Investigación de académica de la Facultad de Derecho aborda los impactos y principios de las tecnologías disruptivas

La investigadora Constanza Richards Yáñez analiza desde su campo los alcances que estos avances tienen en la sociedad; quiénes deberían responsabilizarse en los casos necesarios; y cómo puede aportar el Sur global y nuestro Plantel en estos estudios.
“Estas nuevas tecnologías disruptivas estaban recién apareciendo en el día a día. A raíz de eso fue que empecé a familiarizarme con esta investigación y volví nuevamente a los desafíos que se presentan al Derecho (...) donde nos preguntamos quién es el ser humano y quién es el sujeto de derecho. O quién puede ser sujeto de derechos”, puntualizó la académica.

Gracias a sus indagaciones sobre tecnologías disruptivas para su tesis doctoral, Constanza Richards Yáñez, académica de la Facultad de Derecho de la Usach, fijó su mirada en la antropología, la filosofía de la ciencia y la filosofía antigua. Con esta óptica, la investigadora ha revisitado el concepto de ser humano para abordar el desarrollo de nuevas tecnologías, su principal área de interés, y el lugar desde el cual se sitúa para abordar las problemáticas que arrastra esta área.

Al escribir sobre nuestra permanencia en la Tierra y la conservación de la especie, la académica llegó a participar de las Jornadas Internacionales de Derecho Natural, organizadas por su director de tesis, Dr. Raúl Madrid Ramírez en la Facultad de Derecho UC, donde interactuó con expertos en ciberseguridad, tecnología blockchain e inteligencia artificial.

Estas nuevas tecnologías disruptivas estaban recién apareciendo en el día a día. A raíz de eso fue que empecé a familiarizarme con esta investigación y volví nuevamente a los desafíos que se presentan al Derecho, ya sea en inteligencia artificial, blockchain u otras tecnologías, como por ejemplo los autos autónomos, Siri o Alexa, donde nos preguntamos quién es el ser humano y quién es el sujeto de derecho. O quién puede ser sujeto de derechos”, puntualizó la académica.

Estas preguntas no son antojadizas. El bullado caso de Sophia, la primera robot reconocida como ciudadana en Arabia Saudita en 2017, levantó un inusitado revuelo. “Fue muy polémico, porque es un país que no suele reconocer los derechos de las mujeres, mientras que a Sophia se le reconocen derechos cívicos y se le entrevista. Era un tópico muy interesante y a la vez desafiante”, añadió.

Exposiciones internacionales

Tras culminar algunos de los avances de su tesis doctoral, la académica presentó sus evidencias en el extranjero. “En 2019 fui a una conferencia sobre tecnologías disruptivas que organizó la Universidad de Brunel de Londres, donde tuve la oportunidad de exponer mi investigación doctoral. Allá conocían mi trabajo en tecnología autónoma que había sido presentado en la Universidad Nova de Lisboa, en medio de un congreso sobre tecnología y sociedad. En este aspecto, la Universidad de Brunel ha sido bastante pionera en desarrollar postgrados en un centro interdisciplinario en inteligencia artificial que da un Máster en Ciencias en Estrategias de Inteligencia Artificial”, comentó.

Tras vincularse con el Dr. Stelios Andreadakis, el académico de la Universidad de Brunel la invitó a dar una clase sobre gobierno corporativo e inteligencia artificial desde un punto de vista teórico.

“Este espacio trató sobre incorporar una perspectiva en inteligencia artificial (IA) a estos principios y a algunos casos de gobierno corporativo. También abordamos la IA desde el ejercicio profesional, porque ese es el enfoque que están trabajando en el mundo de la ingeniería y el diseño de software, que están desarrollando herramientas tecnológicas y que están utilizándose. Fue sumamente enriquecedora la interacción y ese trabajo”, señaló.

¿Quién se responsabiliza?

En el caso de las nuevas tecnologías disruptivas, que cuentan con mayores grados de autonomía y poder de decisión controlado, también salta a la luz el principio de responsabilidad que recae en su uso.

“En mi experiencia, trabajando con programadores de software e ingenieros, ellos tienen mucho más claro que los abogados, que la distribución de riesgo y responsabilidad debería permanecer tanto en el fabricante como en el dueño del aparato tecnológico”, puntualizó la profesora Richards.

A esto, agregó que “para ellos, siempre es el diseñador el que debe tener en consideración esto y ahí viene el principio de responsabilidad y el principio de precaución, que es el que más trabajo en mi investigación filosófica del derecho”.

Para la investigadora, uno de los pilares de esta arista es “tener la capacidad de prever efectos adversos en el futuro, o bien abstenerse de actuar en caso de que no podamos tener mediana certeza sobre los posibles efectos en el futuro de los desarrollos tecnológicos que estamos teniendo”.

Perspectiva desde América Latina

Usualmente, esta temática se encuentra ligada a discusiones provenientes desde el norte global, tanto porque las grandes corporaciones que desarrollan estas tecnologías provienen de Estados Unidos, como por las regulaciones pioneras que han marcado pauta, como el Reglamento General de Protección de Datos elaborado por la Unión Europea y que es aplicado desde 2018 en este continente, pero que alcanza un impacto global.

En la mirada de la profesora Richards, “si hay una ventaja en esta área es justamente que, al tratarse de algo nuevo estamos prácticamente en igualdad de condiciones para desarrollar investigación en esto. Quizás tengamos menos recursos y menos infraestructura para desarrollar nuevos softwares de inteligencia artificial, pero no así para reflexionar sobre su impacto en la sociedad. (...) Lo que se requiere es una reflexión principalmente antropológica. La tecnología se vuelve un espejo cuando ves que esta herramienta te permite realizar o llegar a ámbitos donde no te imaginabas”.

Autor: 
Emilio Tudela
Fotografía: 
Getty Images