Desde muy pequeña Solange Burgos tuvo interés por las carreras del área de la salud. Pensó primero en estudiar Medicina, pero ya en cuarto medio después de investigar se encontró con la Obstetricia y Puericultura, descubriendo la relación entre la matrona y la comunidad. Su primera opción sería la Universidad de Santiago, pese a que la carrera de la Facultad de Ciencias Médicas estaba recientemente creada y aún no había egresados, ni egresados. Fue una interesante apuesta – recuerda- porque estaba optando por una nueva forma de profesional con una malla curricular que era distinta a la tradicional de otras Casas de Estudios. Aquella joven que, con susto conoció en su primer día de clases las instalaciones de su nuevo segundo hogar, hace solo algunos meses recibió el premio egresada de excelencia y méritos de sobra tiene para aquello.
Solange es primera generación de su familia en egresar de la Educación Superior. Fue a través de sus padres que estudiaron en la UTE, pero no pudieron terminar sus carreras, que conoció el Plantel. Obstetricia y Puericultura es una carrera de cinco años y a través del Fondo Solidario y algunas becas pudo pagar el arancel. Especiales recuerdos tiene para sus internados. Sus formadores fueron el Hospital San Juan de Dios y el Hospital de Pichilemu. Al quinto año en internado comenzó a preparar su tesis. Su sueño era hacer algo maravilloso. La meta que se puso fue muy alta y no estuvo exenta de complicaciones.
“Egresé el 2001, pero me titulé el 2004. Hice un estudio sobre retardo de crecimiento intrauterino en una población del área norte, con información que tabulé desde el Hospital San José. Mi profesora guía fue Vilma Yáñez que se dedicaba a la neonatología y fue mi gran pilar para terminarla. Hubo mucha rigurosidad en las revisiones. Todo debía quedar perfecto”, comenta.
Ya titulada advierte que no fue fácil integrarse al mundo laboral. Trabajó en la Asociación Pro Familia, Aprofa, promoviendo su centro médico; luego se desempeñó en un laboratorio dedicándose a la calidad de la toma de muestras mientras paralelamente hacía un Magíster en Salud Pública. Fue un periodo extremo. Dormía poco, pero remarca que “si uno se lo propone puede hacer lo que quiera”. Después junto a una ex compañera de la Usach se fue al Instituto Simón Bolívar donde instalaron las carreras de TENS, trabajando en las mallas curriculares. En la Clínica Dávila se desempeñó como matrona clínica, con turnos durante 5 años y donde se enamoró de la neonatología. Fue jefa de turno, hizo estudios clínicos internacionales probando medicamentos junto a otras cinco compañeras. En 2010 entró al mundo público. Le ofrecieron irse a la Dirección de Servicio de Salud Metropolitano Central como asesora. A principios de 2011 pasó al Ministerio de Salud. Llegó al área de la División de Gestión de la Red Asistencial donde se hizo cargo de la red gineco obstetra. Ha hecho subrogancia de jefaturas de departamento y ha participado directamente en la instalación de políticas públicas relacionadas con la infertilidad; la interrupción del embarazo en tres causales; en la red de diagnóstico de malformaciones; en VIH. “Ha sido un camino largo con un trabajo enorme detrás de las autoridades, de los clínicos para atender distinto a las personas”, destaca.
Leyendo tu curriculum creo que eres una voz autorizada para expresarnos si adviertes diferencias en la formación y el sello que nuestra Universidad entrega a los matrones y las matronas para desempeñarse profesionalmente, en comparación con otros planteles.
- Somos completamente distintos. Tenemos un sello humano y social, que a todos nos conmueve y nos preocupa. Cada uno en lo suyo trata de preocuparse por mejorar la sociedad. Eso no lo tiene otra Universidad. Son bastante más individualistas. Nosotros somos más colectivos y tenemos un énfasis en lo patológico tanto en la mujer como en el recién nacido que no lo tienen otros planteles. Los egresados de otras universidades para desempeñarse en la Neonatología tenían que hacer diplomados y cursos para llegar en condiciones de atender pacientes, en cambio nuestra formación es tan fuerte en esa área que pasamos directos como si tuviésemos especialización.
Recordando aquellos años en la Usach, ¿qué dirías que te entregó en lo profesional, pero también en lo personal?
- Hace un tiempo estuve en una reunión con el decano de Facimed. Éramos todos usachinos. Cuando uno habla de Alma Máter, uno lleva este concepto tallado en el corazón. Fueron los mejores cinco años de mi vida en aprendizaje, en experiencias de vida, en amigos, en descubrir el mundo, de pasar de una niña que recién sale del colegio y que puede ser más puntuda a responsabilizarte de tus propias acciones y metas. La Universidad de Santiago te enseña que el cambio es posible, pero esforzándote junto a otros. He pasado por otras universidades y no te sientes parte de un cuerpo gigante que funciona todos los días, son más segregadas, más impersonales. En la Usach éramos todos uno dentro de un Campus único con un entorno verde maravilloso que no tiene comparación. Es una familia gigantesca. Si pudiera me encantaría regresar a mi Universidad para entregar todo el conocimiento aprendido a las nuevas generaciones, pero esta vez como docente.
Permíteme aprovechar esta oportunidad para agradecer a Marta Meza y Verónica Flandes, y en especial a las autoridades de la Usach por la distinción que recibí como egresada de excelencia. Me sorprendió recibir el premio y agradezco a Marta que me haya postulado. Trabajo con amor por mi profesión y me hace feliz, me impresiona y me emociona que mi Alma Máter haya reconocido mi labor.
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Desde 2011 a la fecha se desempeña en la División de Gestión de la Red Asistencial del Ministerio de Salud, como encargada de la Unidad de Salud de la Mujer. En este Soy Usach conocemos a la titulada de la carrera de Obstetricia y Puericultura de nuestra Universidad y egresada de excelencia, la matrona Solange Burgos.
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