A finales de los años ochenta e inicios de los noventa, el arquitecto Rodolfo Jiménez desarrolló un sistema constructivo no convencional. Una forma de levantar viviendas en base de una combinación de elementos estructurales verticales de madera en colaboración con paneles de ladrillos prefabricados. “Originalmente trabajábamos con madera y barro, si bien en un inicio eso tuvo buena recepción, había gente que se resistía al barro, porque lo asociaban a la vida que ellos habían tenido de niños en el campo en condiciones de pobreza. Entonces, buscamos alternativas de bajo costo y, a partir de eso, diseñamos un sistema constructivo que denominamos Lad-Ma”, comenta el investigador.Esta modalidad se utilizó en programas de vivienda por parte de una ONG en la que el docente estaba involucrado, la cual funcionaba con fondos de cooperación internacional. El sistema fue diseñado para ser usado en programas participativos en donde principalmente trabajaban mujeres dueñas de casa, por lo tanto, debía considerar que en su fabricación estuvieran estandarizados los procesos para que fueran muy simples, de muy bajo costo y de fácil operación.Los principales destinatarios eran familias que tenían una caseta sanitaria, y generalmente una mediagua. Eran lugares surgidos de tomas en el sector de Peñalolén Alto, y que estaban en un proceso de formalización a través de los llamados programas de saneamiento de los cuales estaba a cargo el gobierno.En aquel entonces no había programas de vivienda como existen hoy en día, de apoyo a los más pobres, sino que esa era la solución que se le entregaba. El arquitecto comenta que estuvo involucrado en el desarrollo de alternativas para que la gente pudiera construir su vivienda adosada a esta instalación, porque “la particularidad que tenían las casetas sanitarias, es que proveían electricidad, agua potable y alcantarillado, pero no así la vivienda”.Actualmente, el objetivo del profesor Rodolfo Jiménez es evaluar el comportamiento que han tenido estas construcciones, y poder definir si este sistema podría ser renovado luego de tantos años. “Entendemos que las normas han variado, tanto sísmicas como de comportamiento térmico y acústico. Lo más probable es que el sistema, tal cual diseñado, no cumpla con esos requerimientos, pero sí pensamos que puede ser actualizado”, afirma el experto.La investigación contempla hacer un levantamiento, generar planos completos de lo que existe y todas las modificaciones que se pudieron haber hecho con el paso de los años. Además de hacer una minuciosa observación del estado de las viviendas para ver posibles deterioros se consideran evaluaciones en terreno de las condiciones térmicas, acústicas, de humedad y calidad del aire. Para tales efectos, junto con el Arquitecto Hugo Pérez, han solicitado la colaboración del Profesor Ernesto Gramsch del Departamento de Física, quien se mostró entusiasmado por aportar con sus conocimientos y experiencia.Según el arquitecto, lo interesante de este sistema es justamente el que incluía a los usuarios como parte de la fabricación de los componentes con los que se trabajaba. Es decir, con estructuras prefabricadas de madera y con estructuras prefabricadas para las fundaciones y las losetas que se hacían pegando ladrillos en el suelo, y que luego se paraban y se colocaban entremedio de estos marcos de madera.Junto a sus colegas David Cabreara y Hugo Pérez, el gran desafío de este proyecto es determinar qué pasó con esas viviendas, y poder proyectar de manera acertada el potencial que tienen a futuro. Para posteriormente ser actualizados o modernizados, además de poder dar solución a bajo costo al problema de la vivienda social. Construyendo desde y para el usuario A través del análisis de estas viviendas, Rodolfo Jiménez busca estimular el perfeccionamiento de este sistema o que puedan surgir nuevas experiencias en sistemas constructivos de bajo costo que incluya la participación de los usuarios, ya que opina que la participación de estos últimos es un tema muy importante. En la actualidad, según el experto, el proceso de producción de la vivienda se orienta fundamentalmente a lo que son empresas constructoras y no mucho a lo que es la gestión social del hábitat y de la vivienda.“Creo que sería importante incluso que las políticas públicas aprendieran de las experiencias que se hicieron en otra época y en otro contexto, pero que desgraciadamente se dejaron de lado porque se privilegió yo creo que los intereses más vinculados a la Cámara Chilena de la Construcción”, señala.La idea de la vivienda progresiva que hoy aparece como novedosa a partir del trabajos del Arquitecto Alejandro Aravena, es en realidad una idea muy antigua y sobre la cual el profesor Jiménez trabajó por muchos años. El origen de esta forma de producir la vivienda popular proviene de “una rica experiencia en América Latina de viviendas progresivas. Estas no son invento de los arquitectos; es algo que viene de la gente”.Son viviendas que se van desarrollando de acuerdo a las necesidades del usuario, que sea la misma gente la que las vaya completando; ya sea reciclando mediaguas o aprovechando cualquier tipo de recurso que posean las personas.“Para mí constituye un motivo de responsabilidad por algo que se hizo hace tantos años, el poder evaluar en qué condiciones están hoy, qué tipo de daños pueden haber sufrido con el tiempo, pues han pasado terremotos, y ver qué tipo de mejoramiento se les puede dar frente a eventuales daños y las posibilidades de ser utilizado en programas de vivienda con participación de los usuarios”, agrega.Ayudar a las familias que van a participar dentro de esta investigación también es otro objetivo fundamental. La idea final es entregarles un expediente con todo el informe técnico del estado de sus viviendas; si eventualmente estas viviendas necesitaran reparaciones, ellos podrían optar a los Programas de Protección al Patrimonio Familiar (PPPF) del Estado. Con un informe técnico, los usuarios tendrían la capacidad de acudir a los municipios y postular a subsidios para mejorar los daños que eventualmente podrían tener las viviendas. Todo esto, con la finalidad de ofrecer una mejor calidad de vida a quienes son propietarios de estas viviendas con trayectoria histórica.El estudio es financiado por la Dirección de Investigación Científica y Tecnológica de la Vicerrectoría de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Universidad de Santiago de Chile.
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El proyecto DICYT Regular adjudicado por el académico de la Escuela de Arquitectura, contempla un análisis de este tipo de construcciones de muy bajo costo que beneficiaron a familias de escasos recursos. A través de este estudio y después de casi 20 años, se pretende realizar una evaluación del comportamiento que han tenido estas edificaciones.
Redacción