Según se informó hace una semana, Metro publicó los detalles para la licitación de las asesorías de ingeniería y construcción de las futuras Líneas 8 y 9. De esta manera, terminó dando a conocer las posibles estaciones que tendría esta última, lo que da cuenta de su indudable impacto social. Sin embargo, puede terminar provocando una especulación inmobiliaria perjudicial para quienes ya habitan estos sectores.Cada vez que se anuncia una línea de Metro y se da precisión de las estaciones, comienzan a ocurrir inversiones y compras de terreno que terminan produciendo gentrificación. Es decir, que cuando sube mucho el precio del suelo, se instalan proyectos externos en la comuna que terminan expulsando a los vecinos por dicho aumento. Así, el supuesto aporte que les llegaría a estos últimos con la localización de Metro termina siendo un beneficio solo para los futuros inversionistas, sacando a los habitantes de los lugares que se mejoran.Lo anterior también provoca que los grupos socioeconómicos más bajos no puedan acceder a viviendas en estos lugares, ya que la oferta se vuelve cada vez más cara. Por eso, es bueno que cuando se plantea una nueva línea, esta se proponga a escala global y contemple una alta participación de los municipios y de los habitantes de estos sectores, a fin de que se procure un beneficio para las personas y no genere especulación. Siempre que se trace una línea y se inserte en la estructura general de Metro, lo deseable es que la posición que tiene cada estación sea acordada con las alcaldías y que tanto los asesores urbanistas como la dirección de obras de los municipios tengan algo que decir.Hay que recordar que recién se están iniciando los estudios de mecánica de suelos para la Línea 7. Por lo tanto, la 9 recién vendría a implementarse en 2027. En otras palabras, las estaciones que se están planteando en estos primeros estudios aún son bastante preliminares. Considerando lo anterior, es sano que la posición específica de las estaciones permanezca aún en un plano de estudio, para dejar espacio a la redefinición de los planes reguladores, las fijaciones de densidad y, junto con ello, la instalación de actividades acordes al interés de la comuna, no solo a la escala macro de Metro.
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"Siempre que se trace una línea y se inserte en la estructura general de Metro, lo deseable es que la posición que tiene cada estación sea acordada con las alcaldías y que tanto los asesores urbanistas como la dirección de obras de los municipios tengan algo que decir", aclara el académico de nuestra Casa de Estudios.
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