Dr. Antonio Castillo Nara:

“Los académicos deben interesarse por la investigación aplicada y proteger con patentes sus nuevas invenciones”

En el marco del Día de la Propiedad Intelectual, que se celebra hoy 26 de abril, el Dr. Antonio Castillo, quien está a cargo del laboratorio de Control Biológico y Nanotecnología de la Facultad de Química y Biología de nuestra Universidad, destaca la importancia de patentar. “El patentamiento es necesario para proteger las invenciones o tecnologías. Sin embargo, en algunos casos es preferible el secreto industrial, situación en la cual solo los investigadores tienen la información, es decir, nada se divulga y la información es secreta”, remarca.
“La Universidad, con el prestigio que tiene, su investigación de excelencia y su impacto a nivel mundial significa un respaldo importante para nosotros los investigadores, porque nos facilita el camino para entrar en conversaciones con otras universidades del mundo y con empresas. Nos da prestigio, calidad y credibilidad para empezar a hacer negociaciones y trabajar en ese sentido con las patentes”, sostiene el Dr. Castillo.

Hace más de dos décadas el Dr. Antonio Castillo Nara, a cargo del laboratorio de Control Biológico y Nanotecnología de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile, llegó a trabajar a esta casa de estudio. Intensos han sido los últimos años en los que el académico se ha dedicado a la investigación aplicada, desarrollando proyectos de investigación que han tenido impacto en el desarrollo del país y de la industria.

Son cerca de 30 patentes las que ha obtenido el grupo de investigación que lidera el investigador, que han sido desarrolladas con la ejecución de proyectos DGT, Fundación COPEC –UC y FONDEF IDeA.  En el marco de la celebración del Día de la Propiedad Intelectual, que se recuerda el 26 de abril, el académico destaca la importancia de patentar.

“El patentamiento es necesario para proteger las invenciones o tecnologías. Sin embargo, en algunos casos es preferible el secreto industrial, situación en la cual solo los investigadores tienen la información, es decir, nada se divulga y la información es secreta”, remarca.

El académico partió investigando la virología de hongos, de “Botrytis cinerea”, analizando qué virus infectan al hongo y hace unos 15 años derivó a la parte aplicada. Entre las líneas de investigación que trabaja actualmente destacan el “control biológico de organismos fitopatógenos” y la “biosíntesis de nanopartículas metálicas usando microorganismos o moléculas de origen vegetal”.

Parte de las investigaciones que están patentando, se basan en nuevos usos de microorganismos o partículas virales que existen en la naturaleza. Por ejemplo, el uso de bacterias con actividad fungicida para el control de hongos fitopatógenos y la utilización de bacteriófagos líticos para el control de bacterias fitopatógenas.

“Uno de los proyectos más significativos de los cuales hemos patentado la tecnología, y que nos abrió las puertas de la investigación aplicada, fue el Proyecto Fundación COPEC-UC 9C038 ‘Nuevo biofungicida bacteriano para el control del hongo fitopatógeno Botrytis cinerea en uva de mesa’, cuya ejecución se inició en julio del 2012, por la Universidad de Santiago de Chile en conjunto con la Fundación COPEC-UC, en el cual patentamos el uso de una bacteria (Serratia plymuthica CCGG2742) con actividad fungicida para el control del hongo fitopatógeno denominado ‘Botrytis cinerea’ en uva de mesa”, detalla el Dr. Castillo.

La importancia del control de este hongo en uva de mesa radica en que es el principal fruto de exportación de Chile. La pudrición de esta fruta por el hongo Botrytis cinerea durante pre y postcosecha causa grandes pérdidas económicas en nuestro país. El 2017 se exportó un volumen equivalente a 1.685 millones de dólares de uva de mesa fresca y se pierde aproximadamente un 19% por pudrición causada por Botrytis cinerea.

“Además, la mayoría de los métodos para el control de este hongo están basados en el uso de fungicidas químicos sintéticos, compuestos de escasa biodegrabilidad, potencialmente tóxicos y de vida útil corta, debido a la constante aparición de cepas resistentes del hongo. Es por ello que se necesitan nuevas tecnologías alternativas, de mayor eficacia y menos contaminantes para controlar a este importante organismo fitopatógeno y en esa dirección apunta esta investigación”, añade el académico.

Interés de empresas extranjeras

Esta ha sido una de las iniciativas patentadas más relevantes –destaca- porque han podido presentar esta tecnología a empresas interesadas para posibles licenciamientos o venta del paquete tecnológico.

“Actualmente estamos en esa etapa con empresas norteamericanas y europeas que están interesadas, porque actualmente se utilizan fungicidas químicos para la mayoría de los hongos fitopatógenos. En algunas naciones están privilegiando el uso de compuestos más amigables para el medio ambiente. En la Unión Europea quieren eliminar el uso de pesticidas químicos en 10 ó 20 años más”, recalca.

El Dr. Castillo sostiene que “la Universidad, con el prestigio que tiene, su investigación de excelencia y su impacto a nivel mundial significa un respaldo importante para nosotros los investigadores, porque nos facilita el camino para entrar en conversaciones con otras universidades del mundo y con empresas. Nos da prestigio, calidad y credibilidad para empezar a hacer negociaciones y trabajar en ese sentido con las patentes”.

Si bien admite que la ruta para lograr el patentamiento de una nueva tecnología o invención no suele ser fácil, al grupo que lidera no le ha resultado complejo. “La Dirección de Gestión Tecnológica (DGT), dirigida por el Dr. Luis Magne, siempre nos ha apoyado, ya sea a través de financiamiento de proyectos de investigación aplicada o gestionando y financiando la presentación de solicitudes de patentes en Chile y en el extranjero. Estamos muy agradecidos de todo el equipo humano de la DGT, ya que su apoyo ha sido clave en todas las solicitudes de patentes que hemos presentado”, detalla.

El Dr. Castillo llama en este sentido a los académicos a que se interesen “por la investigación aplicada, porque hay más fondos para ella,  y que protejan con patentes sus nuevas invenciones”.

Autor: 
Patricia Schüller
Fotografía: 
Marco Avilés