Día del Urbanismo y la formación de profesionales para los desafíos del futuro

Columna de opinión del académico y decano de la Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido de la Universidad de Santiago, Rodolfo Jiménez Cavieres.

Desde la Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido de la Universidad de Santiago de Chile nos hacemos parte de la conmemoración del Día del Urbanismo, celebrado cada 8 de noviembre, invitando a reflexionar sobre la importancia del urbanismo en nuestras vidas y, más crucial aún, sobre la necesidad de formar profesionales altamente capacitados que puedan enfrentar los desafíos contemporáneos en este ámbito. En un mundo en constante cambio, donde los contextos sociales, culturales y ambientales evolucionan a pasos agigantados, el papel del urbanista se vuelve cada vez más relevante.

Las ciudades son el hogar de más de la mitad de la población mundial y, según proyecciones, esta cifra seguirá creciendo. Según el Censo de 2017, en Chile el 87,8% de la población vive en zonas urbanas, este fenómeno trae consigo retos complejos, desde la planificación de infraestructuras sostenibles hasta la creación de espacios que fomenten la equidad social. Los urbanistas de hoy deben ser visionarios capaces de diseñar entornos que no solo respondan a las necesidades inmediatas de la población, sino que también anticipen las demandas del futuro.

La crisis climática es uno de los principales desafíos que enfrentamos en la actualidad. La urbanización desmedida y la falta de planificación adecuada han contribuido a la degradación ambiental y al aumento de desastres naturales. Por ello, es crucial que los futuros urbanistas sean formados en principios de sostenibilidad y resiliencia. Deben entender cómo integrar espacios verdes, promover la movilidad sostenible y garantizar que el desarrollo urbano respete y potencie el medio ambiente.

Además, el urbanismo no puede ser ajeno a la diversidad cultural que caracteriza a nuestras sociedades. Los profesionales deben aprender a trabajar en contextos multiculturales, fomentando la participación de las comunidades en el proceso de planificación. La inclusión social no solo enriquece los proyectos, sino que también garantiza que las soluciones sean pertinentes y efectivas. Un urbanismo que ignora la voz de sus ciudadanos es un urbanismo condenado al fracaso.

La formación de urbanistas debe ir más allá de la teoría. Es fundamental que las instituciones educativas ofrezcan experiencias prácticas que permitan a los estudiantes interactuar con la comunidad y comprender sus necesidades. Talleres, pasantías y proyectos colaborativos son herramientas esenciales para desarrollar un sentido crítico y una capacidad de adaptación que los preparen para el ejercicio profesional.

En síntesis, el Día Mundial del Urbanismo es una oportunidad para celebrar el potencial transformador de nuestras ciudades, pero también un llamado a la acción. Desde nuestra Facultad debemos invertir en la formación de profesionales que estén equipados para enfrentar los desafíos sociales, culturales y ambientales de nuestro tiempo. Solo así podremos construir ciudades más justas, inclusivas y sostenibles para las generaciones presentes y futuras. La responsabilidad de forjar un urbanismo comprometido recae en nosotros, y es a través de la educación y la práctica consciente que podremos alcanzar este objetivo.

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