Una de las industrias más afectadas en Chile por la actual pandemia es la turística, calificada por la Federación de Empresas de Turismo como “la peor crisis de la historia”, pronosticando una pérdida este año de cerca de 3900 millones de dólares. Tal situación obliga a una reacción ágil que implique la pronta y sostenida recuperación de esta actividad económica una vez superada la crisis sanitaria, siendo imprescindible la siempre requerida diversificación y desestacionalización del turismo en la variada geografía de nuestro país.
En efecto, el territorio chileno cuenta con regiones cuyas condiciones geográficas han favorecido un turismo espacio-temporalmente concentrado. Así por ejemplo según las estadísticas del Servicio Nacional de Turismo en la última Medición y Comportamiento del Turismo Interno, las pernoctaciones en todo Chile durante los meses de enero y febrero alcanzaron el 15,6% y 20,0% respectivamente, mientras que en julio fueron de 10,3%. Por otra parte, regiones lluviosas como Los Ríos y Los Lagos en conjunto sumaron el 8,9%, cifra bastante menor a la registrada donde llueve menos como por ejemplo la región de Valparaíso con un 27,2% del total de pernoctaciones anuales en Chile.
Ciertamente el clima lluvioso de las regiones templadas, especialmente en invierno, es una limitante para el turismo tal como lo sugirió un estudio europeo publicado en la revista Mondes du Turisme el 2013. En torno a esto, es preciso destacar que Chile según el Weather Atlas tiene parte de su territorio con alta pluviosidad donde por ejemplo Valdivia y Puerto Montt, las capitales de las ya mencionadas regiones de Los Ríos y Los Lagos, registran 15 y 26 días de lluvia respectivamente en el período enero-febrero; contrastando con Valparaíso que no tiene días de lluvia en ambos meses.
¿Por qué los turistas chilenos evitan los escenarios lluviosos? Aunque no existen estudios terminados que den confiable respuesta a esta pregunta, se pueden plantear diferentes hipótesis para explicar el desinterés por las actividades a la intemperie cuando llueve. La primera es que, a diferencia de las lluvias tropicales, el agua aquí precipitada es helada; obligando a recurrir a un artefacto de protección o arriesgar la salud si no se quiere usar botas, impermeable, paraguas u otro implemento que siempre tendrá algún grado de incomodidad. Otro hipotético motivo puede ser la disminución de visibilidad del paisaje debido a la gruesa pantalla de gotas que se interpone ente el observador y el objeto de interés. También pueden ser los riesgos en el desplazamiento donde a modo de ejemplo Carabineros de Chile ha llegado a reportar hasta el doble de accidentes en los días de lluvia respecto a los días cuando no llueve.
Ante esta aparente adversidad, estudios científicos demuestran que la lluvia tiene en ciertos escenarios y para ciertos perfiles de personas, un atractivo que puede ser aprovechado. En efecto, cuando llueve ocurren o se visibilizan fenómenos que no se presentan o registran en ausencia de lluvia y por lo tanto algunos de ellos pueden ser demandados turísticamente: crecidas de cuerpos de agua, afloramiento de fauna terrestre, emergencia de atributos paisajísticos, predilección por gastronomía ad hoc y motivación para ejercicio físico de alta exigencia.
Cuando llueve se observan crecidas en cursos de régimen pluvial los cuales tanto visual como acústicamente aumentan su espectacularidad, especialmente en cascadas y “saltos”. En aquellas cuencas donde las gotas de agua una vez que llegan al suelo no tardan en llegar al curso principal, este incrementa su caudal mostrándose totalmente diferente a cuando no existe lluvia.
Mucha fauna nativa abandona las madrigueras cuando se inundan. En dicha ocasión diversos mamíferos terrestres que son esquivos, pueden ser avistados por los turistas.
La lluvia produce alteración de colores, tonos y texturas en el paisaje. Este fenómeno notado con mayor frecuencia en bosques inmediatamente cesada la precipitación, muestra escenas singulares para captura fotográfica.
Pese a que los turistas prefieren actividades a la intemperie, los días de lluvia son una invitación para disfrutar bebidas calientes de la familia de los “navegados” y comidas de masa frita como las sopaipillas. En estos casos el turismo bajo techo tiene su oportunidad.
La lluvia es una motivación para entrenamiento en deportes de exigencias especiales tipo enduro. Ciertamente el agua helada que precipita sobre el cuerpo humano con otras variables ambientales obliga a aumentar el rendimiento a deportistas, quemando más calorías respecto a un escenario sin lluvia tal como lo demostró un estudio pionero publicado el 2013 en el International Journal of Sports Medicine.
Además, la lluvia cuenta con simbolismo e inspiración en la literatura, música y las artes plásticas. Numerosas son las obras que resultan de este fenómeno meteorológico donde a las ya conocidas películas, pinturas y dramas, como meros ejemplos se puede citar en la poesía a “La lluvia lenta” de Gabriela Mistral, “Llueve” de Pablo Neruda y el clásico chileno “Tarde en el hospital” de Carlos Pezoa Véliz. Al respecto, el turismo literario entendido como aquel realizado en el lugar donde se inspiraron las obras según un estudio del 2014 en el Journal of Destination Marketing & Management, tiene gran potencial.
Finalmente, para diversos centros naturistas tales como Lifealth, caminar bajo la lluvia tiene efectos nítidos en la fisiología humana sin importar sexo, ni edad; muchos de ellos beneficiosos para la salud.
Conocidas estas otras bondades de la lluvia que en específico posee cada región lluviosa de Chile de acuerdo a su singularidad ecosistémica, se corregirá una falla de mercado y así mejorará el rendimiento de diversas iniciativas sociales y privadas asociadas al turismo. Disponiendo de esta información no sólo se podrán ofrecer atractivos en el sur lluvioso ante la falta de precipitaciones más al norte acrecentada por el Calentamiento Global, sino también se desestacionalizará un quehacer tradicionalmente esquivo durante los meses de invierno.
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Una vía para contribuir a superar la adversidad por la crisis sanitaria derivada del Coronavirus en la industria turística, es aprovechar el fenómeno de la lluvia propio de varias regiones de Chile, el cual aparte de participar recurrentemente en la lírica universal y nacional, puede en un futuro cercano enriquecer esta actividad económica en virtud a algunas cualidades hasta ahora no develadas.
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