Dra. Lorena Sulz, investigadora del Plantel y DJ de música electrónica:

“La ciencia y la música son procesos creativos trascendentales”

Además de subdirectora de Investigación de la Escuela de Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas, la Dra. en Ciencias Fisiológicas también integra el Centro de Investigación Biomédico y Aplicada (Cibap), un espacio en el que junto a otros académicos trabajan en ámbitos como la farmacología, la microbiología y el origen de enfermedades que afectan al ser humano. “Gran parte de mis investigaciones las he dedicado al área de la regeneración neuronal. Actualmente, trabajo en los efectos que podrían tener algunas drogas en el desarrollo de la corteza cerebral”, explica. En 2011, junto a sus tareas como científica, decidió emprender un nuevo desafío: convertirse en disc-jockey de música electrónica.
“La biología se encuentra en un marco lógico estructurado a partir de lo que se sabe. La música también tiene un marco, un poco más amplio, en el que se puede experimentar. En la ciencia hay que inventar un experimento para demostrar algo. En la música ocurre algo similar”

En su casa de Ñuñoa, donde vive con su hija Javiera de 24 años, la Dra. en Ciencias Fisiológicas Lorena Sulz Echeverría tiene una pieza dedicada especialmente para componer y producir sus “DJ Set”, material que presenta en diversas fiestas y festivales como Disc-Jockey de música electrónica. Ciencia y música, dos pasiones que hacen vibrar cada día a esta académica e investigadora de la Universidad de Santiago de Chile.

Además de subdirectora de Investigación de la Escuela de Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas, también encabeza, junto a la Dra. Victoria Espinosa, el Centro de Investigación Biomédico y Aplicada (Cibap), un espacio en el que trabajan junto a otros diez investigadores, técnicos y estudiantes de postgrado.

“Nos dedicamos a las ciencias básicas enfocadas a problemas de salud humana, como farmacología, microbiología y origen de enfermedades”, explica la Dra. Sulz. Y si bien gran parte de sus investigaciones las ha dedicado al área de la regeneración neuronal, actualmente trabaja en los efectos que podrían tener algunas drogas en el desarrollo de la corteza cerebral. Esto, a través de anfetaminas modificadas.

“Lo que más me atrae de la ciencia y la música es que ambas son procesos creativos trascendentales”, asevera con decisión. “La biología se encuentra en un marco lógico estructurado a partir de lo que se sabe. La música también tiene un marco, un poco más amplio, en el que se puede experimentar. En la ciencia hay que inventar un experimento para demostrar algo. En la música ocurre algo similar”, explica.

 

Amor por la ciencia

 

Lorena Sulz nació en 1971 y creció en la comuna de Maipú. Desde su infancia decidió que quería ser científica. “Me gustaba investigar, conocer y preguntarme cosas”, advierte. A su mamá la recuerda como “súper matemática”. De hecho, egresó de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago. Su papá se interesaba por la biología, “pero tuvo que retirarse del colegio a los 15 años, por la muerte de mi abuelo, para ayudar a sus nueve hermanos”, explica. También integra la familia su hermano menor, ingeniero eléctrico titulado por este Plantel.

“Mi mamá y mi papá siempre me incentivaron sobre mis inquietudes. Mi papá me regaló un microscopio de plástico”, recuerda con nostalgia. Pero no solo eso. “Disfrutaba mucho los programas de televisión como ‘Mundo’ y ‘Cosmos’. Fueron gravitantes para que me dedicara a la ciencia. Cuestionarlo todo y no dar nada por hecho. También me encantaban los Apuntes de El Mercurio, que traían experimentos para desarrollar en la casa”, agrega. Además, era fanática de los patines y practicó el canotaje durante toda su época como escolar.

En 1989 ingresó a la Pontificia Universidad Católica a la Licenciatura en Ciencias Biológicas. “Pasé desde los laboratorios de ecología hasta los de inmunología. Como estudiante se me abrieron muchas puertas”, reconoce.

Luego sería el turno para un magíster en Biología Reproductiva, en la Universidad de Chile. Su profesor guía fue el Premio Nacional de Ciencias Horacio Croxatto. Más adelante volvería a la Universidad Católica. Esta vez, para sus estudios de doctorado en Ciencias Fisiológicas. “Como me gusta complicarme la vida, mi tesis de magíster la realicé en la Católica, mientras que la del doctorado en la Universidad de Chile. En ésta última trabajé en el tema de la regeneración neuronal y células madres”, detalla. A todo eso se sumaron estudios de postdoctorado.

En medio de este proceso y siempre instalada en Maipú, se casó y nació su hija Javiera. Su matrimonio duró diez años. Paralelamente, a partir de sus investigaciones, comenzaron a surgir posibilidades desde el extranjero. “Entre 2003 y 2008 viajé seis veces a Australia, a la Universidad de Griffith. Y me han invitado a presentar mis trabajos en congresos de Europa, Estados Unidos y América Latina”, comenta.

 

Científica y melómana

 

Junto a la ciencia, el interés de Lorena durante su infancia se complementaba con la música. “Mi abuela me compraba instrumentos musicales, pero no era capaz de tocarlos. Mi hermano tiene todos los genes musicales de la familia”, confiesa. Sus habilidades estaban en otras facetas. “Mi mamá siempre participó en grupos folclóricos. Por ejemplo, cuando estudió en la Usach. Después, trabajando en la Contraloría General de la República creó un nuevo grupo, lo mismo que cuando se trasladó al Indap. En éste último bailé durante quince años”, comenta.

