Junto al desafío de formar un cuerpo académico y una masa crítica con profesionales de excelencia, el abogado de dilatada experiencia académica, experto en derecho procesal, destaca la posibilidad de aprovechar las ventajas comparativas de la Universidad de Santiago en áreas como la minería, ingeniería y economía. “También nos proponemos llegar a esos estratos sociales con jóvenes que se encuentran en situación socioeconómica desventajosa, lo que nos permitirá aportar al desarrollo de los talentos”, afirma.
En mayo de este año, el abogado Roberto Nahum Anuch fue invitado a formar parte de la Comisión a cargo de crear la Facultad de Derecho y la carrera de Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad de Santiago de Chile. Una instancia que integró junto a Sabas Chahuán y Raúl Campusano, además de Jaime Bustos, director jurídico del Plantel.
Demostrando su vocación por la educación pública, no dudó en aceptar el desafío. Tal como asegura, a sus 68 años es la labor más relevante que ha enfrentado en el ámbito jurídico. “Toda mi vida me he dedicado a la educación pública, por lo que asumir esta tarea es muy interesante, especialmente por tratarse de una Universidad estatal y pública con un carácter tecnológico tan marcado”, explica.
Son más de cuatro décadas dedicadas a la academia, específicamente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde se desempeñó como decano durante tres periodos consecutivos. A ello suma una destacada trayectoria, desde 1976, como profesor titular de la cátedra de Derecho Procesal, además de su participación como miembro del Instituto Chileno de Derecho Procesal.
“Con la creación de esta Carrera la Universidad de Santiago, institución tradicional de excelencia, logra completar sus distintas disciplinas del saber”, destaca el decano Nahum. Esto, como plantea, a partir de una malla curricular que ofrecerá una sólida formación en materias generales y un marcado sello en lo relacionado con las áreas científicas y tecnológicas.
Régimen curricular con sello distintivo e inclusivo
Frente al nuevo desafío de crear la Facultad de Derecho en la Universidad de Santiago, uno de sus objetivos es aportar los conocimientos y expertise adquiridos durante su vida. “Queremos desarrollar una vertiente muy fuerte en todo lo relacionado con materias de regulación, propiedad intelectual y transferencia tecnológica, considerando que se trata de una Universidad con una gran trayectoria ingenieril, tecnológica y científica”, anticipa.
Para ello, el decano Nahum destaca el régimen curricular semiflexible que ofrecerá la carrera. “Parte de la idea de una columna vertebral esencial que debe dominar todo abogado que egrese de una buena Facultad de Derecho. A esto se suma un sello distintivo para todo en lo que esta Universidad tiene ventajas comparativas y capacidad intelectual instalada, como ocurre con las áreas de minería, ingeniería y economía”, explica.
Otro de sus desafíos es formar un cuerpo académico y una masa crítica con profesionales de excelencia, con una amplia visión en cuanto a los aspectos ideológicos, sociales y culturales. “El objetivo de esta Facultad es atender al país en toda su pluralidad y multiculturalidad”, asevera.
En ese sentido, resalta aquellos ámbitos del ejercicio profesional del derecho que no han sido tan desarrollados, como la minería, el medio ambiente y los derechos indígenas, los que precisamente podrían trabajarse con mucha fuerza. “Junto a esto, el tema de la inclusión social. Es decir, nos proponemos llegar a esos estratos sociales donde ha sido más difícil trabajar las potencialidades de jóvenes que se encuentran en situación socioeconómica desventajosa, lo que nos permitirá aportar al desarrollo de los talentos”, concluye.
De la Ingeniería al Derecho
Hijo de inmigrantes, Roberto Nahum nació en Río Negro, provincia de Osorno, en la Región de Los Lagos. “Mi padre llegó desde Siria en 1931. Mi madre nació en Chile en 1928, un año después que mis abuelos arribaran desde Jordania. Todos escapando de persecuciones religiosas”, comenta. Con un hermano mayor y una hermana menor, la familia vivía en función de las actividades comerciales de los padres.
En esa sureña localidad de la Región de Los Lagos realizó su educación básica, mientras que para proseguir estudios secundarios ingresó al colegio San Mateo de Osorno. “El tema de la inclusión social es una gran preocupación para mí, considerando que nací en un pequeño pueblo donde convivían personas de distinto origen y condición social”. Por ello, valora la posibilidad de haber conocido distintas realidades sociales y comprender que el talento se distribuye sin hacer distingos.
