La relación de José Retamales con la Universidad de Santiago es de larga data. Con una vida profesional plena – según asegura- gracias a los conocimientos que recibió desde que ingresó a la otrora Universidad Técnica del Estado, en la sede Punta Arenas y la casa matriz en Santiago, el Ingeniero Civil Químico retornó hace algunas semanas a la Usach para recibir el Premio Egresado de Excelencia en la Categoría de Innovaciones Productivas y Desarrollo Tecnológico, distinción más que merecida cuando repasamos junto a él su historia académica.
¿Cómo fue su paso por la Universidad Técnica del Estado?
Yo estudié en un liceo público. Mis padres gozaban de buena situación económica y, aunque no terminaron sus estudios primarios, impulsaron a sus hijos a la Universidad. En la década de los 70, la UTE tenía una decena de sedes en el país, e impartía la carrera de Ingeniería Química en varias de ellas. En Punta Arenas se dictaba Petroquímica, ya que ENAP había iniciado sus actividades petrolíferas en Magallanes en 1950 y en una suerte de acuerdo entre ambas entidades públicas, se abrió la carrera con gran éxito en 1965. Ingresé en 1968. Estudiar Ingeniería Química a los 18 años no fue fácil, pero debo decir que aprendí no solo de mi especialidad sino de la importancia que tiene un Departamento en una Universidad. En 1973 cuando me correspondía empezar mi trabajo de titulación, ocurrió el Golpe Militar. A fines del 74 había una disrupción de la actividad normal en Chile así que retorné a Punta Arenas para intentar trabajar en la ENAP, pero estaban suspendidos los contratos. Un día visité a mi antiguo director de departamento, que en ese tiempo era el rector de la sede Punta Arenas, y se acordaba de mi porque había sido el mejor alumno de Física, así que me contrató como profesor. Hace 47 años que soy académico en la Universidad de Magallanes, heredera de la tradición de la Universidad Técnica del Estado.
Usted dedicó justamente este premio al Departamento de Ingeniería Química Usach, ¿por qué?
Porque la Universidad no es otra cosa que el prestigio que obtiene gracias al esfuerzo que sus departamentos imprimen en su quehacer diario. Tuve profesores que recuerdo con mucho afecto como Iván Álvarez y otros que han fallecido como Horacio Correa, Lautaro Retamales o Isaac Levi. No había favoritismos, lo que importaba era que uno rindiera y aprendiera en sus cátedras. Lo que la UTE, que luego pasó a ser la Usach, me entregó no solo fueron conocimientos, sino que fue actitud; entender que con esfuerzo y estudio se superan barreras. Los académicos de los Departamentos de la Universidad educan con el ejemplo, enseñando que la responsabilidad es lo que más importa en la vida profesional. Hoy soy profesor en la Universidad de Magallanes y me encanta recibir a jóvenes con ese ímpetu, con la esperanza de enfrentar una vida nueva. Posiblemente provienen de familias con padres profesionales, pero la inteligencia y las habilidades no dependen de la fortuna de sus padres, sino que de la genética y del esfuerzo que pongan al estudiar.
En 1990, con el fin del gobierno dictatorial, Retamales llegó a dirigir la Universidad de Magallanes por cuatro prolíficos años, pero antes había sido presidente de la Asociación de Académicos. Fueron sus propios pares los que lo eligieron. “En esa época, tenía 40 años. Con la soberbia e inexperiencia de los años, me atreví a hablar en contra de lo que había sucedido en el sistema universitario chileno, remarcando que había obtenido un doctorado en el norte de Inglaterra y había conocido otra vida, que fui profesor visitante en la Universidad de Mc Gill en Canadá y que conocí universidades en Europa y Asia. Para mí esto de que los hombres tenían que usar corbata y las mujeres vestir con faldas en la Universidad era claramente una historia que debíamos cambiar”, comenta.