La alegría por ingresar a la Universidad de Santiago en 2009 como académica e investigadora se vio profundamente entristecida por la muerte de su madre. “A las dos semanas de comenzar a trabajar, le diagnosticaron un cáncer. Murió dos meses después. Se desarmó nuestro núcleo familiar”, rememora. “Estoy tratando de que volvamos a unirnos”, agrega.

Fue alrededor de 2011 cuando decidió retirarse del grupo folclórico. Junto a la investigación científica necesitaba tiempo para un nuevo desafío: Disc-Jockey de música electrónica. “Era muy doloroso seguir participando en la agrupación que había formado mi mamá. Necesitaba algo que me sacara de la racionalidad y hace tiempo que tenía ganas de meterme en la música como DJ. Los veía tocando cuando iba a fiestas”, recuerda.

Pero, ¿por qué la electrónica? En su caso, se trata de un estilo que surgió a partir de influencias de sonidos electro-pop del new wave. “Siempre fui muy melómana y escuchaba todo tipo de música, folclor, rock, los clásicos alemanas como Beethoven”, advierte.

 

Abrirse a todas las posibilidades

 

“Me gusta contar una historia cuando elaboro un DJ Set, que puede durar entre una y dos horas. Todo depende de si te programan al principio, a la mitad o al cierre de la fiesta”, explica la Dra. Sulz. La misma que define su casa prácticamente como un centro cultural. No solo porque ahí compone y ensaya, sino también por toda la gente de diversos ámbitos artísticos que la visita.

Cuenta con dos cd player y un mezclador, mientras que el material lo consigue de portales de música especializados en electrónica. “También compongo mis propias creaciones. Como toda manifestación de arte, reflejan un estado de ánimo”, aclara.

No oculta su emoción por cada vez que se ha encontrado con sus estudiantes, esta vez como DJ. “Recién se enteraron en 2012, cuando toqué en el ‘Open Mind Fest’, un festival organizado por el Movilh que transita por la Alameda y pasa frente a La Moneda. Mi nombre aparecía en los afiches que pegaron por todo Santiago. Hay varios que me preguntan al final del semestre y me cuentan que cuando estudian escuchan mi música”, reconoce con una risa.

En ese sentido, advierte que un DJ por definición es un consumidor de música. “Hay que estar abierto a todo tipo de influencias, tal como ocurre con los científicos. No puedes encasillarte en una sola idea, por más dogmática que sea. Los resultados deben interpretarse de forma abierta”, asegura. “Hay que atreverse a romper con los cánones, igual que con la música”, añade.

Tampoco duda en agradecer el reconocimiento que recibe cada vez que participa en alguna fiesta. “Lo mismo cuando los estudiantes me expresan su satisfacción por haber entendido algún contenido. Y también cuando le explico a alguien sobre alguna investigación en la que estoy trabajando y ves que en su cabeza se le enciende una ampolleta. Eso es genial”, plantea la Dra. Sulz.

 

Docencia y salud pública

 

Mientras escribe algún paper científico, suele escuchar música que podría ser útil para alguna presentación. Y mientras se desempeña como DJ, surgen ideas para algún experimento en el laboratorio. “Las dos facetas conviven en mí en todo momento. En ningún caso soy Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, aclara.

Se presenta viernes o sábado por la noche. También en las mañanas, después de las fiestas. Incluso de día, en ferias y eventos. “A veces, con un grupo de amigos, nos instalamos en algún parque con nuestros equipos y tocamos libremente”, confiesa. También la invitan a fiestas en otras ciudades del país. “He tocado en La Serena, Rancagua, Talca. En mayo iré a Puerto Montt”, anticipa.

En su condición de DJ y productora decidió incursionar en otra veta. Junto a tres amigos son propietarios del sello musical “Amante”. A eso suma las clases particulares de teoría musical en las que se encuentra, como una manera de perfeccionarse constantemente.

Y si se trata de docencia, la Dra. Sulz imparte la asignatura de Embriología en las carreras Medicina y Obstetricia. También a los becados de cirugía pediátrica. Además, dos cursos electivos: Método científico y diseño experimental I y II. “La misión, visión y perfil de egreso de nuestra Escuela de Medicina están orientados al servicio público y al trabajo en prevención, con énfasis en la salud primaria”, explica. En ese contexto, reconoce que uno de sus objetivos es consolidar el Cibap como un importante polo de desarrollo para la Facultad de Ciencias Médicas.

Pero no solo eso. Igualmente participa en un proyecto para coordinar, a nivel nacional, los laboratorios que realizan análisis en inocuidad alimentaria. “Un grupo de académicos de la Escuela de Medicina nos ganamos la licitación, por lo que estamos diseñando un modelo de gestión para generar una red de laboratorios que sea eficiente”, detalla. Incluso, va más allá. “En cuanto a desarrollo científico y tecnológico, necesitamos una visión de largo plazo, mínimo de veinte años. No puede ser que reprogramemos con cada cambio de gobierno”, concluye.

Autor: 
Fernando Seymour Dobud