Poco antes de egresar de la educación secundaria, su interés no estaba precisamente en el Derecho. “Di la última prueba de Bachillerato, en 1966, para ingresar a la carrera de Ingeniería Civil”, reconoce. Se trasladó a Santiago, al ser seleccionado en la Universidad Católica. Sin embargo, el primer día de clases entendió que su camino era otro. “Hasta el día de hoy me encantan las matemáticas, pero en ese momento acepté que mi vocación estaba en el Derecho, que me ofrecía un amplio abanico de posibilidades”, rememora.
Ascendente trayectoria académica
Su primera clase en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile fue con el abogado Francisco Cumplido, a quien se sumarían otros connotados expertos como Jaime Eyzaguirre y Jorge Millas. Incluso, recuerda a un joven profesor llamado Ricardo Lagos Escobar. En cuarto año de la Carrera comenzó a desempeñarse como ayudante en la asignatura de Derecho del Trabajo. Al año siguiente, también en Derecho Procesal. De este modo se iniciaba un largo camino ligado a la docencia, titulándose como abogado a principios de la década del '70.
Luego de ejercer como profesor de Clínicas Jurídicas, en 1976 asumió la cátedra de Derecho Procesal. “Es un ramo que se construye en función de una lógica rigurosa. Y ahí creo que se encuentra el ámbito matemático que siempre me ha interesado”, aclara. Asimismo, advierte que “si bien acerca a la posibilidad de una resolución más justa, el derecho procesal es un ramo instrumental”.
Además de su permanente defensa por la educación pública, Roberto Nahum debió enfrentarse a la dictadura militar, con todo lo que implicaba la figura de los rectores designados. “Junto a otros profesores nos preocupamos de conservar lo valioso de la Facultad, tal como hicieron los monjes durante la Edad Media con la cultura”, advierte.
A pesar del contexto de intervencionismo, fue reelegido consecutivamente, entre 1984 y 1997, como director del Departamento de Derecho Procesal. Paralelamente, como director de Escuela (1987-1997). También como decano interino (1997-1998), dando paso finalmente a sus tres periodos consecutivos como decano, entre 2002 y 2014, siempre por elección de sus pares.
Vocación académica
Si bien se ha desempeñado como miembro del Comité de Concesiones del Ministerio de Obras Públicas, abogado de instituciones bancarias y árbitro de la Cámara de Comercio de Santiago, el hábitat natural de Roberto Nahum es la academia. “Opté por este ámbito dado el interés que tengo por la formación de personas. Mi vocación académica consiste en devolver al país la acogida que recibió mi familia al migrar en aquellos años”, puntualiza.
En su rol de decano llevó adelante el Plan Maestro de Infraestructura, dotando a la Facultad de un nuevo edificio en 2007, lo que se sumó al proceso de internacionalización y la firma de convenios con facultades de Derecho de los distintos continentes. Asimismo, en 2012, organizó el encuentro de decanos de países del Asia Pacífico (APRU, por sus siglas en inglés).
Además de participar en la redacción de los Estatutos de la Universidad de Chile, lideró la comisión que resguardó los intereses de la Casa de Estudios al autorizar el uso de su nombre, logo y emblema al club de fútbol profesional. De hecho, hasta hace poco fue uno de los dos representantes de la Universidad en el directorio de la sociedad concesionaria Azul Azul S.A.
“Se estableció toda una institucionalidad que no teníamos. Recogimos del suelo a la Corfuch, la corporación de derecho privado que se creó durante el régimen militar para separar al fútbol profesional de la Universidad”, recuerda.
Relación con el Medio Oriente
Roberto Nahum tiene cuatro hijos. Un hombre y una mujer son químico farmacéuticos, otro es ingeniero forestal y una segunda hija es ingeniera civil industrial. Todos titulados por la Universidad de Chile. Su esposa, Nahida Hayal, con quien contrajo matrimonio en 1978, llegó a Chile desde Palestina, a los tres años de edad. Y hace poco más de un mes, nació su primera nieta.
Los lazos familiares lo han llevado a viajar a Medio Oriente en varias ocasiones. También a aprender hablar árabe, de manera autodidacta. Practicante del catolicismo y lector de libros de Historia, asegura que nunca ha pensado en vivir fuera de Chile. “Estoy muy agradecido de este país”, reconoce.
Si bien el Derecho ocupa gran parte de su vida, también es consciente de la importancia de dedicarle tiempo a su familia y a sus intereses personales. “Me gusta la música de los años '60 y '70, como el grupo The Beatles. También la música árabe moderna”, revela. Frecuenta el sur de Chile, especialmente Puyehue, y disfruta salir a caminar y estar en contacto con la naturaleza.
De todas modos, el decano Nahum sostiene que su principal pasión es el trabajo académico. Acostumbrado a jugar en las grandes ligas de la educación superior, la prioridad es ahora instalar la Carrera de Derecho en la Universidad de Santiago, su nueva Casa de Estudios.