Escuela de Arquitectura:

Karina Tapia: “Estudiar en la Universidad de Santiago es lo mejor que pudo pasar en mi vida”

Es Arquitecta, egresada de la Universidad de Santiago, dedicada a la Reconstrucción Patrimonial y a socializar las políticas habitacionales del Estado de Chile en los sectores rurales, a través de la postulación y gestión de subsidios del MINVU y fondos de Cultura, además de cogestora del Museo de la Reconstrucción y de Café Museo.
La Universidad tiene un carácter social innegable. Si hubiese estudiado en otra Universidad no estaría en Chanco en la reconstrucción, sino en una oficina de arquitectura o en otro país, pero me hizo darme cuenta de la necesidad aquí porque no habían arquitectos. Debía quedarme y aportar en ese momento. Ese carácter social es como tu madre, tu Alma Máter que te enseña a ser un buen profesional o dirige tu línea


Lleva más de 8 años de experiencia dedicados a conocer las comunidades locales, estudiando el patrimonio y trabajando con materiales no convencionales, pero además es egresada destacada de nuestro Plantel por su gran trabajo desarrollado como voluntaria y luego como profesional en la reconstrucción de Chanco, Región del Maule, una de las tantas comunas devastadas por el terremoto del 27 de febrero de 2010.

Sin embargo, en su enseñanza media no tenía claro que estudiar. La única certeza era que quería dejar su tierra, como lo hicieron sus dos hermanos mayores que son ingenieros, y transformarse en profesional. Karina Tapia, dio la Prueba de Selección Universitaria  y como le gustaban las matemáticas se inclinó por la Arquitectura, no sin antes cruzarse por su mente el teatro y la historia, porque ya había hecho cursos de verano en la Universidad de Chile durante su adolescencia. “Estudiar en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Santiago fue lo mejor que pudo pasarme en la vida. No me arrepiento de nada”, asegura tras recordar el momento en que tomó la decisión sobre su futuro.

La semana cachorra, los grupos de amigos, aquellos jóvenes de su carrera que iban en cursos superiores y que le hablaban de los croquis, de las maquetas, de los dibujos, forman parte de sus alegrías vividas durante los primeros meses en la Usach. Dejó su natal Chanco, pero ya los últimos años de enseñanza media los había cursado en  Cauquenes, por tanto no fue un cambio brusco salir de casa. Lo que si le impactó fue la autogestión. “Si no estudias no avanzas, si no trabajas duro no pasas los ramos. Había que hacerse el tiempo para todo. Siempre me preguntan cuán difícil es Arquitectura y yo respondo que es muy difícil, siento que cada año que tomabas un taller era como una reflexión con respecto al maestro. No es como la matemática o el lenguaje. No hay receta. Depende de quién te lo enseñe”, precisa.

El terremoto y el regreso a Chanco

Estudió seis años y medio en la Usach. Dio su examen el 2011, porque debió repetir un ramo: Investigación 1, pero un año antes había sido el terremoto.

Fueron días difíciles me imagino pensando en tu familia y como había quedado la zona por la magnitud del sismo, ¿no?

_El 27 F me encontró en un bus justo viajando con mi mamá rumbo a Chanco y en plena zona del epicentro. Sentíamos como que el bus iba a explotar. Llegando a Cauquenes nos dimos cuenta de las casas en el suelo; gente esperando a sus familiares, llorando; fue fuerte. Casi todo el año trabajé como voluntaria de construcción de viviendas de emergencia, hice catastro en las casas de adobe. Si hubiese sabido todo lo que hoy sé, muchos de los hogares de Chanco pudieron haberse salvado. Un mes después fueron calificadas de irrecuperables, inhabitables, la gente se asustó y podían repararse, pero se perdió el 80% de la zona típica. Fue mucho tiempo de reacomodarse. Recién ahora estamos con la reconstrucción casi al 100%, pero pasaron más de 10 años. En agosto conseguí un trabajo en la EGIS de acá, Entidad Gestora Inmobiliaria y Social. Postulan a los subsidios del Ministerio de Vivienda. En ese tiempo había más de 1.600 damnificados y no había experiencia sobre ayudar a tanta gente. Era un caos. La primera semana me dediqué a usar Excel, a ordenar los documentos de todos los damnificados. No existía una digitalización en ese entonces. Aprendí mucho a cómo gestionar. Estábamos en una comuna dentro de varias regiones afectadas por el terremoto. Había que hacer lo que se podía con lo que se tenía.