Como máxima autoridad del Plantel creó un Centro Antártico. “Llamamos la atención del gobierno local hacia la ciencia austral. Eso hizo que la discusión cambiara hacia la oportunidad que la Antártica representa para Chile y en especial para Magallanes. Incluso hoy, las acciones que el país desarrolla en dicho continente se deciden en un Consejo de Política Antártica, donde el gobierno regional y la empresa privada no participan. Tenemos que superar la centralización que ahoga iniciativas. Estamos lejos de privilegiar los regionalismos, como lo hacen las naciones desarrolladas, con una descentralización que necesitamos en Chile”, relata.
A fines de los 90’s, el Gobierno decidió cambiar la sede del Instituto Antártico Chileno, INACH, de Santiago a Punta Arenas lo cual tuvo una fuerte oposición de los funcionarios. “En ese entonces, ya no era rector, y estaba con mi delantal un día cualquiera en el laboratorio, cuando recibí la llamada del Intendente para que asumiera como nuevo director. Acepté, pero el requisito que puse fue que no dejaría mi condición de profesor jornada completa de la Universidad”, relata.
¿Con qué se encontró allí?
_Me fui el 2003 al Instituto y me encontré con un organismo que era más político que científico, como su estatuto indicaba. El INACH había sido dirigido principalmente por oficiales de marina bajo el Gobierno de Pinochet y antes de eso por diplomáticos. No se había organizado la ciencia antártica de Chile en la forma que se conoce en el mundo, con los parámetros de exigencia, competitividad, el escribir proyectos y postular a concursos. Organicé un sistema concursable y junto a Conicyt aumentamos los recursos para mejorar la calidad y cantidad de la ciencia antártica chilena. Crecimos de 16 proyectos a más de 110 cuando terminé mis casi 14 años de director; 9 de ellos por Alta Dirección Pública que es el máximo que uno puede estar en el cargo. Nos permitió en el tiempo acercarnos a la producción científica que tenía Argentina, que nos había superado por muchos años. Basado en lo que aprendí en la UTE-Usach como estudiante y después como académico de la Umag pude transformar el Instituto Chileno Antártico en lo que es, con un fuerte componente de cooperación internacional que no solo favorece a la ciencia, sino que a la política y a la presencia que Chile puede mostrar en ese territorio. Transformé al INACH en una institución que con alegría puedo decir que nos prestigia en el mundo.
Diversos hitos marcaron la administración de Retamales al mando del INACH, destacando la inauguración de los laboratorios “Jorge Berguño”, la ampliación de la base “Profesor Julio Escudero” y la reapertura con laboratorios de las bases “Yelcho” y “Carvajal”; el crecimiento del Programa Nacional de Ciencia Antártica (Procien), aumentando el número de proyectos, los montos destinados a los investigadores y el número de publicaciones científicas antárticas. Además, la puesta en marcha de la primera nave científica antártica, la “Karpuj”, junto a otras tres lanchas de bahía al servicio de la ciencia polar nacional.
A la luz de una trayectoria profesional exitosa, ¿qué le diría a quienes hoy depositan su confianza en las universidades públicas?
_Yo no era un alumno brillante, pero superé las barreras que tuvo la carrera y he tenido la suerte de tener una vida profesional plena, con publicaciones y una patente de invención, he dirigido instituciones internacionales y comités en idioma inglés, pero todo eso es gracias a que la Universidad es un agente de cambio. Esperemos que en la medida que sigamos creciendo como país, sigamos dando oportunidades a las personas que viniendo de cuna humilde tienen la responsabilidad y esfuerzo necesarios para avanzar y crecer.
Más en Usach al Día
Este Ingeniero Civil Químico, magíster y doctorado en Inglaterra, profesor visitante en la Universidad Mc Gill en Canadá, ha sido consejero en los directorios de CCHEN, ENAP y presidente de organismos internacionales del Tratado Antártico, además de rector de la Universidad de Magallanes y director del Instituto Antártico Chileno. Recibió el galardón en la categoría Impacto en Innovaciones Productivas y Desarrollo Tecnológico.
Redacción
Fotografía
Categoría