En la madrugada del viernes pasado, 11 presidentes de partidos políticos llegaron a un acuerdo amplio que abre un camino hacia una nueva Constitución. Por su amplitud e importancia, muchos lo califican como histórico. Después de todo, llegar a un acuerdo para cambiar la Constitución requiere la ratificación de 2/3 de la Cámara de Diputados y el Senado. Hasta ese día –y hace un mes-, esto parecía una quimera.
El punto número 12 del mentado acuerdo define que todos los firmantes deben convocar a una comisión técnica que proponga los mecanismos para poder implementarlo. En este caso, esto implica un plebiscito de entrada para que la gente apruebe o rechace la idea de una nueva Constitución, al tiempo que se elige entre una convención constitucional (con miembros elegidos por votación popular) o una comisión mixta (50% de parlamentarios y 50% constituyentes electos por votación popular). Finalmente, se contempla un plebiscito ratificatorio, que apruebe el texto escrito por la convención.
Para poder implementarlo, se requiere del apoyo de especialistas técnicos en derecho constitucional, sistemas electorales y procesos participativos. Cada uno de los presidentes de partidos políticos convoca a un experto. En el caso del PPD, su presidente, Heraldo Muñoz, escogió a la académica de la Universidad de Santiago, Pamela Figueroa Rubio, doctora en Estudios Americanos y exjefa de la División de Estudios de la Secretaria General de la Presidencia (Segpres) en el segundo gobierno de Michelle Bachelet.
“Acepté encantada, porque creo que es muy importante, como docente de la Universidad de Santiago y como politóloga, poner a disposición nuestras investigaciones y expertise profesional”, explicó.
“Creo que la Universidad de Santiago tiene un sello muy importante, que es el compromiso público desde una perspectiva interdisciplinaria. Eso valida mucho mi participación, porque muchos de los expertos van a ser abogados constitucionalistas. Yo tengo una experiencia como historiadora y politóloga que me permite tener una visión bastante amplia de los procesos políticos, de la importancia de la democratización y los distintos mecanismos de la democracia participativa y deliberativa, que es lo que las democracias modernas están incorporando en sus sistemas para generar mayor gobernabilidad democrática”, complementó.
-¿Cuál es la importancia de la presencia de nuestra Universidad en este proceso?
-La Universidad de Santiago de Chile tiene múltiples experiencias en temas indígenas, participación social, y comprender los procesos con nuestra comunidad y sociedad. También luego va a haber otra dimensión, con el procesamiento de datos y la elaboración de propuestas a partir de la participación ciudadana. En esa instancia, la Facultad de Ciencia o la Facultad de Administración y Economía van a poder aportar. Es muy importante que estemos presentes, porque nos vamos a abrir a aportar a nuestro país en un proceso tan trascendental. Me siento muy apoyada por la comunidad académica de la Usach y sé que vamos a estar a la altura del desafío.
-Personalmente, ¿cuál cree que puede ser su mayor aporte?
-Como Jefa de la División de Estudios de la Secretaría General de la Presidencia entre 2014 y 2018, me tocó el diseño, la ejecución y la tramitación legislativa del proceso constituyente impulsado por la ex Presidenta Bachelet y también de sus reformas políticas. Tengo una experiencia bastante amplia para poner a disposición. Me siento muy honrada y contenta de representar a la Universidad de Santiago en ese espacio, que fundamentalmente va a ser uno de académicos y especialistas, donde vamos a proponer distintas alternativas –al Congreso y al Gobierno- para seguir un camino constituyente que sea democrático y participativo.
-¿Cuál es la línea por la cual va a ir su planteamiento y su aporte puntual?
-Lo que hemos conversado con el presidente del PPD es que este tiene que ser un proceso que restituya la confianza de la ciudanía con sus instituciones y entre los mismos ciudadanos. Nos parece importante la incorporación de independientes, mujeres, pueblos originarios, jóvenes; que existan mecanismos de participación vinculante para que las distintas comunidades, e incluso los chilenos en el exterior, puedan dar su opinión y nutrir así a esta convención constituyente con las propuestas que toda la ciudadanía está elaborando. Queremos aportar una visión plural y democrática, plasmar un sello de abrir el debate a las personas que están comprometidas con este proceso y no sólo a los representantes de los partidos políticos.
-En los últimos días, el senador Andrés Allamand planteó una interpretación distinta del acuerdo con respecto al tema de los 2/3 y la hoja en blanco. ¿Qué le parece esa postura?
-Si uno lee el acuerdo, el espíritu es otro. Se conversó bastante lo que se llamó la hoja en blanco y eso significa elaborar una Constitución con las propuestas que vayan surgiendo ahí y no con un texto previo. Los mismos dirigentes y líderes que lo firmaron han señalado una opinión distinta a lo que plantea el senador Allamand; incluso el propio presidente de su partido, Mario Desbordes. Me da la impresión que es una opinión muy puntual, que no refleja el espíritu de quienes firmaron el acuerdo. Él lo ha puesto sobre la mesa en aras del debate que existe, pero no generó adhesión, sino rectificaciones, por no decir críticas.
-¿Cuál es la importancia del estudio de las experiencias comparadas en este proceso?
-Es fundamental. Cuando diseñamos el proceso constituyente en 2016, los dos años anteriores trabajamos levantando experiencias comparadas con un equipo de politólogos. Eso lo hizo también el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y luego sacaron una publicación. Teniendo muy claro que cada proceso constituyente debe tener las características del país donde se desarrolla, la experiencia comparada es muy importante. Es una metodología que usamos en ciencias políticas y sociales, y que nos permite evaluar tanto las experiencias positivas como negativas.
-Es un aspecto central en la discusión, entonces.
Es algo que vamos a tener a la vista y en lo que yo me he estado preparando. En la misma Universidad de Santiago se está trabajando con el análisis de experiencias comparadas dentro de los propuestas de los espacios de debate que están realizándose al interior. Varias otras Universidades lo han estado realizando también. Por otro lado, he estado conversando también con académicos extranjeros que han trabajado el tema constitucional hace mucho tiempo. Hay mucha gente aportando para aprovechar la oportunidad histórica de resolver esta crisis por una vía democrática institucional. Eso para nosotros, como sociedad, sería fantástico: tener una mejor institucionalidad política para esta sociedad que cambió y exige otras demandas.
-¿Hay alguna experiencia internacional particular que atraiga más su atención?
-El caso de Colombia, porque se parece al nuestro, en el sentido que tuvo ese plebiscito inicial que ellos llamaron Séptima Papeleta. Lo nuevo en nuestro caso, es que vamos a tener también esta conversación sobre la sede constituyente. En eso vamos a hacer historia. Y como tuvimos también esta participación para el proceso de 2016, probablemente nuestra convención va a ir acompañada de una mayor experiencia constituyente en términos de participación ciudadana.