pablo relata que vio el ataque de carabineros a una brigadista: “estaba identificada como voluntaria de la salud y cinco carabineros forcejearon con ella; la chica cayó al suelo, azotó su cabeza contra los adoquines amarillos que separan las líneas del Transantiago y quedó inconsciente. Siguieron disparando sin importarles nada”, precisó.
Abel Acuña
Pablo Benavides comenta que él y Sebastián estaban en el punto de Vicuña Mackenna con Alameda y recibió el llamado de Juan Pablo Vásquez, otro integrante de la Brigada Usach, informándoles que había una persona que haría paro cardiaco en cualquier momento.
“Salimos. El Seba iba abriendo paso y yo atrás corriendo con la camilla. Nos costó movernos, porque la gente estaba mirando el cielo, ese día se tiraron muchos fuegos artificiales; en ese momento la Plaza de la Dignidad era una fiesta”, comenta.
Después llegaron al lugar y Abel Acuña ya había entrado en paro, también estaba el personal del SAMU haciendo la reanimación, pero no con la ambulancia. “Son funcionarios que, en su horario libre, van hacer brigadas igual que nosotros, como voluntarios”.
Sebastián Lizana recuerda que el pánico se tomó el lugar. “Muchos manifestantes grababan con sus celulares la reanimación que el SAMU le estaba haciendo a Abel, por lo que decidimos despejar la zona y organizar un cordón humano y un pasillo para que pasara la ambulancia”, recuerda
El equipo de SAMU llevaba entre 5 y 10 minutos de reanimación cuando llegó la ambulancia, “pero un carro lanza gases (zorrillo) y un grupo de fuerzas especiales no la dejó pasar y tuvo que darse la vuelta por la rotonda de la Plaza de la Dignidad”. Después vendría el guanaco y los perdigones; los jóvenes tratando de proteger con escudos la asistencia a Abel; el ambiente era irrespirable por efecto de las bombas lacrimógenas. “De nada sirvió mostrar los delantales blancos y los cascos con cruces rojas”.
“En medio de todo este caos una chica del SAMU dijo que Abel estaba respirando otra vez, que tenía pulso, pero muy suave; el paciente había vuelto del paro. Me puse delante del guanaco para tratar que dejaran de disparar, pero no pasó nada. La camilla estaba a unos 10 metros de la ambulancia, pero se demoraron 5 minutos, por lo menos en llegar a ella”.
Luego la ambulancia partió a la ex Posta Central. Ahora los brigadistas tenían que cruzar la Plaza de la Dignidad y decidieron avanzar en bloque con sus escudos y los brazos en alto a lo que Carabineros les dijo: “bajen las manos, se ven ridículos, no sean hueones” comenta Benavides.
Sebastián se suma a las palabras de Pablo y añade con rabia y tristeza: “Es una impotencia muy grande cuando pasamos por el cordón de fuerzas especiales. Me picaban las manos por golpear a esos pacos, pero mi casco y su cruz roja representan algo que no me lo permite. Sentí mucha rabia, porque después de todo lo que pasó Carabineros terminó arrebatándonos la vida de Abel”.
Al terminar este relato Pablo Benavides reflexiona que desea un mundo mejor, más equitativo, “que todos tengan las mismas condiciones para poder correr la misma carrera y que todos partan en la misma línea. No se trata de hacer retroceder a los que están más adelante; se trata de hacer avanzar a los que están atrás y ese es el terror que les da a algunos que no han cuestionado sus privilegios”.

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