Experto critica falta de visión técnica

El geólogo y académico de nuestra Casa de Estudios, Fernando Henríquez, contrasta con la opinión de la Onemi, organismo que restó valor al estudio del Servicio Nacional de Geología y Minería que aseguraba que la villa no era un lugar seguro. A su juicio, este ‘mapa de riesgo’ podría haber servido para adoptar medidas precautorias; al mismo tiempo advierte que es necesario “avanzar en la creación de un Servicio Nacional de Geología, cuyos informes deberían ser realmente vinculantes”.

El Director de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), Ricardo Toro, señaló que no se consideró un informe del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), que sostenía que la villa Santa Lucía no era un lugar seguro para reubicar, en ese entonces, a las víctimas del volcán Chaitén. ¿La razón? “Ese era un estudio preliminar, no de campo, sino teórico” y descartó que pudiera haberse evitado la tragedia. Al respecto, el geólogo y académico de la Universidad de Santiago, Fernando Henríquez, concuerda en que era imposible evitar el aluvión, que dejó a más de una decena de fallecidos. Sin embargo, sostiene que este ‘mapa de riesgo’ elaborado por Sernageomin sí pudo haber servido para tomar medidas de prevención, a nivel de obras, para amainar el efecto del hecho. Pese a ello, lamenta que no se utilicen estos informes, explicando que no existe una obligación legal para que la autoridad los considere. “Hay un problema serio e institucional: el Sernageomin, en lo que respecta a la geología, no es vinculante”, afirma. Por eso, estima que “debe avanzarse en la creación de un Servicio Nacional de Geología, para que sus informes sean realmente vinculantes”. De acuerdo al especialista, muchos informes de este servicio se archivan, y ni siquiera son utilizados por municipalidades y empresas constructoras, solo porque no tienen la obligación de hacerlo. “Tras el terremoto de 2010, Sernageomin hizo mapas de riesgo en todas las zonas, y nadie los ha tomado en cuenta”, grafica. Además, se manifiesta en desacuerdo respecto a que el estudio no era de campo. “Es parte de un mapa de riesgo que se tiene que hacer y, en ese sentido, es preliminar”, explica. “Todos cuestionan que no hay trabajo de campo cuando, en la actualidad, la mayor información se obtiene usando fotosatélites y fotografías aéreas, para compararlas con imágenes y concluir cómo ha ido evolucionando un área determinada”, agrega. Finalmente, sostiene que el informe no solo se centraba en el riesgo de sismo. “También abarcaba la remoción en masa, que fue lo que terminó ocurriendo”, concluye.