Con esa experiencia, volviste a Santiago y te titulaste. Trabajaste en proyectos maravillosos para la reconstrucción del patrimonio

_Después de la EGIS se necesitaban construir casas y me lancé como contratista. Hice una en albañilería para Vidal Valdebenito, un personaje en la comuna porque tiene 108 años, aunque él sigue viviendo en su querido hogar de adobe. Sus nueras y nietos ocupan la otra. Luego estuve a cargo del primer proyecto de reconstrucción de reparación de viviendas de adobe de 1.700 mts cuadrados, con 3 patios interiores, con un subsidio de reparación asignado a aquellas dentro de zona típica; es como un museo. Como yo tenía aprobados proyectos de viviendas nuevas en el Consejo de Monumentos Nacionales, me propusieron esa reparación. Luego se fueron pasando el dato y comencé a hacerme cargo de reparaciones de 20 casas  y luego a construir con un contratista. Conocimos a Carmen, una arquitecta española que hizo su tesis en casas de adobe acá. El 2015 nos propusimos reparar una casona grande de más de 1.000 metros cuadrados; así que la postulamos como museo de la reconstrucción. Hoy es un lugar donde los turistas pueden  ver cómo se repara una casa de adobe. El proyecto tuvo impacto internacional y recibimos a becarios de la Universidad Politécnica de Valencia, de donde venía Carmen. Ella ahora es jefa del diplomado en tierra de la PUC.

Desde el 2017 hasta los momentos más duros de la pandemia fueron pasos tormentosos. El Ministerio de Vivienda creó un subsidio rural que se fue modificando y poniendo cada vez más obstáculos. Ahora en postpandemia trabaja con particulares ya que se ha generado un boom inmobiliario en la zona. “Muchos santiaguinos compran terrenos y construyen su casa acá buscando tranquilidad y equilibrio con el entorno”, expresa.

Queda claro por qué fuiste designada egresada destacada. ¿Qué sentiste al recibir el premio?

_La noticia me llegó en un momento como un punch, como llenar el estanque de combustible y seguir. Venía en un proceso de bajar de ritmo, topándome con las piedras de la burocracia estatal. El premio fue bacán, soñado.  Sentí que mi Universidad me decía: “Te mereces esto porque  has provocado un impacto en la comunidad. Después de 7 u 8 años trabajando en la reconstrucción de Chanco es un llamado a reflexionar a mirar lo que hiciste”.

Al conocer tu historia me hace más sentido el sello social de la Escuela de Arquitectura Usach


_La Universidad tiene un carácter social innegable. Si hubiese estudiado en otra Universidad no estaría en Chanco en la reconstrucción, sino en una oficina de arquitectura o en otro país, pero me hizo darme cuenta de la necesidad aquí porque no habían arquitectos. Debía quedarme y aportar  en ese momento. Ese carácter social es como tu madre, tu Alma Máter que te enseña a ser un buen profesional o dirige tu línea. Ser amigo/a de tus académicos/as  genera un proceso de aprendizaje distinto.  Hoy recuerdo mucho al profesor Jonás Figueroa que en una clase dijo que no existen las catástrofes naturales, existen las creadas por el hombre por un mal emplazamiento, por mala ubicación, por un sinfín de cosas que no piensan antes de asentarse en un territorio. El arquitecto debe prever esas cosas.

Autor: 
José Flores
Fotografía: 
Cedida