Día de las estrellas: el festival de Tanabata en Japón

Columna de Raquel Rubio Martín y Riko Iizumi, académicas  de la carrera de Lingüística Aplicada a la Traducción mención inglés - japonés, inglés- portugués. Departamento de Lingüística y Literatura.

El mes de julio 7月 (shichi / nana gatsu)es de celebraciones en pleno verano en Japón. Hacia la mitad del mes ya está terminando la temporada de lluvias, (梅雨 tsuyu), típica de inicio del verano, por lo que estas celebraciones se realizan y disfrutan al aire libre. 

El festival de Tanabata,(七夕), conocido como el día de las estrellas,  día 7 del mes siete, se trata de la cuarta de las cinco celebraciones japonesas relacionadas con las estaciones del año (五節句 gosekku) junto con: el Año nuevo (お正, oshougatsu); el festival de las niñas (ひな祭り, hina matsuri); el festival de los niños ( 端午のtanngo no sekku) y el festival de los crisantemos (菊祭り kiku matsuri).

En este día los japoneses, especialmente niñas y niños,  escriben en una hoja de papel de colores, tanzaku (短冊), un deseo que cuelgan de las ramas de los árboles de bambú, esperando que esa noche este deseo se cumpla. Los papeles pueden ser de cinco colores, coincidiendo con los cinco elementos del Yin-Yang: azul, rojo, amarillo, blanco y negro o morado. 

Además, existen otros objetos decorativos como las grullas de origami, para desear una larga vida, redes de pesca, para desear una gran captura de peces  y monederos con cordones para desear fortuna económica, entre otros. 

De todo Japón el festival de Tanabata en Sendai (仙台七夕祭り) es el más famoso. Se celebra los días 6, 7 y 8 de agosto, siguiendo el calendario lunar, coincidiendo con la tradición, y no de acuerdo al calendario solar, que lo sitúa en julio. 

Ahora bien, ¿de dónde viene esta tradición? En realidad, para contestar a esta pregunta es necesario mirar hacia la historia de Japón, pues su origen responde al resultado de la mezcla, o más bien, la variación natural que sufren las historias antiguas con el paso del tiempo y el contacto entre culturas.  Así, si bien su origen se relaciona con la mitología china - la festividad de  Qi Xi, la noche del doble siete, correspondiente al  séptimo día del séptimo mes del calendario lunar - se introdujo en Japón hacia el siglo VII e.c, coincidiendo con la época Nara en Japón (710 - 794). En este momento fue una celebración exclusiva de la nobleza, tal como se menciona en el libro Manyoushu  (万葉集), la colección de poesía más antigua de Japón, editada entre los siglos VII y VIII, que no se popularizó para la gente común hasta la época Edo (1603 - 1867). 

Esta celebración se inspira en una historia de amor, la leyenda de los amantes de la vía láctea, Orihime e Hikoboshi, las estrellas Vega y Altair, quienes sólo pueden encontrarse una vez al año, siempre que las circunstancias atmosféricas lo permitan. 

Hay varias versiones de esta leyenda. La más cercana a la cultura china y  más conocida trata de la historia de amor de Orihime, hija del Dios del cielo, que era costurera, y Hikoboshi, un vaquero. Ambos se enamoraron y  se casaron, abandonando sus trabajos. Este abandono de sus obligaciones enfureció al Dios del cielo, quien como castigo, les separó, colocándolos en lados opuestos de un río, la vía láctea. Fueron tantas las lágrimas que derramaron por su separación que el Dios conmovido les permitió que se vieran una sola noche al año, la del 7 de julio. 

En otra versión, inspirada en los cuentos japoneses, Mukashibanashi, cuentos tradicionales antiguos que provienen de la tradición oral, se cuenta que un hombre robó el Hagoromo, la ropa de una doncella celestial. La doncella celestial sin ropa no pudo volver al cielo  y se quedó viviendo casada  con el hombre.  Un día la doncella celestial encontró su ropa y decidió volver a su mundo. Al despedirse le dijo a su esposo que si la extrañaba debería hacer 1.000 sandalias de paja e ir a buscarla. El hombre así lo hizo y llegó hasta el cielo. Sin embargo, el padre de la doncella celestial no estaba contento con la unión de su hija con un humano y le dio como trabajo plantar muchos melones. La doncella celestial advirtió al hombre que no bebiera agua de los melones, pero el hombre, incapaz de soportar la sed, bebió agua. Entonces de los melones surgió mucha agua, formando un  gran río que se interpuso entre ellos.

En la versión anterior al Manyoushu, se narra que las urracas construyeron un puente para que la  princesa Orihime fuera al encuentro con su amante en la noche del 7 de julio. Por el contrario, en el libro Manyoushu se cuenta que fue el hombre quien hizo una barca para llegar al encuentro con su amada. Esta variación probablemente, está influenciada por la cultura propia de la época Nara, donde el hombre es quien debe cortejar y acercarse a la mujer y no a la inversa.

Sea como fuere, la leyenda ha dado lugar a diferentes tipos de celebraciones. En China este festival tiene un significado romántico, similar al día de los enamorados, San Valentín, para el mundo occidental; mientras que en Japón se relaciona con el día donde se puede cumplir cualquier tipo de deseo. 

Este año el día 7 de julio coincidió con el día de las elecciones para gobernadores de la región de Tokyo. En la prensa  japonesa aparecía el siguiente titular: "La Batalla decisiva de Tanabata"(七夕決戦 Tanabata Kessen). Esta metáfora nos puede ayudar a comprender la trascendencia de Tanabata para los japoneses. 

A propósito, el deseo que se cumplió fue la reelección de Yukiko Koike como gobernadora.

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