En 2025, la primera obra que interpreta la Orquesta Usach en su habitual escenario del Teatro Aula Magna será de una mujer: Eleonora Coloma Casaula (Santiago, 1971), ganadora del primer Concurso de Compositoras organizado por el elenco, en 2024.
Cóndor, una de las dos partituras que se impuso en el certamen, forma parte de los tres conciertos gratuitos que la agrupación ofrecerá a partir de este fin de semana: el sábado 22 de marzo (20:30 horas), en el contexto de La Hora del Planeta; martes 25, en la Parroquia San Saturnino de Plaza Yungay (19:30 horas); y miércoles 26, en el Teatro Aula Magna (19:30 horas).
La pieza fue escrita especialmente para la Orquesta Usach. Tiene una duración aproximada de doce minutos e incorpora textos provenientes de tres fuentes: una entrevista al biólogo argentino Luis Jácome, disponible en YouTube; un artículo del escritor chileno Jorge Montealegre, titulado “Identidad y representaciones en un mundo globalizado”; y un fragmento del diario que el naturalista inglés Charles Darwin escribió durante su viaje por Chile, entre 1832 y 1835. Todos, por supuesto, inspirados en el ave que domina la Cordillera de los Andes.
“Mi pareja, Mauricio Fabry, trabajó mucho tiempo liberando cóndores. Hicimos un viaje a la Patagonia en el año 2023. Estuvimos en Argentina con el grupo con el que liberaban cóndores, a partir de un proyecto del Zoológico Metropolitano, y cuando ellos empezaron a hablar sobre la liberación yo ya tenía la idea de hacer una obra. Imaginé los cóndores volando y se me vino a la cabeza la idea de Proyecto Cóndor. Así partió todo”, relata. “En la Patagonia vimos todos esos paisajes de Puerto Madryn, las ballenas, el mar, las estrellas, la pampa, toda una imagen natural que me sirvió como material. Luego escribí la obra en el sur de Chile, en Llanada Grande, también en la Patagonia, pero hacia la cordillera. Estar en contacto con la naturaleza me sirvió mucho para transcribir todo esto musicalmente”.
Formada como compositora en la Universidad de Chile, donde obtuvo dos grados de licenciatura, uno de magíster y otro de doctorado, Eleonora Coloma se ha enfocado en el mundo de la danza y las artes escénicas. Ha sido directora, compositora e intérprete en diferentes proyectos, ha compuesto para conjuntos de cámara y solistas, además de trabajar en proyectos educativos para niños y jóvenes.
Desde 2010, es académica del Departamento de Danza de la Universidad de Chile. Nueve años más tarde comenzó a enseñar composición en la misma casa de estudios, un paso que no dio por casualidad. En esta entrevista, habla sobre ese rol de profesora, su experiencia como compositora y la génesis de Cóndor.
“Parecía que no había compositoras, pero había millones”
El Concurso de Compositoras de la Orquesta Usach definió dos obras ganadoras: además de Cóndor, de Eleonora Coloma, la Suite chilena de Constanza Fuentes Landaeta fue programada para los conciertos que la Orquesta Usach ofrecerá el 10 y 11 de junio, en el Teatro Municipal de La Pintana y el Teatro Aula Magna, respectivamente.
“El ideal sería que los concursos acogieran la diversidad de género, pero todavía no vivimos en ese mundo ideal, así que me parece bien porque se abre una oportunidad”, dice Eleonora Coloma. “No creo que las mujeres no podamos competir con los hombres, pero es algo que incentiva a concursar. Sobre todo, en los tiempos que vivimos hoy, es importante hacerlo para que algún día lleguemos a construir otro horizonte”.
En lo personal, ¿qué te motivó a concursar?
A mí me cargan los concursos de composición. Participé en uno cuando era muy joven, fue muy incómodo y quedé un poco traumatizada. No me gustan porque compones una obra que no se toca si es que no ganas y, generalmente, es para una agrupación específica. Sin embargo, en esta ocasión, Jorge Pepi-Alos (compositor que ha colaborado en diversas ocasiones con la Orquesta Usach) me dijo: "Eleonora, tú tienes que concursar". Y yo lo tomé como un mandato. Además, hace rato que tenía ganas de escribir una obra para orquesta, así que era una oportunidad ideal. Me sorprendió ganar, no lo imaginaba.
Habitualmente, es difícil encontrar obras de compositoras en los conciertos de música de tradición escrita. ¿Cómo has vivido esa situación?
Creo que algo cambió a partir del año 2018 y la revolución feminista. En mi medio universitario, por lo menos, cambió. En el ámbito académico, ya desde antes había una idea de generar una bibliografía más diversa e integrar no solo el mundo hegemónico, europeo y norteamericano, pero con la revolución feminista las jóvenes nos hicieron cambiar la cabeza a la gente de mi generación, también a las mujeres.
Yo siempre sentí una diferencia por ser compositora desde que estudiaba, pero nunca me apabullé y seguí con mi trabajo. Llevaba ocho años trabajando en el Departamento de Danza de la Facultad de Artes con un contrato de compositora y dos pisos más abajo estaban todos mis colegas, todos mis profesores y a nadie se le ocurría invitarme a nada. Yo normalizaba esa situación, pensaba que había sido así toda la vida. También normalizaba que solamente había estudiado a compositores, rara vez a una mujer.
El mayo feminista fue radical. Yo entré a trabajar en el claustro de composición porque fue una exigencia de las chicas, ellas lo pidieron. Para mí fue muy bonito porque, apenas entré a trabajar como profesora de composición, me pidió clases Amalia Garay, una de las dirigentas importantes de ese movimiento en la facultad, que ahora está estrenando una obra con la Orquesta Sinfónica Nacional. Habitualmente les digo a los estudiantes que no voy a estar más de dos años con ellos, pero con Amalia no pude: somos grandes amigas y ella se tituló conmigo.
Cuando estudiaste, ¿tuviste como referentes a otras compositoras?
Fui alumna de piano de Estela Cabezas, compositora chilena, y en mi magíster tuve la oportunidad de tener tres clases con Leni Alexander. Eso lo agradezco mucho porque creo que me dio otra mirada. Cuando estudié composición entramos cuatro o cinco mujeres. Yo me titulé primero, después lo hizo Carmen Aguilera y las otras no terminaron. ¿Referentes? Casi nada. A Ida Vivado la estudié... Bueno, Violeta Parra fue súper importante. Me metí en su forma de componer y me ayudó mucho. Fue fantástico.
Tampoco tenías esas referencias.
¡No pues, si parecía que no había compositoras! Pero había millones, ¡de todas las edades, épocas y estilos! Es lo mismo que pasa con otras disciplinas. Piensa, por ejemplo, en la filosofía, en los filósofos de la India, los latinoamericanos, los africanos, los de distintas partes del mundo. Este mayo feminista nos permitió mirar la diversidad, la cantidad de saberes que hay en todas partes. No era solo la música alemana del siglo XVII, XVIII y XIX la que me puede enseñar a componer música de tradición escrita. Eso cambió. Hoy día veo a mis colegas preocupados de buscar referencias femeninas, repertorio femenino, y empieza a aparecer. Eso es lo relevante de concursos como el de la Orquesta Usach: que las mujeres puedan participar, se programen y aparezcan. Es necesario ahora.
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